15 de abril, 2025
Actualidad

La sextorsión es una forma de violencia sexual digital que combina elementos de extorsión, acoso y vulneración de la privacidad. Un agresor obtiene imágenes íntimas y amenaza con difundirlas a cambio de dinero o favores sexuales.

Todo puede comenzar con una notificación en la pantalla. Un mensaje simple, casi inocente. “Buenos días, ¿cómo estás?”, dice, con un interés sincero por saber cómo está la otra persona. Pregunta si ha comido, si tiene mucho por hacer, si se siente bien. Con el tiempo, esos mensajes se convierten en charlas diarias. Del otro lado hay alguien que escucha, que comprende, que acompaña con palabras dulces y una atención constante. La confianza crece. Las conversaciones escritas se transforman en llamadas. La conexión parece cada vez más cercana, más real. Hasta que llega el “quiero verte”. Empiezan a intercambiarse fotos. Una, dos, varias. Todo parece parte del juego, de una relación que avanza. Pero la próxima notificación ya no tiene palabras amables. El tono cambia. El interés desaparece, como si nunca hubiera existido. En la pantalla, un mensaje frío y amenazante: “Tengo todas tus fotos. Sé quién sos, a qué te dedicás. Ya tengo varios de tus contactos. Si no hacés lo que te pido, voy a enviarlo todo”. La víctima, atrapada por el miedo y la culpa, siente que no hay salida.

 

Esto sucede de manera recurrente y se trata de sextorsión, un tipo de chantaje que consiste en amenazar a una persona con difundir su material íntimo, de índole sexual. Es una forma de violencia digital que avanza de manera silenciosa pero sostenida.

 

CÓMO OPERAN LOS AGRESORES EN ENTORNOS DIGITALES

En la mayoría de los casos, los agresores utilizan perfiles falsos con fotos atractivas, simulando interés afectivo o sexual para obtener el material, que luego utilizan con el propósito de extorsionar. Suelen iniciar el contacto a través de redes sociales como Instagram, Facebook y aplicaciones de citas. Comienzan a comunicarse de forma amigable, con halagos y brindando atención constante. Cuando consiguen establecer una relación cercana es cuando proponen realizar sexting, una práctica que consiste en enviar contenido sexual explícito. Una vez obtenida la foto donde se muestran los genitales y la cara, el agresor amenaza con hacerla pública si la otra persona no accede a determinadas exigencias: desde dinero hasta favores sexuales.

 

Por lo general, quienes sufren de estas extorsiones sexuales son mujeres, pero esto no significa que los varones queden exentos de esta agresión en entornos digitales. Investigaciones de diversos casos han demostrado que existen grupos organizados de estafa virtual dedicados a llegar a jóvenes haciéndose pasar por mujeres para así conseguir que paguen cientos de dólares o criptomonedas.

 

En julio de 2024, tanto Instagram como Facebook eliminaron un total de 64.000 cuentas, radicadas en Nigeria, dedicadas a la sextorsión. Durante este operativo informático, también se ha desarticulado una red de extorsión sexual llamada “Yahoo Boys”, que tenía por objetivo engañar a hombres.

 

Los abusadores pueden también actuar de forma anónima, sin necesidad de crear una identidad falsa o una cuenta específica. A menudo presumen de tener en su poder fotos íntimas, aunque esto no siempre sea cierto, o recurren al hackeo para invadir la privacidad de sus víctimas. Para ello, pueden utilizar programas maliciosos que les permiten acceder a las cámaras de los dispositivos o vulnerar sistemas de seguridad para obtener acceso al almacenamiento de imágenes personales. O incluso puede ser un conocido, como sucede en la pornovenganza, que se da luego de una ruptura amorosa o una pelea, cuando alguna de las personas involucradas difunde de forma pública material íntimo sin consentimiento de la otra, con intención de dañar.

 

EL IMPACTO DEL MIEDO Y LA CULPA

Este tipo de intimidación funciona debido al impacto emocional que llega a tener en las víctimas, quienes entran en un estado de hipervigilancia debido al temor de que su contenido íntimo se difunda y por el miedo de tener que afrontar las críticas y el estigma social. Lo que genera aislamiento, ansiedad, y en algunos casos, depresión.

Muchos experimentan vergüenza y culpa, ya sea por haberse tomado las fotos o por haber confiado en enviarlas. Lo cierto es que, por más que se hayan producido de manera voluntaria, no significa que exista un consentimiento para divulgarlas. Por eso tienen derecho a denunciar.

 

Hacerlo es fundamental, ya que el chantaje no termina con una sola entrega, sino que se transforma en un ciclo de manipulación y miedo constante.

 

MARCO LEGAL EN ARGENTINA

Actualmente se cuenta con avances legislativos que permiten tener herramientas y respaldo para actuar en estas situaciones. La Ley 26.485, conocida como Ley Olimpia Argentina, incorpora la violencia digital como una modalidad específica de agresión. La normativa define a esta violencia como “toda conducta, acción u omisión en el ámbito digital que, directa o indirectamente, cause daño a la dignidad, la intimidad, la libertad o la integridad de las mujeres”. Esto establece un marco de protección hacia las mujeres, quienes estadísticamente son más propensas a tener que atravesar situaciones de ciberchantaje sexual.

 

A pesar de que Argentina carece de legislación penal específica para abordar la sextorsión, los perjudicados pueden recurrir a figuras penales existentes para abordar sus casos. Este delito puede encuadrarse como extorsión (artículo 169 del Código Penal), violación de la intimidad (artículo 155) o como delito contra la integridad, si se prueba coacción o amenazas graves. Cuando las víctimas son menores, se aplica la figura de grooming (artículo 131). Para realizar la denuncia, se recomienda guardar todas las pruebas que se pueda tener: chats, correos electrónicos, capturas de pantalla y cualquier tipo de contenido que aporte información a los peritos informáticos.

 

No obstante, la necesidad de tipificar a la sextorsión como delito de manera específica continúa. A pesar de que los casos pueden encuadrarse dentro de otras figuras penales, seguir utilizando estas alternativas genera vacíos legales, interpretaciones arbitrarias y, muchas veces, impunidad. La falta de consecuencias claras y adecuadas para los agresores alienta la repetición de este tipo de accionar.

 

 

CLAVES PARA PREVENIR LA SEXTORSIÓN

  • No compartir fotos o videos íntimos en redes sociales.
  • Tapar las cámaras de celulares y computadoras.
  • Contar con antivirus y sistemas actualizados que protejan frente a programas maliciosos.
  • Cifrar la información, ante un eventual caso de robo.
  • Proteger los dispositivos con contraseñas seguras.
  • No instalar programas y aplicaciones no oficiales, para evitar programas espías.
  • Al practicar sexting, evitar mostrar el rostro o algún rasgo identificable (lunares, cicatrices, tatuajes, etc.)
  • Utilizar aplicaciones como Snapchat, que notifican si alguien guarda o toma una captura dentro del chat.

 

DÓNDE DENUNCIAR

En caso de enfrentarse a una extorsión sexual, no se debe cumplir con el pedido del agresor y no hay que borrar las conversaciones. La denuncia puede realizarse en comisarías, fiscalías o llamando a la Línea 137.

 

 

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