Desde el arribo de Javier Milei a la presidencia de la Nación su figura se ha consolidado como la de un líder carismático y disruptivo, capaz de captar la atención de amplios sectores de la sociedad argentina.
Sin embargo, la composición de su equipo de trabajo desde un primer momento comenzó a generar una serie de tensiones internas, donde renuncias y despidos intempestivos dejan hoy paso a una grieta casi insuperable, la de la dupla presidencial, pero a una interna al rojo vivo.
Entre los protagonistas de esta interna se encuentran Victoria Villarruel, la actual vicepresidenta, y dos figuras claves del círculo más cercano a Milei: Karina Milei y Santiago Caputo.
Este distanciamiento, que se ha ido profundizando con el tiempo, no solo responde a cuestiones ideológicas o de poder, sino también a factores personales y de percepción pública.
En este contexto, el hecho de que la gente haya elegido a Javier Milei y Victoria Villarruel como la dupla presidencial, en lugar de Karina Milei y Santiago Caputo, juega un rol fundamental en la creciente rivalidad.
Para comprender la división creciente, es necesario analizar quiénes son los actores involucrados. Javier Milei es, sin lugar a dudas, la figura política más poderosa del país.
Con su estilo disruptivo y su discurso anti-establishment ha logrado captar el apoyo de sectores que buscan un cambio radical en el orden político y económico de la Argentina.
Por otro lado, la vicepresidenta Victoria Villarruel ha ganado un protagonismo indiscutido desde el inicio de la gestión. Con una postura firme sobre temas clave, como la defensa de la memoria histórica y la lucha contra la violencia, ha sabido posicionarse como una figura respetada, no solo dentro de la coalición oficialista, sino también en sectores de la oposición.
Además, Villarruel ha logrado forjar un vínculo estrecho con los votantes, lo que le ha otorgado una imagen pública sólida, que incluso supera la de otros miembros del gabinete.
Milei es, según sus propios dichos, un anarcolibertario o liberal libertario, mientras Villarruel es alguien que podríamos encapsular en la derecha conservadora. Así que ideológicamente hay una diferencia cualitativa, pero también de poder. La vicepresidenta no descree de la política, algo que sí hace el presidente, y a ello debemos sumar los modos, dialoguista una y altanero y casi déspota el otro.
A diferencia de Villarruel, Karina Milei y Santiago Caputo representan la cara más “privada” y cercana al presidente.
Ambos se han mantenido como figuras clave en la estructura interna del gobierno, pero su cercanía con el presidente parece ser, en muchos casos, tanto una ventaja como un obstáculo. Karina Milei, en particular, ha sido una figura importante en la vida personal y profesional de Javier, pero su rol en el gabinete y la opinión pública está siendo constantemente cuestionado.
La envidia y los celos de quienes consideran que su influencia es excesiva, sumados a su falta de carisma y habilidades comunicacionales comparables a las de Villarruel, hacen que su figura se vea opacada.
El hecho de que Victoria Villarruel goce de una mejor imagen pública que Karina Milei o Santiago Caputo, hasta del propio primer mandatario, incluso más allá del círculo cercano al presidente, genera un profundo malestar entre ellos.
Mientras que Milei es visto como una figura radical y controversial, Villarruel ha logrado construir una imagen de coherencia, respeto y diálogo.
Su presencia en los medios, su habilidad para conectar con distintos sectores de la sociedad, y su postura frente a temas sensibles como la memoria histórica, le han ganado el reconocimiento tanto de aliados como de la oposición.
Además, su vinculación con la representación de sectores más conservadores del país le ha permitido capitalizar una base de apoyo que incluso ha sido alabada por algunos líderes opositores.
Esto ha generado un desequilibrio dentro del círculo presidencial. Mientras Villarruel se consolida como una figura que atrae simpatías y respeto fuera del círculo, Karina Milei y Caputo ven que su influencia dentro del gobierno podría desgajarse y no quieren contratiempos, y el criptogate es uno de ellos; la pelea con Manes en el Congreso, otro.
La rivalidad, que antes podía haber sido un tema de puertas adentro, se ha ido filtrando hacia afuera, alimentando una creciente división interna.
A pesar de la evidente competencia entre Victoria Villarruel y el círculo más cercano de Milei, polarizar internamente no le trae ningún beneficio al presidente.
La política argentina siempre ha sido altamente polarizada, y el presidente Milei, al haber logrado aglutinar a una base de votantes que en su mayoría busca un cambio radical en la política nacional, se encuentra en una situación donde cualquier tipo de ruptura interna puede ser perjudicial.
La fragmentación dentro de su propio equipo, en lugar de fortalecerlo, puede debilitarlo frente a la sociedad, y sobre todo, ante los desafíos políticos y económicos que enfrenta el país. Bastante tiene con la ilógica disputa con Macri y el PRO, donde en vez de buscar aunar criterios y generar una alianza estratégica electoral para darle un golpe de gracia al kirchnerismo, Karina y el joven asesor, también dividen aguas como lo hacen con Villarruel, dándole un par de vidas más al otrora niño mimado de Cristina: el gobernador bonaerense.
Ahora bien, debemos dar crédito a algo sumamente probable, es posible que el creciente distanciamiento entre Milei y Villarruel refleje más una estrategia de poder que un desacuerdo ideológico.
Si bien ambos comparten muchos de los mismos principios liberales, la competencia por el liderazgo y la visibilidad parece estar eclipsando cualquier interés común. Para Karina Milei y Santiago Caputo, el ascenso de Villarruel a una posición de mayor protagonismo puede ser visto como una amenaza tanto a su influencia personal como a la estabilidad dentro del propio círculo presidencial.
Este clima de competencia interna no solo afecta la unidad del gobierno, sino que también tiene repercusiones en la percepción de la sociedad. La división entre Milei y Villarruel podría llevar a un debilitamiento de la base de apoyo que, en principio, parecía unificada en torno a la figura del presidente.
Al mismo tiempo, la polarización interna podría generar una sensación de inestabilidad y desconfianza, tanto dentro como fuera de la coalición oficialista, pero fundamentalmente le otorga a la posición más refractaria un plus de fortalecimiento inesperado, como bien surge del refranero popular: “A río revuelto ganancia de pescadores”.
Si bien el fenómeno de la “Libertad Avanza” sigue vigente, y a nivel discursivo Milei continúa siendo la figura de referencia para la gran mayoría de sus votantes, es evidente que la situación política está lejos de ser homogénea.
La distancia interna entre Javier Milei y Victoria Villarruel podría, en el futuro, llevar a un reacomodamiento en la política argentina, con potenciales consecuencias para las futuras elecciones y el desarrollo del mandato presidencial.
No caben dudas que, a medida que avanza la presidencia de Javier Milei, la relación con Victoria Villarruel y su círculo cercano podría convertirse en un factor determinante en la gobernabilidad del país.
La envidia, el temor y los celos entre las figuras que lo rodean pueden ser un obstáculo para un gobierno que se presenta como una opción de cambio radical. Si bien la figura del presidente sigue siendo fuerte, la fractura interna entre sus colaboradores más cercanos podría ser una debilidad difícil de superar.
En un escenario político donde la polarización externa ya está bien establecida, el desafío será encontrar la manera de manejar las tensiones internas sin que estas interfieran en la imagen del presidente.
Si la división persiste, podría generar lenta e imperceptiblemente un vacío de poder dentro del gobierno, y la distancia que hoy se observa entre Milei y Villarruel podría terminar siendo más que una simple disputa de egos: podría ser la señal de un gobierno más fragmentado y, por lo tanto, más vulnerable.
Los protagonistas no deberían perder de vista que la Libertad Avanza pero también la distancia y ello puede hacer que una de las patas en el futuro intente aglutinar alrededor suyo al peronismo no kirchnerista, sectores del PRO y el radicalismo y ¿quién sabe?