27 de junio, 2025
Entrevistas

Docente, madre y escritora. Atraviesa una dura enfermedad mientras sostiene su vínculo con la literatura como espacio de creación, escape y crítica. Con sensibilidad social y una voz propia, Natalia Laini escribe para no callar.

Natalia Ingrid Laini es una mujer de carácter. Enfrenta la vida asumiendo el desafío de portar la honestidad como estandarte, en una época donde las apariencias se construyen de imaginarios imposibles, con la vaga esperanza de encajar. Su historia es testigo de su fuerza, y su valentía de enfrentar la vida con la disposición de disfrutarla, independientemente de las circunstancias negativas.

Es profesora de Lengua y Literatura, y licenciada en Gestión Educativa. Madre de Tiziano, Mara y Ari. Escritora y cantante.

Actualmente está atravesando una lucha contra el cáncer de mama. Tiempo atrás le donó un riñón a su hijo Tizi, y hoy se enfrenta a un sistema de salud que poco la acompaña.

Aun frente a un difícil panorama, Natalia mantiene su esencia creadora y artística. Ha participado en las antologías “De Montes y Hadas”, de la agrupación santiagueña La Garganta Diversa, y “Poesía Federal”, un proyecto colectivo de alcance nacional.

La lectura siempre ha estado presente en su vida y, por consecuencia, la escritura. Comenzó a escribir a los 12 años, de manera intuitiva, y fue después de incursionar en diferentes carreras que terminó formándose en Lengua y Literatura.

En una entrevista exclusiva con LA COLUMNA, Natalia compartió su mirada sobre la literatura, la importancia de la lectura y el rol que tiene la escritura en su vida.

-¿Qué papel ocupa la escritura en tu vida cotidiana hoy?
-Bueno, obviamente maternando. Yo vivo sola con mis tres hijos, así que es muy difícil encontrar un rinconcito de soledad para escribir, porque la tarea -Ernest Hemingway lo decía, también Stephen King lo dice- es una tarea solitaria. Para poder hacer un tejido de pensamientos que después se convierta en un texto -que de ahí viene “texto”, del latín “tejido”- una tiene que sí o sí estar sola para encontrarse con las ideas, con el proceso de escritura. Cosa que, en mi caso, es bastante difícil. Y cuando estoy sola siempre tengo algo para hacer, así que es complicado también.

-¿Qué representa la escritura para vos?
-La escritura, para mí, desde que soy pequeña, ha sido el vehículo para exorcizar procesos. La escritura es un exorcismo, es una manera de lo malo, de alguna manera enfrentarte a tus fantasmas, a tus demonios, a tus miedos y poderlos expresar. Sería como la parte terapéutica, porque uno escribe lo que le pasa. Para mí siempre ha sido un vehículo de escape -no de evasión, pero sí de escape- de descanso, de expresión de lo que uno está sintiendo.

-¿Qué rol tuvieron la lectura y la escritura durante tu tratamiento?
-Y, en la enfermedad, me ha ayudado un montón, tanto la lectura como la escritura en mismas partes, en mismas proporciones. La lectura, porque me ha permitido explorar otros mundos mientras estoy con mi tratamiento: poder viajar, poder desplazarme imaginariamente cuando estoy en cama, lo cual es bastante placentero. Y después, la escritura, como parte propia del proceso de sanación, de curación, y también un poco de expresión. Porque por ahí uno tiene cuestiones con la enfermedad que no las puede poner en palabras, y la poesía te sirve un montón con todos los recursos que tiene.

-¿En qué género te sentís más cómoda?
-Generalmente lo que me gusta escribir es poesía, prosas cortas o cuentos. Por ahora no he publicado ninguno, pero tengo ahí algunos en el bolsillo. Nada más porque el cuento, para mí, es un género como superior. Como decía Julio Cortázar, que hablaba acerca del tema de escribirlos, y que realmente es difícil darle el giro del que hablan los teóricos literarios -el giro inesperado, el enganche- entonces es como que tengo mucho respeto por el género. Y creo que, antes de publicar cuentos -que sí los tengo, pero como muy escondiditos- voy a hacer una reselección.

-¿De qué suelen tratar tus poemas? ¿Qué es lo que buscas transmitir con ellos?
-Son de tono intimista los poemas. Tengo muchas experiencias como fuertes en cuanto a maternidad. Bueno, transito mucho en el sistema de salud por enfermedades graves. Entonces los poemas, por ahí, son un poquito crudos. Pero bueno, justamente porque en cuanto a lo que es poesía, me gustan mucho los simbolistas, los franceses del siglo XIX. Hace un poco me han publicado un casi ensayo, un pseudoensayo, en una página de Facebook, acerca de qué es la poesía o cuál es el concepto que nosotros manejamos. Yo me remonto mucho a lo que es el tema del vaticinio, como por ahí tocando los bordes de lo que sería el futuro.

-¿Qué idea tenés sobre el rol del poeta en la sociedad?
-Por eso mis poemas, por ahí, en este momento son un poco trágicos. Porque yo creo que la labor del escritor no es mantenerse al margen de lo que pasa en la realidad, sino confluir un poco con esa sensación, con eso que se está viviendo. Y el poeta tiene que, de alguna manera -con alguna metáfora, con alguna imagen, por más que esté guardada, escondida- revelar eso. Y digo: son medio tristes, medio trágicos, porque siempre he sido muy social. O sea, tengo esta sensibilidad social de saber qué es lo que está pasando en mi país, qué es lo que está pasando en la sociedad. Y bueno, por ahí, un poco veo que, en vez de estar unidos y, como de alguna manera, que haya una cohesión social, se están despertando muchos discursos de odio, muchas cuestiones que, por ahí, no nos hacen construir algo lindo. Y los tonos de mis poemas se han puesto así, medio realistas.

-¿Por qué crees que es importante hablar de literatura?
-Creo que se debería reivindicar el tema de la literatura en el mundo, como dadora también de saber. Así como lo hacemos con la ciencia o con otras cuestiones ligadas al conocimiento académico. Creo que la literatura es generadora de pensamiento crítico, pensamiento empático. Y creo que todo ser que se acerca tempranamente a la literatura tiene el poder de leer el mundo. Yo les digo así a mis alumnos: que tienen que aprender a leer el mundo. A mis hijos también se los digo. Y esas herramientas para leer el mundo son dadas por la lectura. La lectura viene primero, la escritura viene después, pero creo que también hay una dialéctica entre lo que leemos y lo que escribimos.

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