En la era digital, la nutrición enfrenta retos que van más allá de la estética: el exceso de peso afecta a más del 65% de los argentinos. La Dra. Elena Pastor Manfredi sostiene que la respuesta debe incluir ciencia, tratamientos personalizados y un enfoque integral que contemple el papel de la microbiota en la salud.
Los problemas vinculados al exceso de peso constituyen uno de los principales desafíos para la salud pública. Frente a esta realidad, la Dra. Elena Pastor Manfredi, Directora de Nutrición de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP), advierte que los enfoques deben ir más allá de las dietas convencionales, incorporando avances científicos, abordajes personalizados y una mirada crítica sobre la desinformación nutricional que circula en entornos digitales.
La obesidad en adultos es uno de los factores determinantes que explican el crecimiento de las principales causas de mortalidad y morbilidad en el mundo. En América Latina, la proporción de personas adultas en situación de sobrepeso y obesidad aumentó significativamente en las últimas décadas.
Según la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (octubre 2019), en Argentina se estableció un 61,6% de exceso de peso. Hoy en día se estima que más del 65% de la población estarían dentro de este grupo.
La investigación científica busca de forma constante nuevas estrategias rápidas y efectivas, más allá de las dietas, para el tratamiento de la obesidad. Hoy en día se cuenta con medicamentos, bajo receta médica y estricto seguimiento profesional, que se utilizan junto a un estilo de vida saludable para lograr un óptimo descenso de peso.
Algunos de estos fármacos podrían tener consecuencias negativas a largo plazo y mostrar efectos secundarios en el corto tiempo de uso. Es por esto que los profesionales de nutrición, entienden la gran importancia que tiene ir más allá de la enfermedad y evalúan la causa raíz de la inflamación que se observa en las patologías crónicas más prevalentes a nivel mundial (diabetes, hipertensión, obesidad, entre otras).
La Dra. Pastor Manfredi indica que aunque todavía no hay respuestas definitivas para describir cómo es la simbiosis óptima entre los microorganismos y el ser humano, se sabe que la microbiota intestinal juega un papel clave para el mantenimiento de la salud. Múltiples estudios intentan evaluar cuál sería la proporción o combinación de microorganismos, especialmente bacterias, más adecuada para cada individuo. Esto llevaría a plantear tratamientos personalizados en cada paciente, basados en un perfil microbiano saludable.
Por otro lado, haciendo referencia al mundo digital, los influencers de nutrición juegan un papel cada vez más importante en la promoción de la salud y el bienestar a través de las redes sociales. En su mayoría, estos creadores de contenido son nutricionistas o profesionales de la salud, que utilizan plataformas como Instagram, TikTok y YouTube para compartir consejos, recetas, e información sobre alimentación saludable con sus seguidores.
Su influencia puede ser muy significativa en la alimentación diaria. Se debe tener cuidado con aquellas publicaciones o cuentas que no provienen de voces profesionales y recomiendan productos, sin aval científico, que pueden generar un daño o inventan posibles beneficios que no existen.
En un contexto atravesado por el aumento de enfermedades crónicas y el impacto de la comunicación digital, la Dra. Pastor Manfredi remarca la necesidad de sostener una mirada integral, basada en evidencia científica y con un compromiso real con la salud pública. La nutrición del futuro no puede desligarse de la personalización, la formación continua y la responsabilidad en los mensajes que se difunden.
En este escenario, la mirada médica y científica convive con una transformación cultural: las redes sociales, los cambios en los hábitos de consumo y la demanda de alimentos más saludables y sostenible está redefiniendo la manera en que las personas se relacionan con la comida.
Una nueva era de consumo
El 67% de los argentinos quiere saber de dónde proceden sus alimentos y cómo fueron elaborados. Esta realidad está redefiniendo la industria y obliga a las marcas a adaptarse. Hoy, la decisión de consumo es holística. Se trata de una experiencia integral, en la que el sabor convive con el origen de los ingredientes, la salud, la ética en la producción, la autenticidad y hasta el impacto ambiental.
En este contexto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una alimentación basada principalmente en productos de origen vegetal, con un buen equilibrio entre calorías consumidas y gastadas. Según la OMS, una dieta saludable debería priorizar los carbohidratos provenientes de legumbres y cereales integrales, limitar las grasas totales a menos del 30% de la ingesta calórica, reducir los azúcares libres y el sodio, e incorporar al menos 400 gramos diarios de frutas y verduras.
Los consumidores son cada vez más conscientes de ello. Así lo refleja el estudio global Taste Tomorrow, desarrollado por la foodtech belga Puratos, que analiza tendencias de consumo en todo el mundo. A la hora de elegir un pan, una factura o una torta, los consumidores valoran aspectos que van más allá del gusto: buscan saber cómo fue elaborado el producto, de dónde provienen sus ingredientes, si es saludable, si responde a las necesidades de su dieta y si es respetuoso con el ambiente. Esta transformación en la demanda está llevando a las empresas del rubro a repensar sus recetas, sus procesos y sus valores.
Uno de los emblemas de este nuevo consumo es la masa madre. Si bien se popularizó en los últimos años como una alternativa más saludable al pan tradicional, hoy la tendencia se expande a nuevas categorías. En Argentina, el 55% de las personas percibe que el pan de masa madre es más saludable, lo que impulsa su adopción tanto en panificados como en productos de pastelería.
Otra tendencia que se impone con fuerza en Argentina es el consumo de productos a base de plantas. Según el estudio de Puratos –empresa global que ofrece soluciones de panadería, pastelería y chocolatería para artesanos, emprendedores, industriales-, el 69% de los argentinos compra alimentos de origen vegetal, un número muy por encima de la media global (56%). Uno de cada tres consumidores locales elige estos productos cada semana y buscan, no tanto que imiten al producto original de origen animal, sino que sean sabrosos, tengan buena textura y sean naturales.
Este crecimiento del “plant-based” no ocurre de forma aislada, sino como parte de un movimiento más amplio de alimentación consciente. La idea de comer sano, respetando las propias necesidades y sin resignar sabor es cada vez más importante.
Esta preferencia también tiene una dimensión ambiental: el 77% de los latinoamericanos afirma estar interesado en productos procedentes de métodos agrícolas sostenibles. Las decisiones de compra se extienden cada vez más a toda la cadena de producción. El abastecimiento local, el comercio justo, la agricultura responsable y la transparencia son factores que, en muchos casos, inclinan la balanza.
Pese a esta búsqueda de innovación y salud, los clásicos no pasan de moda. Al 72% de los argentinos le gusta encontrar un elemento familiar cuando prueba nuevos tipos de comida. El 75% aún prefiere sabores tradicionales, mientras que el 67% se muestra abierto a experimentar con nuevas texturas. Hay una especie de nostalgia adaptada a los tiempos modernos: el confort de lo conocido, con un toque de novedad y creatividad.
Esta combinación da lugar a propuestas que apelan tanto a la emoción como al paladar. El 60% de los argentinos quiere probar sabores inusuales o mezclas inesperadas. Así, la innovación no es solo una cuestión tecnológica o nutricional, sino también sensorial.