22 de octubre, 2024
Nota de Portada

Una mujer de Los Juríes es juzgada por matar a su hija recién nacida en 2021. Pese a lo macabro del caso, no es el único del que nuestra sociedad deba lamentarse. Santiago del Estero tiene su propio historial de niños asesinados por sus progenitoras.

Convertirse en madre soltera no es fácil, mucho menos cuando una mujer es muy joven, no tiene medios propios para mantenerse y depende exclusivamente de su familia. Es una de las razones principales por las que algunas eligen esconder su embarazo, y era una situación bastante común hasta no hace mucho tiempo. Si bien la gravidez parece inocultable, hay muchas que lograron ocultar su panza, con ropas holgadas o escudadas en el sobrepeso. Los motivos que las llevan a tomar tal determinación, casi siempre, están relacionados con el abandono o rechazo de hombre que las embarazó. Lo cual significa encarar la maternidad en soledad.

Sin embargo, el tiempo, algunos cambios culturales y el acceso a la información fueron modificando ciertas conductas que parecían arraigadas e imposibles de transformar. De modo tal que las panzas dejaron de ocultarse, pero no todas…

Anabella Barreto tenía 21 años cuando descubrió que estaba embarazada. Vivía en el barrio Mailín, de Los Juríes, departamento Taboada, al sudeste de la provincia. Los nueve meses de gestación los vivió en soledad, pues el padre de la criatura que iba creciendo en su vientre se habría hecho a un lado, como si no tuviera responsabilidad por el bebé en camino. A ello se sumó el miedo que sintió de decir la verdad a su familia, quizá creyendo que no la entenderían, la echarían a la calle o, peor aún, la obligarían a abortar. Solo ella sabe todos los pensamientos que pasaron por su mente. Lo único cierto es que a fines de marzo de 2021 tenía un embarazo a término y nadie más lo sabía.

Sin ningún tipo de control médico durante toda la gestación y en completa orfandad vivió su embarazo. Así, en la noche del 29 de marzo comenzó con el trabajo de parto, los dolores fueron tan fuertes que atinó a tomar un par de calmantes que solía darle a su abuela enferma. Pero los medicamentos no fueron suficientes para calmarla. Ya en la mañana del día siguiente, se encerró en el baño. En su interior, como pudo, y con todo el dolor, dio a luz a una beba, a la que habría ahogado en un fuentón con agua.

Sus gritos de dolor y el tiempo que transcurrió en el sanitario preocuparon a su familia, que ignoraba lo sucedido y comenzaron a golpear la puerta con insistencia, queriendo saber qué le había ocurrido. Cuando por fin abrió la puerta, la vieron totalmente ensangrentada y descompensada, casi a punto de desmayarse. Ante su estado, de inmediato fue trasladada hacia el hospital de Los Juríes, luego al zonal de Añatuya, y finalmente al Centro Integral de Salud Banda, donde se comprobó que tenía una grave hemorragia y desgarro de útero.

Mientras tanto, como el baño estaba impregnado de sangre, su familia comenzó con las tareas de limpieza. Para su sorpresa se encontraron con una beba oculta en medio de trapos.

 

EL JUICIO

La vida de Anabela estuvo en serio riesgo hasta que los profesionales de la salud lograron estabilizarla y salvarla.

Mientras tanto, la investigación estuvo motorizada por la fiscal Florencia Garzón. En primer término, se conocieron los resultados de la autopsia de la criatura: había nacido con vida, con 3,500 kilos y falleció a causa de una “asfixia por sofocación”, a causa de los trapos con los que cubrieron sus vías respiratorias.

La causa fue elevada a juicio por la jueza de Control y Garantías de la Circunscripción Añatuya, Dra. Gladys Liliana Lami, quien rechazó el sobreseimiento pedido por el Dr. Pedro Orieta, abogado de Barreto. El defensor había señalado que la joven no era consciente de lo que hacía, estaba bajo los efectos de sustancias que había ingerido para calmar el dolor, o sea los fármacos de su abuela con los que se automedicó.

Por su parte, el fiscal Santiago Bridoux se opuso a tales planteos y pidió que Anabella Barreto se imputada por homicidio agravado por el vínculo. Como argumentos, se refirió a la vulnerabilidad de la bebita y su estado de indefensión. Además, hizo hincapié en que la mujer ocultó su embarazo durante los 9 meses de gestación, pues no le contó ni a su familia ni a sus amigos que estaba embarazada, tampoco se hizo controles para resguardar la vida y la salud de su hija y también la suya.

Con estos antecedentes, la causa llegó a juicio oral, que comenzó el pasado 8 de julio, con el tribunal integrado por los jueces Luis Achával, Luis Domínguez y Julio Carmelo Vidal, quienes tienen la responsabilidad de juzgar el accionar de Anabella Barreto, la que podría recibir una pena de prisión perpetua.

Sin embargo, la defensa asegura que la mujer actuó movida por una “urgencia o emergencia obstétrica", lo que puso en peligro la vida de Anabella. Además, indicó que su intención no era dañar a la criatura.

Pese a la gravedad de la acusación, la mujer no estuvo presente en la apertura del juicio, sino que lo hizo en forma virtual, ya que ella mantiene prisión domiciliaria, pues se encarga de los cuidados de su abuela, quien se encuentra discapacitada. Sin embargo, aseguró que nunca tuvo la intención de matar a su hija sino de criarla a su lado.

En el mismo tono, el Dr. Pedro Orieta aseguró que “mi cliente no es una asesina de su hija, sino una paciente que carecía del debido control médico y en quien los medicamentos por poco la matan. Fue rescatada sangrando, desde el baño, y los médicos la salvaron de milagro".

Al cierre de esta edición, el debate oral continuaba. La sentencia, condenatoria o absolutoria, se conocería en los próximos días.       

 

ABNEGACIÓN NATURALIZADA

Es natural pensar que las madres son incondicionales de sus hijos, que está ínsito el sacrificarse por ellos, priorizarlos, entregarles todo: tiempo, gustos, esfuerzos, dinero. Se piensa que ellas son sinónimo de perpetua abnegación, de vivir para sus hijos, de hacer de ellos el centro de sus vidas, de todas las alegrías y recompensas. Por los menos es lo que siente la mayoría de las mujeres que se convirtieron en mamás.

De ellas se espera todo, hasta que renuncien a sus propias vidas por sus hijos, lo cual es considerado casi un mandato cultural.

Sin embargo, esa premisa cae por la borda cuando se descubre que no hicieron nada para protegerlos, sino que terminaron con sus vidas, pues no todas las mujeres poseen esa capacidad de amar a sus hijos en forma ilimitada.

Eventualmente, algunas pueden ser dueñas de un sentimiento ambivalente que los lleva del amor al odio. Otras aseguran que no pueden dominar sus emociones y golpean a sus hijos con furia, sin tener en cuenta la fragilidad de sus cuerpos, y que las heridas causadas pueden llegar a matarlos.

Más allá de los casos de criaturas asesinadas en los primeros instantes de sus vidas, en forma permanente se conocen hechos de violencia contra los niños en el ámbito intrafamiliar, que se repite en distintos ámbitos y no tiene nada que ver con la pobreza, con las limitaciones económicas, educativas y culturales –como muchos lo creen-, sino que atraviesa a unos y otros, sin distinguir clases sociales.

Lamentablemente, Santiago del Estero tiene su propio historial de niños asesinados por sus madres.

 

EL PEOR ESCENARIO

Cerca del mediodía del miércoles 28 de junio de 2023, dos pequeños primos se encontraban jugando en el fondo de su casa cuando encontraron a “un bebé tirado”, según se lo informaron a la mamá de uno de ellos. La mujer creía que se trataba de un juego, pero los gritos de los niños la alertaron que sucedía algo más.

Así fue que se dirigió hacia el lugar donde los niños le señalaban y encontró lo que nunca imaginó: el cuerpo de un recién nacido, aun con el cordón umbilical, sucio por la tierra y las hierbas del lugar. Por lo que pudo determinar, la criatura había estado enterrada en un pozo cercano, pero los perros la sacaron a la luz.

Sin poder entender qué sucedía sacó a su hijo y su sobrino de ese sitio, alejó a los perros y se comunicó rápidamente con efectivos de la comisaría 15 para comunicarles de su macabro hallazgo. Mientras tanto se preguntaba quién podría haber ingresado a su casa para enterrar el cuerpecito, cuándo. Pero no hallaba respuestas.

Los efectivos no tardaron en llegar a la vivienda ubicada en calle Cervantes al 1700, del barrio Menéndez, en la ciudad de La Banda y comprobaron que había un recién nacido muerto en el lugar.

El fiscal Hugo Herrera junto al equipo de Criminalística realizaron todas las tareas de investigación en el lugar, a los que se sumaron peritos de la División Homicidios y Delitos Complejos Banda. El trabajo en conjunto permitió determinar que el sitio estaba cubierto de malezas, pero encontraron una manta y una remera con sangre, elementos con los que habrían cubierto a la criatura.

Aun sin autopsia, los peritos forenses adelantaron que la criatura habría estado viva antes de ser enterrada. Así que, en un principio, los ojos de los investigadores se posaron en la dueña de casa, la mujer que encontró los restos del bebé. Pero luego de una breve inspección se determinó que no tenía huellas de haber dado a luz.

EN LA MIRA

Ella contó que vivía en el lugar junto a su pareja y su hijo de seis años, quien encontró el cuerpo. Pero compartía el hogar con otros familiares, entre ellos, la mamá del otro niño que hizo el hallazgo, la que no estaba presente en el momento en que llegaron los investigadores. No obstante, la dueña de casa contó que ninguna de las mujeres de esa casa estaba embarazada, o al menos ella no lo sabía.

Una vecina del lugar aportó un dato importante al relatar que percibió signos de embarazo en la madre del segundo niño, pero que no estaba segura y que no se lo había preguntado porque también podría ser producto de algunos kilos de más.

Por lo cual, apenas esta mujer arribó al lugar comenzaron a interrogarla. Ante sus respuestas dudosas, quedó en la mira de los peritos.

Mientras tanto, el fiscal Herrera pidió que se relevara a las vecinas del lugar, que estuvieran cursando el período final del embarazo. También requirió informas a las UPAS de la zona y al Centro Integral de Salud para que comuniquen acerca de los controles realizados a mujeres en esta etapa.

 

DESCONOCÍA EL EMBARAZO

Cuando los informes preliminares llegaron a manos del Dr. Carlos Ordoñez Ducca, juez de Control y Garantías, ordenó que la mujer sea trasladada hacia el nosocomio bandeño, para que le hicieran las revisiones de rigor, pues las pericias adelantaban que la criatura había sido enterrada viva.

Mientras tanto, el equipo forense adelantó que la beba había nacido viva, producto de un embarazo a término, no presentaba lesiones visibles y la causa de muerte tendría que ver con la asfixia provocada cuando la enterraron.

Así fue que los profesionales médicos del CIS determinaron que la mujer, de 25 años, mostraría signos evidentes de haber dado a luz en las últimas horas. De modo tal que fue traslada a la Alcaidía de Mujeres del barrio El Rincón.

A la vez, el juez citó a todos los habitantes de la casa, quienes habrían asegurado que desconocían del embarazo.

Si bien en sede policial la mujer habría dicho que ella tampoco sabía que estaba embarazada, que se vio sorprendida con el parto, y que vio que la criatura estaba morada cuando nació, sin llorar. Por lo cual, creyó que había nacido sin vida. Ante lo cual se habría decidido a enterrarla en la parte de atrás de la casa.

Sin embargo, cuando el pasado lunes fue trasladada hacia la Unidad Fiscal de Género y Violencia Intrafamiliar para la Circunscripción Banda y Robles, para prestar declaración testimonial, se negó a declarar, por consejo de la defensora oficial, Dra. María Cecilia Pintos. Sin embargo, continua tras las rejas acusada de “homicidio calificado por el vínculo”.

 

CONDENADA A PERPETUA

En otro caso, el 13 de mayo de 2019, Antonella López fue condenada a prisión perpetua, ya que durante el debate se habían presentado las pruebas suficientes para acreditar la responsabilidad penal de la acusada y su clara intención de darle muerte a su bebé recién nacida.

La criatura fue encontrada el 20 abril de 2017 en un basural, ubicado en el barrio Ampliación Islas Malvinas, de la localidad de Pinto, al sur de la provincia. En su declaración, la mujer contó que dio a luz en su casa, dos días antes del hallazgo. Durante su permanencia en el hogar, no habría alimentado en ningún momento a la bebé. Las razones que brindó para justificar su aberrante accionar fueron los constantes maltratos y el abandono por parte de su concubino. Agregó que no tenía contacto alguno con su familia.

El Tribunal resolvió hacer lugar al pedido de la fiscal que llevó adelante la investigación penal, Dra. Andrea Darwich, y dictó la pena máxima para la joven imputada por el delito de “Homicidio agravado por el vínculo” en perjuicio de su bebé recién nacida.

El fiscal Dr. Martin Silva asistió a la audiencia para escuchar el veredicto y las últimas palabras de la joven donde pidió a los jueces que se le concediera una nueva oportunidad, como ya había solicitado en la audiencia de los alegatos de clausura, para poder continuar con la crianza de su otro hijo.

Conformado por los Dres. Julio Alegre Paz, Julio Vidal y Alfredo Pérez Gallardo, el tribunal dictó la pena máxima por mayoría de votos. Sin embargo, el Dr. Julio Alegre votó en disidencia por la pena de 18 años considerando la circunstancia extraordinaria de atenuación solicitada por la defensa técnica de López. Aun así, Antonella López recibió una condena a prisión perpetua.

 

 

 

 

EN LA BASURA

El siguiente caso tiene que ver con la decisión del Superior Tribunal de Justicia, de revocar la prisión perpetua dictada a Micaela Díaz, el 3 de junio del 2016 por el asesinato su hijo de tres meses, ocurrido en mayo de 2013 en la ciudad de Bandera-, fue condenada a 19 años de prisión.

Hay que recordar que, tras la condena a perpetua, la defensa interpuso un recurso de alzada, pero el tribunal ratificó la perpetua. Después, planteó un recurso de casación. Esta vez, el Superior Tribunal de Justicia desestimó el “homicidio calificado por el vínculo” y juzgó que hubo “circunstancias extraordinarias de atenuación”.

Durante el juicio de cesura, la fiscal del caso Érika Leguizamón solicitó a los vocales de Cámara una pena de 23 años de cárcel, al sostener que prevalecen los agravantes sobre la conducta de la mujer.

Finalmente, el día 7 de junio de 2019, el Tribunal -conformado por los vocales Élida Suárez de Bravo, Juan Carlos Storniolo y Julio David Alegre Paz- dio a conocer su resolución y condenó a la joven a cumplir la pena de 19 años de prisión.

 

BEBÉ DE 9 MESES

El 17 de octubre de 2018, Nicolás Alexander Carrizo, de 9 meses de vida, ingresó sin vida al hospital de Clodomira con un supuesto problema cardíaco, según los dichos de su propia madre.

La médica de la Policía, al observar que el cuerpo del bebé presentaba hematomas, indicó realizar la autopsia.

Su madre, identificada como Ramona Antonia Peñaloza, de 26 años, domiciliada en Los Ralos, Tucumán, manifestó que ese día había arribado con su pareja, Nicolás Antonio Belizán, de 19 y su bebé, a la localidad de Jumi Pozo, donde vive el padre del joven.

Según los dichos de la mujer, a las 21.30 aproximadamente advirtió que el menor tenía “poca respiración”, por lo cual lo trasladó de urgencia al mencionado nosocomio, donde fue examinado por el doctor Jema Nici, quien diagnosticó que se encontraba sin vida.

El 4 de julio de 2019, el tribunal de la Cámara de Apelaciones, integrado por los Dres. Luis Lugones, Gloria Cárdenas y Cristian Vittar, le concedió la excarcelación extraordinaria.

El tribunal, hizo lugar al pedido del defensor, quien planteó que la acusada tiene otros cuatro hijos menores, entre ellos un menor discapacitado, en Tucumán. Su defensa planteó que, pese tener domicilio en la vecina provincia, no tiene los recursos necesarios para fugarse, ya que su condición es de escasos recursos.

Mientras que fiscal Pablo Moya señaló que el informe de la autopsia indica que el pequeño de nueve meses de vida falleció tras ser víctima de asfixia por sofocación.

Tras los planteos, el tribunal decidió hacer lugar al pedido de excarcelación extraordinaria para la joven tucumana.

 

TATIANA

Tatiana Salomé Córdoba tenía 2 años y 4 meses. Sin embargo, su vida no fue color de rosas. Sus únicos momentos felices fueron mientras estaba al cuidado de sus padrinos. Nadie recuerda que tuviera esa felicidad cuando estaba al lado de sus padres. Tampoco se acuerdan de su risa ni de sus momentos de juego. La imagen que quedó de ella es la de sus últimos instantes, cuando su cuerpecito era trasladado hacia el cementerio, luego de haber recibido una brutal golpiza que terminó con su vida.

El 6 de noviembre de 2018, en horas de la tarde, Beatriz Bulacio llegó al hospital zonal “Emilio Mera”, de Termas de Río Hondo, con su beba en brazos. Cuando la médica la recibió, de inmediato, se dio cuenta del grave estado de la pequeña.

La mamá contó que la nena tenía un dolor de panza. Sin embargo, la profesional descubrió que no era un simple dolor abdominal. En su primera revisión comprobó graves lesiones en todo el cuerpo, y también un pésimo estado nutricional y traumatismos en la zona de las orejas. De inmediato dio aviso a la policía de guardia en el nosocomio.

Mientras la médica corría de un lado al otro tratando de compensar a Tatiana, solicitó el traslado urgente hacia el Cepsi.

Por su parte, la policía se comunicó con efectivos de la Comisaría del Menor y la Mujer, quienes dieron cuenta al Ministerio Fiscal de Termas. El Dr. Rafael Zanni, fiscal de turno, dispuso que se aprehendiera al padre de la niña, Luis Fernando Córdoba, boxeador amateur, pero permitió que la madre la acompañase hacia el principal centro de salud en la ciudad Capital.

Cuando faltaban pocos kilómetros para arribar al centro de salud capitalino, la luz de la niña se apagó para siempre.

La autopsia determinó que la pequeña falleció por un traumatismo de tórax, que le provocó fracturas de la séptima y octava costillas del lado izquierdo, las que le provocaron lesiones en sus órganos internos. Además, presentaba lesiones de consideración en distintas partes del cuerpo, en los miembros inferiores, en la región del rostro, en el pómulo, en las orejas.

Los investigadores develaron que la criatura era sometida a toda clase de tormentos y castigos, como bañarla con agua hirviendo, o dejarla al sol con el pretexto de “quemarla”, ya que tenía su piel muy blanca. Esta sería una de las razones por las que Córdoba intuía que no era su hija. A todo ello, se le sumaba su constante falta de alimentación, lo que le provocó un severo cuadro de desnutrición

Con tales elementos, Beatriz Bulacio y Luis Córdoba fueron acusados de “Homicidio calificado por el vínculo”. En julio de 2022, la pareja fue condenada a prisión perpetua por el crimen de su hija Tatiana.

Los crímenes de estas criaturas son apenas una muestra del grado de violencia extrema en el ámbito intrafamiliar. Los lazos de sangre, a veces, son insuficientes para frenar la violencia y terminan convirtiéndose en lazos macabros.

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