Mónica Vélez creó toda una empresa para su deliciosa producción. Durante 20 años participó de importantes exposiciones que la llevaron a difundir el postre regional hasta que logró expandirse.
Fue en 2003 que Mónica Vélez empezó materializar su sueño de crear una empresa. Parece extraño, pero entonces no tenía definido cuál iba a ser el producto, pese a que ya había imaginado la marca.
Luego llegó la idea de hacer nueces confitadas que son un producto regional. Así nació “Carmoni”, un emprendimiento que hoy es “modelo” en la provincia. La prueba más contundente de que los sueños deben ser siempre en grande, las convicciones sólidas y el trabajo planificado. “El año pasado expandió sus puntos de venta y las nueces ya se consiguen en Córdoba, en Buenos Aires (CABA, San Isidro, La Plata y Bahía Blanca) y en Neuquén. Estamos emocionados de anunciarles que cada vez nos expandimos más, ahora podés encontrar nuestras deliciosas nueces confitadas en varios puntos comerciales del país”, dice el anuncio en las redes sociales del emprendimiento.
Pero nada es casualidad. Esta vecina del barrio Reconquista destaca la importancia de reconocer las “oportunidades” que se presentan. Pues, según reveló a LA COLUMNA en 2022, incluso antes de saber confitar las nueces, ya tenía muy en claro que quería sumarse a la Feria de Artesanos por el 450º aniversario de Santiago del Estero.
Como el evento de julio se promocionaba en todas partes, era el lugar indicado para encontrar a sus potenciales clientes, tanto de la provincia, como turistas. Así que comenzó la etapa de prueba y error hasta alcanzar un postre como el que deseaba para luego encargarse de un empaquetado que estuviera a la altura y que contara al mundo de dónde proviene.
Pasaron varias ferias entre provinciales, nacionales e internacionales; capacitaciones y reconocimientos que posicionaron a “Carmoni” como la marca que hoy es. Moni No puede estar más orgullosa de lo que logró y no es para menos. Fue a partir de 2003 cuando las ideas comenzaron a tejerse en su cabeza y desde entonces no paró hasta crear su propia fábrica en la que, según cuenta, siempre hay stock.
-¿Cómo y por qué nace “Carmoni”?
-Yo he trabajado desde los 15 años en el comercio. Cuando me caso, con 33 años, veía a mis compañeras, a las que sus hijitos no las reconocían como mamás por el tiempo que pasaban afuera trabajando. Yo tenía la idea de que el día que tenga un hijo, quisiera criarlo yo, no dejarlo a cargo de otras personas. Cuando me caso y quedo embarazada, le digo a mi marido que prefería vivir con menos, pero renunciar a mi trabajo de empleada de comercio para criar a mis hijos.
Nunca había sido alguien que dependa de otro. Una vez, ha habido una discusión (matrimonial), porque cuando sos ama de casa nadie te reconoce. Siempre es una bola de trabajo a la que nadie le da valor. Cuando mi hijo ya tenía 6 años y mi hija 4, decido hacer algo, porque no quería ser más ama de casa.
Entonces, decidí emprender. Era el año 2003 y era el aniversario 450 de Santiago. Había una promoción que ya traspasaba la provincia; había publicaciones de la fiesta en todas partes. Y también iba a ser la primera Marcha de los Bombos. Yo creo que tenía dos motores fundamentales para emprender. Uno es desde adentro, el que te sale, esa fortaleza por alguna causa que yo tenía. Y el otro es ver la oportunidad. Yo he visto en esa fiesta que se iba a desarrollar, una oportunidad para Santiago.
-¿Por qué nueces confitadas?
-Las nueces confitadas no son un producto precisamente santiagueño, sino regional del norte. A mí me inspira hacer esto porque suponía que iban a llegar muchos turistas. La marca nace ese mismo día, porque, en un principio estaba con una amiga que se llama Carolina y las dos estábamos pasando una situación parecida, por eso es que decido ponerle este nombre: Carolina y Mónica: Carmoni.
Después yo seguí solita con el emprendimiento porque nunca lo hicimos las dos juntas. Teníamos la idea, pero nunca llagamos a concretarla. Yo no paré, no tenía vuelta ya como para decir: “me quedo con lo que tengo”. Yo sabía que tenía que hacer algo por mí. Y nace la marca, desde antes de hacer una nuez confitada. Y nace también la idea de que la conozca el mundo entero.
-¿Ya sabías cómo confitar nueces?
-No. He probado tres veces hasta que me ha salido el producto como quería. Porque, cuando me junto con mi amiga, Carolina, a ella le gustaba mucho pintar y hacer ese tipo de cosas, yo nunca había trabajado con telas, ni nada, siempre en comercio. Tampoco sabía hacer nueces confitadas, así que empecé a preguntar, hasta que me han salido las que hago actualmente.
A pesar de eso, nunca he dicho que iba a trabajar para cuando me pidan o para hacer probar primero a mi familia, no. Yo había empezado a hacer notas a la Municipalidad para avisar a todos que iba a hacer nueces confitadas, un producto regional. Hice las cajitas, compré la materia prima y así.
Mi primera feria fue al frente de la iglesia San Francisco, ahí vendí cuatro nueces. Fui con mi mesita y las cuatro personas que me habían comprado, han vuelto para felicitarme. Ahí dije, esto es lo que ha gustado así que sigo con eso. Me he dado cuenta de que era un buen producto.
Yo había probado nueces confitadas cuando era chiquita, en Apolo, pero a mí me ha surgido esto por el hecho de pensar que van a venir turistas y necesitaba un producto regional para vender.
-¿Qué pensaba tu entorno de esta iniciativa?
-En ese momento yo estaba en Buenos Aires, iba a cumplir 40 años y le conté a una tía lo que quería hacer. Ella con sus 80 y pico de años me dio la fortaleza; me decía: “vos seguí adelante que ese va a ser tu trabajo y te va a ir muy bien”. Yo vine con todas las ganas y en marzo estaba ya en la placita.
En julio estuve con mis cajas corrugadas, a las que les pintaba el mapita de Santiago. Hacía las ventas y andaba siempre con nueces confitadas, a donde iba. Donde yo veía un lugar hermoso, me presentaba. En 2004 y 2005 viajamos para las vacaciones de invierno y ahí llevé las nueces confitadas. Me fui a La Rural, al stand de Santiago del Estero. Hablé con la encargada y le dije: “yo soy santiagueña, este es mi producto, me encantaría estar aquí”. Y al año siguiente me han empezado a invitar y no han dejado de hacerlo.
-¿Con quienes trabajas?
-Trabajo con la familia en realidad. Con mi hija, que ya es una profesional. Este año se ha metido mucho en la empresa, como financista que es. Se llama Lucila Corneli, tiene 23 años y a los 22 se ha recibido en Administración en Finanzas en Londres. Mi hijo, Giuliano (23) es chef así que ayuda en la parte de la elaboración del producto.
¿Qué característica consideras que necesita un emprendedor?
-Yo calculo que el valor de creer y saber que lo que estás haciendo es bueno. Otra es enfocarte, saber a dónde quieres llegar. Yo he tenido muy claro eso. He querido llegar al turismo, a que sea un producto representativo para Santiago. No abarcar mucho sino enfocarte, en primer lugar hacia qué público dirigirte.
Otra característica es que tienes que de ir creciendo. Conocer bien las normas, estudiar las reglas, las leyes de lo que vos estás haciendo. No lanzarlo como algo así no más, sino ser una profesional de lo que estás haciendo.
-¿Hiciste capacitaciones sobre emprendimiento?
-Muchas capacitaciones, a través del Nodo, del Ministerio de la Producción, como yo desde un principio he querido hacer, no una nuez confitada así no más... Si bien es cierto que, en Carmoni se elabora todo a mano, no es un producto artesanal precario.
Es una empresa que está reglamentada con absolutamente todas las normas. Desde un principio que yo he decidido que todo sea avalado por bromatología; tener el producto autorizado y eso te lleva a tener cursos permanentemente.
Aparte, Carmoni es un producto sin gluten, eso es un plus para el que también tienes que tener a todo el personal concientizado para trabajar en un alimento libre de contaminación cruzada.