“La Dismorfia Corporal es la preocupación excesiva por la propia imagen”
Aunque es un trastorno propio de la adolescencia, aumentan los casos de personas en distintas edades que padecen este trastorno psicológico.
Perseguir una simetría perfecta por distintos procedimientos puede generar complejos que quizá antes no existían. La probabilidad de sufrir consecuencias psicológicas es real, como la disminución del estado de ánimo, baja autoestima, reducción de la actividad, inapetencia por realizar actividades o aislamiento al no querer relacionarte con personas en la vida real. Estos síntomas podrían derivar en trastornos más graves como la ansiedad, trastornos alimentarios, depresión, o Trastorno Dismórfico Corporal.
“La persona nunca está satisfecha con su aspecto físico, a pesar de lo que le digan los demás, suelen evitar, por ejemplo, salir con sus amigos, asistir a clases, trabajar o hacer actividades normales de la vida cotidiana”, manifiesta la Licenciada en Psicología Eliana Gómez Arce (M.P 822) respecto a algunas de las consecuencias que trae aparejado esta complicación generada por factores psicológicos, biológicos y ambientales.
En entrevista con La Columna, la profesional santiagueña aborda la importancia del trastorno, que está mucho más presente de lo que imaginamos.
Tener “Dismorfia Corporal” significa manifestar preocupación excesiva por uno o más defectos o imperfecciones sobre la propia imagen corporal.
Llamamos “imagen corporal” a la representación mental del cuerpo, que se inicia en la infancia, pero es en la adolescencia donde resulta trascendental para el desarrollo de las diversas áreas en la vida la persona, siendo uno de los autoconceptos más importantes que forman la autoestima.
Además de lo físico, es un tipo de trastorno psicológico que afecta a la vida psicosocial de la persona. Debido a que está relacionado con una obsesión compulsiva por el propio aspecto físico, la persona llega a sentir altos niveles de ansiedad, y tener ideas distorsionadas e irracionales sobre su estado físico que puede desencadenar efectos destructivos en su vida, desarrollando hábitos compulsivos en su día a día y con un impacto negativo en su autoestima impidiendo desenvolverse en la vida escolar, laboral y social.
La persona nunca está satisfecha con su aspecto físico, a pesar de lo que le digan los demás, suelen evitar, por ejemplo, salir con sus amigos, asistir a clases, trabajar o hacer actividades normales de la vida cotidiana.
Es extremadamente preocupante estar atormentado por pensamientos sobre imperfecciones en la apariencia. Estos pensamientos entran en la conciencia de la persona a lo largo del día (3 a 8 h diarias) y son difíciles de ignorar.
Es un trastorno propio de la adolescencia, ya que implica el paso de una identidad infantil a la adulta, y dicha identidad se enmarca en el cuerpo, y este cuerpo cambia rápidamente en la adolescencia, lo cual tarda en perderse la identidad de niño a nivel cognitivo-emocional.
Durante ese proceso de cambio, pueden surgir sentimientos de vergüenza ante las posibles decepciones de lo que esperaba sobre su apariencia como adolescente; toman a la autoimagen como lo más importante. Sin embargo, pueden aparecer en cualquier etapa de la vida.
Actualmente, se desconocen las causas de la dismorfia corporal, pero se han identificado una serie de factores de riesgo que podrían explicar la aparición de esta patología. Como, por ejemplo:
El contexto social: en las redes sociales y los medios de comunicación existe una cultura de la imagen que afecta a la percepción e importancia que le dan las personas a su propio físico. Los cánones de belleza y los mensajes mediáticos generan una presión en las personas por lograr una imagen en base a unos estándares promovidos por la sociedad.
Los cambios propios de la adolescencia: la vivencia de complejos o estigmas físicos en el período de la adolescencia, como por ejemplo acné o marca de nacimiento, puede favorecer el desarrollo de inseguridades y de atención excesiva de la propia imagen corporal.
El bullying: las experiencias traumáticas en la infancia y/o adolescencias relacionadas con el acoso, la humillación o las críticas acerca de la imagen y apariencia física por parte de compañeros y compañeras de clase.
El maltrato psicológico por parte de la pareja: haciendo referencia a las exigencias por cumplir los estándares de belleza impuestos por una pareja afectiva, que conduce a las humillaciones, las críticas y el chantaje emocional.
Los estilos de crianza: las familias que ejercen excesiva presión en el aspecto estético hacen uso de la crítica y la humillación a sus hijos o hijas. Esto puede constituir un disparador del trastorno.
Los rasgos de personalidad: existen una serie de rasgos de personalidad que se asocian con la dismorfia corporal como la baja autoestima, el perfeccionismo, el neuroticismo o la inseguridad.
Miedo a estar solo: puede haber personas que piensen que a través de la apariencia se pueden tener más amigos y conseguir ser más populares en el trabajo.
Pienso que sí, debido a que los medios de comunicación, las redes sociales y la cultura en general promueven una presión estética muy fuerte. En muchas ocasiones, eso provoca una preocupación por el aspecto físico de la persona.
La realidad virtual nos lleva a percibir instancias que no suceden en el contexto real, aunque sí impactan en la cognición sensorial (como el uso de la cámara respecto al zoom, los filtros, los efectos, etc.). Es decir, nos ofrece un engaño en la psiquis. La mayoría de las aplicaciones alteran y modifican el contexto de realidad dado que la observación excesiva de uno mismo altera la conciencia de realidad de su propio cuerpo.
Esto puede causar graves consecuencias como ideas compulsivas que pueden llevar a múltiples cirugías y/o múltiples dietas extremas, hasta autolesiones.
Las alarmas que deben tener en cuenta las personas que padecen el trastorno dismórfico corporal, o personas cercanas a éstas, son comportamientos compulsivos o repetitivos como las siguientes:
Se miran varias veces al espejo, se retocan la piel y exageran al corregir un defecto percibido; comparan demasiadas veces su aspecto físico con el de los demás (en la calle o en las redes sociales); se preocupan por una parte específica de su cuerpo, por ejemplo, de la cara (nariz, arrugas, acné, cicatrices etc.), del pelo, la piel, los genitales, del tamaño de los senos (sobre todo las mujeres) o del tamaño o tono muscular (sobre todo los hombres), la asimetría corporal; hacen todo lo posible por ocultar los defectos percibidos, por ejemplo, pasan mucho tiempo eligiendo la ropa que se van a poner, peinándose, maquillándose, etc.; creer que otras personas le juzgan o se burlan de su apariencia; evitan reuniones o situaciones sociales, por temor a que terceras personas vean las imperfecciones que ellos perciben; creencia firme de ser feo o incluso de estar deformado; buscan afirmaciones tranquilizadoras de parte de terceras personas.
Pellizcarse la piel (desarrollando excoriaciones); malestar significativo que acaba también interfiriendo en el funcionamiento diario de la persona o en sus diferentes áreas vitales (familiar, académico, laboral, etc.); puede existir ideación suicida o autolesión.
El trastorno dismórfico corporal, a menudo se asocia con la ansiedad, la depresión, trastornos alimenticios, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y al abuso de sustancias.