13 de noviembre, 2024
Nota de Portada

Una mujer fue procesada por prostituir a su hija de 14 años, siendo su abuelo uno de los abusadores de la menor. Pero no es la única. Cada vez son más las mamás que se convierten en espectadoras de lujo del calvario de sus niños y en cómplices del ultraje.

En el pasado invierno, una mujer comenzó a ver que una de sus nietas, de 14 años, presentaba actitudes que le parecían anormales para una jovencita; aunque le preguntó qué le sucedía, la menor aseguró que no había nada extraño. Aun así, se dio cuenta que su nieta salía a cualquier hora de la casa, sin límite alguno, y que manejaba más dinero que el que debería tener.
Es más, su propia hija, la madre de la adolescente desechó cualquier atisbo de irregularidad, aduciendo que eran conductas propias de su edad. La respuesta no satisfizo a la abuela, quien decidió estar más atenta a todo lo que ocurría, a prestar más vigilancia a las situaciones que tuvieran como protagonista a su nieta. Si bien a simple vista parecía que nada ocurría, en su interior tenía un mal presentimiento que, lamentablemente, se confirmó el pasado 24 de agosto.


Aquél día, siguió a la menor hasta la casa de su expareja y por una de sus ventanas vio una escena que la paralizó. El hombre, su propio abuelo de 61 años, estaba abusándola sexualmente.
Como pudo, presa de una crisis de nervios, llegó hasta la comisaría y denunció lo que ocurría. Sin embargo, cuando los efectivos llegaron a la vivienda, tanto el abuelo como la nieta estaban vestidos y negaron lo ocurrido. Dijeron que era imposible que la mujer presenciara un acto de características tan aberrantes.
Pero una vez que los policías se retiraron, la niña habría roto el silencio, contándole a su abuela una historia que la dejó pasmada y fue más allá de lo que ella misma imaginó alguna vez. Entre lágrimas, le habría dicho que la verdad era que su madre –hija de la mujer- la entregaba a distintos hombres, a cambio de dinero e incluso de mercadería.
Atónita por lo que escuchaba, la menor le habría contado que su abuelo le pagó 30 mil pesos, mientras que otros “clientes” le pagaban entre 5 y 10 mil pesos y hasta existiría uno que, a cambio de sexo, le daba fiambres y productos de despensa. Con algunos se reunía en una plaza de la zona o era su madre quien la llevaba hasta las cercanías de un motel, donde se encontraba con tales hombres e incluso la iba a buscar cuando terminaba el turno. A ella tenía que entregarle el dinero obtenido, y ésta le daba una pequeña parte, el resto lo habría gastado, aparentemente, en gastos del hogar.

 

ENTREVISTA: Fiscal Celia Mussi

“Lo saben, dejan que suceda y no hacen nada por evitar los abusos”

En el ámbito judicial se constata periódicamente la pasividad de las propias madres biológicas que encubren los abusos sexuales de sus propios hijos. La fiscal Dra. Celia Mussi, supo contar a LA COLUMNA acerca de la existencia de causas judiciales en las que las propias madres de niños víctimas de abuso sexual por parte de sus parejas resultaron imputadas por encubrir las vejaciones y maltratos. 
Se trata de delitos complejos. Si bien el inciso 4 del artículo 277 del Código Penal exceptúa de encubrimiento a los cónyuges o parientes de los autores, ese eximente no comprende a los concubinos. Además, el artículo 133 del capítulo de delitos contra la integridad sexual castiga la participación primaria de “los ascendientes, descendientes, cónyuges, convivientes, afines en línea recta, hermanos, tutores, curadores y cualquier persona que, con abuso de una relación de dependencia, de autoridad, de poder, de confianza o encargo, cooperaren a la perpetración de los delitos comprendidos en este título serán reprimidos con la pena de los autores”.
Mussi indicó que “lamentablemente, a esta Fiscalía le tocó intervenir en causas donde las propias madres, conociendo los hechos a los que son sometidos sus hijos, no denuncian o no ponen en conocimiento de la autoridad judicial. En algunos casos hay un sometimiento físico de parte del victimario hacia la progenitora y también de tipo económico, en virtud de lo cual no se acercan a la autoridad policial o judicial para advertir de estos hechos aberrantes. Lógicamente, al estar detenidos los autores, la fuente de ingresos se les corta, pero también hay otros casos donde esa pasividad se enmarca dentro del delito de encubrimiento. Es decir, lo saben, dejan que suceda y no hacen nada para evitarlo. Y no hablo de aquellas personas en las que hay un sometimiento económico y físico solamente, sino que hay situaciones en las que eso no existe y, sin embargo, son pasivos y permiten que sus hijos sean objeto de un delito tan aberrante como un abuso sexual y, a la vez, son partícipes, porque al consentir participan del mismo”. 

-¿Esto excede las clases sociales, los niveles de instrucción?
- Exactamente, esto no tiene límites. No podemos circunscribirnos a decir que pasa sólo en el interior, donde no tienen medios para llegar a denunciar, que la única fuente de trabajo la tiene el marido o que están sometidas. No. Hablamos incluso de nuestra ciudad Capital, donde llama poderosamente la atención la pasividad de las madres hacia sus propios hijos
- Además, hay que tener en cuenta que ahora se tienen más medios y organismos para denunciar
- Es innumerable la cantidad de organismos a donde se puede recurrir. Hablamos de UPAS (Unidades Primarias de Atención de la Salud), de funcionarios policiales que patrullan toda la ciudad y en las departamentales o seccionales. Son múltiples los lugares a donde se puede recurrir, en forma personal, telefónica o anónima. Más aún, por el status al que pertenecen estas personas no pueden decir que desconocen dónde recurrir.

-¿Muchas veces los abusadores son denunciados por terceros, familiares o vecinos y no por las madres de las víctimas?
-Efectivamente: vecinos, abuelas, maestros y médicos denuncian muchas veces. Cuando concurre a la fiscalía algún maestro de primaria o de jardín, lo felicito y lo exhorto a que siga en ese camino, porque si no son ellos los que detectan y advierten a la autoridad, esos menores seguirían siendo objeto de abusos. Si bien hay mecanismos procesales que señalan que quienes deben denunciar tienen que ser los padres o los que detentan la guarda, también desde los ministerios fiscal y pupilar se tienen las herramientas necesarias para seguir el proceso en contra de estos victimarios de personas tan indefensas como son los menores. Y si sus padres son los mismos que los perjudican, ¿quién los va a proteger? Muchas veces son los vecinos los que denuncian, como todo ser humano al ver que un menor es objeto de semejante delito.

-¿Podría hablarse de mujeres que tienen una dependencia emocional o psíquica de parte de los abusadores, ya entrando al plano psicológico?
-Sí, analizar esto ya sería competencia de especialidades específicas y, por eso, se piden informes psicológicos e incluso se llega a pedir una junta de psiquiatras o psicólogos para establecer cuál es la problemática, ¿Por qué la reacción de esa madre o ese padre ante el abuso de su propio hijo? Es un fenómeno bastante curioso y que amerita un tratamiento adecuado. Téngase presente que las víctimas son menores y hay que tener total delicadeza en el tratamiento de estas cuestiones y no desampararlos. Sucede en algunos casos que, al recuperar la libertad, los victimarios vuelven a estar en el mismo grupo familiar y no se hace un seguimiento o tratamiento de ese menor.

-Y pueden sufrir represalias…
-Lógicamente, no solamente por el delito en sí del abuso, sino que a eso se suma otro delito como la represalia por lesiones y el daño psíquico que sufrió ese menor se va agrandando


PROCESADOS

Frente al relato de su nieta, la mujer se trasladó de nuevo a la comisaría y luego a la Fiscalía de Frías, ciudad donde viven. De inmediato, la fiscal Rocío Fringes ordenó una serie de medidas procesales a fin de determinar qué había sucedido con la menor. En principio, ordenó la detención de la madre y el abuelo de la niña. A la primera la acusó de “Promoción y facilitación de la prostitución”, mientras que al segundo lo señaló como presunto autor de “Abuso sexual con acceso carnal”.
Los testimonios de los vecinos habrían sido consecuentes con la denuncia de la abuela, asegurando que vieron a la menor en la zona del río, manteniendo relaciones sexuales con distintos hombres. Es más, señalaron que era conocido en el sector que la menor se prostituía y que varios de sus vecinos serían sus habituales clientes. Todo ello con la venia de su madre, quien se habría beneficiado con el trabajo sexual de su hija, el que ella misma incitaba y promovía.
Por lo cual, el Ministerio Público Fiscal dictó una serie de allanamientos en las viviendas de distintos hombres señalados como autores de los abusos sexuales cometidos contra la niña.
Si bien en la Cámara Gesell la menor habría admitido que se prostituía, de igual manera aseguró que ni su madre ni su abuelo tenían responsabilidad alguna en los hechos. Aun así, el juez Guillermo Paradelo ordenó el procesamiento de ambos.


 Juez Guillermo Paradelo 


A JUICIO ORAL POR PROSTITUIR A SUS TRES HIJAS

El pasado 9 de agosto, la fiscal Jésica Lucas junto a la instructora Camila Maguna solicitaron que se eleve a juicio oral una causa de promoción y facilitación de la prostitución agravado, corrupción de menores agravado y abuso sexual con acceso carnal agravado en calidad de partícipe necesario.
En este caso, una mujer domiciliada en La Cañada, departamento Figueroa, está acusada de haber promovido y facilitado la prostitución de sus hijas de 16, 15 y 13 años, y de una joven de 19 años que residió en su casa. Las obligaba en reiteradas oportunidades a ejercer la prostitución y ser sometidas sexualmente por distintos hombres, entre ellos los tres acusados, quienes les entregaban dinero a la imputada.
La denuncia fue presentada por la joven de 19 años, quien vivió un tiempo en la casa de la acusada y también se convirtió en víctima de los abusos sexuales.
La Dra. Sara María Harón, jueza de Control y Garantías para la Circunscripción Capital, elevó a juicio la causa que se sustancia en contra de los acusados.
La magistrada no hizo lugar a la oposición que impulsaron las defensas técnicas y rechazó el sobreseimiento requerido. Tal es así que a la mujer la acusó por el delito de promoción y facilitación de la prostitución agravada corrupción de menores agravada, abuso sexual con acceso carnal agravado en calidad de partícipe necesario en perjuicio de sus hijas, y promoción y facilitación de la prostitución en perjuicio de una joven. Mientras que a los sujetos que están implicados en el caso les endilgó el delito de abuso sexual con acceso carnal.


PARTÍCIPE PRIMARIA EN EL ABUSO DE SUS DOS HIJAS

El 14 de noviembre de 2020, el fiscal Gabriel Gómez, de la circunscripción Monte Quemado, solicitó la prisión preventiva para una madre acusada por corrupción de menores y participe primaria en una causa por abuso sexual con acceso carnal en perjuicio de sus dos hijas, por lo cual se detuvo con prisión preventiva a un vecino de la familia.
La investigación se inició a mediados de agosto de ese año, cuando la madre de las víctimas fue detenida por personal policial cuando circulaba fuera del horario por ruta N° 16, en violación a las disposiciones de las autoridades para evitar la propagación de una epidemia. En esas circunstancias, ante el aislamiento preventivo que debía cumplir, la mujer expresó que tenía hijas menores a cargo. Por ello, personal policial realizó un informe, en el cual se supo que existía una investigación realizada en el año 2017 en la cual habría menores vinculados en delitos de índole sexual.
Ante esto, se realizaron las primeras averiguaciones y por los testimonios de vecinos se supo que las hijas de la mujer habrían sido sometidas por un vecino. Inmediatamente la fiscalía inició las tareas de rigor del caso, lo cual derivó en la prisión preventiva del acusado en el mes de septiembre del corriente.
Durante la investigación, se supo que la madre de las victimas ejercía la prostitución y dejaba al cuidado del vecino a sus hijas a cambio de hospedaje y comida.
La fiscalía solicitó la prisión preventiva para la progenitora y presentó las evidencias con las que cuenta.
La juez de Control y Garantías Valeria Díaz resolvió hace lugar a la solicitud de la fiscalía y dictó la prisión preventiva para la acusada por el delito de corrupción de menores y participe primaria en la causa de abuso sexual con acceso carnal.

 

OBLIGABA A PROSTITUIR A SU HIJA CON RETRASO MADURATIVO

A mediados de 2021, se supo que una joven con retraso madurativo severo, de 19 años, era obligada por su madre a prostituirse. La víctima vivía en la localidad de Sinchi Caña, departamento Choya, junto a su madre, su padrastro y varios hermanos.
La jovencita viajó de visitas a la casa de su tía materna, en la ciudad de Frías, donde se habría descompensado, por lo que de inmediato fue trasladada a un centro de salud local. Le realizaron los exámenes médicos correspondientes, donde se determinó que se encontraba embarazada de varios meses. 
Los profesionales de la salud la asistieron y develaron que “su madre la obligaba a tener sexo con tipos de cerca de su casa”. La tía fue notificada de la situación y radicó la denuncia correspondiente. La causa fue caratulada como promoción y facilitación de la prostitución y abuso sexual
De inmediato, a requerimiento de la Unidad Fiscal de Choya y Guasayán a cargo de la Dra. Dahiana Pérez Vicens, los efectivos de la Comisaría Tercera de la Mujer y la Familia de Frías, realizaron un allanamiento en el inmueble de la víctima en la localidad de Sinchi Caña, donde se procedió a la detención de la madre de la damnificada. Fue imputada del supuesto delito de partícipe primaria de las vejaciones
También se detuvo al padrastro de la víctima, quien sometía a vejaciones a la jovencita. Fue imputado del supuesto delito de abuso sexual con acceso carnal. Mientras la Justicia, en la investigación penal preparatoria del caso procuraba identificar y detener a los “clientes” de la damnificada, quien dio a luz a su hijo. El ADN para establecer la paternidad del mismo determinó que “el padrastro era el padre de la criatura”. 
Posteriormente, la Policía procedió a detener a un pensionado de 61 años residente en Sinchi Caña. El mismo había sido señalado por la víctima como “uno de los sujetos que la abusaba y le daba dinero o alimentos a su madre”. Al igual que la madre y el padrastro también fue procesado. 

Y los casos siguen…

COMPLICIDAD

Los mandatos culturales aseguran que ser madre es también ser incondicional de los hijos, sacrificarse por ellos, priorizarlos, entregarles todo: tiempo, gustos, esfuerzos, dinero. Es sufrir por ellos en perpetua abnegación, vivir para ellos, hacer de ellos el centro de la vida y esperar de ellos todas las alegrías y recompensas. Encontrar en ellos el sentido de la vida. Por los menos es lo que siente la mayoría de las mujeres que se convirtieron en mamás. De ellas se espera todo, hasta que renuncien a sus propias vidas por sus hijos.
Sin embargo, se transforman en culpables y son señaladas como tales en casos como los descriptos. Ocurre lo mismo cuando se descubre que sus hijos fueron víctimas de abuso sexual cometido por padres, padrastros o familiares cercanos y que ellas, aparentemente, no hicieron nada para frenar las violaciones ni mucho menos para proteger a sus hijos ante tanto dolor y sufrimiento.
Cada vez con mayor frecuencia las noticias policiales multiplican los casos de menores abusados por miembros de su propia familia. Cada uno tiene su arista particular, pero todos tienen el común denominador del calvario que viven esos niños, hasta que logran salir de ese infierno en el que estaban atrapados desde hacía años. Son casos reiterados; sólo difieren las identidades de sus protagonistas. Por eso, a muchos pueden parecerles como situaciones comunes y, por lo repetitivas, hasta cansadoras.
No obstante, cuando en las crónicas del horror se señala que las madres de esos menores abusados conocían los padecimientos de sus hijos, la reacción inmediata es acusarlas de cómplices de los hombres del que un día se enamoraron, o de encubrir los abusos sólo para protegerlos.
Los casos de madres acusadas penalmente por encubrir las vejaciones a las que fueron sometidos sus hijos son demasiados. Aquí solo una pequeña muestra de algunos casos:

 

  • PRISIÓN PREVENTIVA PARA LA MADRE DE UNA ADOLESCENTE

El 3 de julio pasado, el fiscal Daniel Ábalos, de la circunscripción Monte Quemado, solicitó la prisión preventiva para una mujer acusada por el delito de Abuso sexual agravado en grado de participe primario en perjuicio de su hija adolescente quien padecía abusos sexuales por parte de su padrastro.
La causa se inició el 11 de febrero, con la denuncia del progenitor de la víctima, quien enterado de los abusos a los que era sometida su hija se trasladó hacia la localidad, pues reside en otra provincia. Luego la menor fue trasladada a la casa de su padre y la fiscalía solicitó la detención del imputado.
El sujeto estuvo prófugo por dos meses y fue encontrado junto a la madre de la menor, quien quedó inmediatamente detenida.  En ese momento el acusado se dio a la fuga por una zona montuosa y hasta la fecha es intensamente buscado por la justicia.
En la audiencia, la defensa solicitó la excarcelación y la prisión domiciliaria.
Por su parte, la fiscalía detalló las evidencias con las que cuenta y los potenciales peligros procesales.
El Juez de Control y Garantías Dr. Facundo Sayago resolvió dictar la prisión preventiva, rechazando la solicitud de prisión domiciliaria.

 

  • ENCUBRIMIENTO DEL ABUSO Y EMBARAZO DE SU HIJA

El 31 de agosto de 2021, la fiscal Melisa Deroy, de la circunscripción Termas de Rio Hondo, solicitó la detención para un hombre por el delito de abuso sexual con acceso carnal agravado y para la madre de la víctima, acusada por el delito de encubrimiento y riesgo de entorpecimiento de la investigación iniciada por los vejámenes sexuales a los que fue sometida su hija de 13 años.
La causa se inició cuando la menor de 13 años, junto a su progenitora, ingresó al Hospital de Termas y, luego de ser revisada por personal médico, se determinó que la niña se encontraba en trabajo de parto. Horas más tarde nació un niño en perfecto estado de salud.
De manera inmediata intervino la fiscal de turno e inició las actuaciones pertinentes para determinar quién sería el autor de los vejámenes sexuales a los que fue sometida la víctima.
El Ministerio Público Fiscal realizó un relevamiento vecinal en la localidad La Nueva Donosa, Río Hondo, donde se supo que la menor ya no residía allí en su casa materna, sino que había sido traslada a El Puestito, en el domicilio de la pareja de su madre.
La fiscalía solicitó la detención de la madre y su concubino, sospechado de ser autor de los abusos.
En ese momento la acusada fue detenida con prisión domiciliaria por orden del juez de Control y Garantías, en tanto que el padrastro se encontraba prófugo.

 

  • CONDENADA A SEIS AÑOS DE PRISIÓN

El 4 de marzo de 2021, mediante un juicio abreviado, el Ministerio Público Fiscal, representado por la fiscal Alicia Falcione junto a la instructora Daniela Yslas, acordó la pena de seis años de prisión para la madre de una menor de 11 años, víctima de abuso sexual con acceso carnal.
El hecho ocurrió en abril del 2019, cuando la menor comunicó el abuso sexual a su madre, por parte de un vecino y su progenitora no realizó la denuncia.
En las investigaciones del caso, la mujer fue imputada por abuso sexual con acceso carnal en calidad de participe primario.
Por su parte, el autor material fue condenado mediante juicio abreviado a la pena de nueve años de prisión efectiva.

 

  • CONDENADA A 8 AÑOS DE PRISIÓN

EL 15 de julio de 2020, en una audiencia de juicio abreviado, el fiscal Gustavo Zavalía, de la circunscripción Frías, presentó el acuerdo en el cual se condenó a la pena de diez años y seis meses de prisión efectiva a un hombre acusado de abuso sexual simple con acceso carnal, agravados y reiterados en perjuicio de sus hijastras. Además, se condenó a la progenitora de las niñas de 12 y 13 años a la pena de ocho años de prisión efectiva como participe necesaria, todo en concurso real de delitos.
n el relato de los hechos el fiscal expresó que las niñas padecen los abusos de su padrastro hace unos años, situación de la cual fue alertada la progenitora, quien se habría negado a denunciar el hecho e hizo caso omiso al pedido de auxilio de sus hijas.
El padre de las victimas radicó la denuncia correspondiente en julio de 2019, por lo cual se ordenó la detención de ambos acusados, quienes se dieron a la fuga, siendo finalmente detenidos en la provincia de Catamarca, tras una intensa tarea policial investigativa.
A su vez, el fiscal detalló las evidencias con las que se cuenta tales como, informes psicológicos, socio ambientales, del Cuerpo Médico Forense, Cámara Gesell a las menores, entre otras.
Finalmente, la jueza Roxana Cejas homologó el acuerdo, por lo cual el hombre fue condenado a diez años de prisión efectiva como autor material y la mujer a ocho años como partícipe necesaria.

 

¿VÍCTIMAS?

A la luz de los casos descriptos, surgen varios interrogantes: ¿Qué papel juegan las madres, cuando sus hijos son víctimas del abuso sexual de padres o padrastros? ¿Las madres son las culpables, las responsables, del abuso sexual que sufren sus hijos, especialmente cuando el abusador es su pareja?
“Las madres frente al abuso sexual infantil intrafamiliar de sus hijos. ¿Son víctimas?”, se titula el trabajo presentado Ruth Teubal, en la Universidad de Buenos Aires, en el que analiza esta problemática que se visibiliza cada vez más.
Más allá de los casos señalados por facilitar la prostitución y corrupción de menores, tradicionalmente, las madres de niños abusados sexualmente fueron descriptas en la literatura profesional de diversas maneras, que van desde ser consideradas responsables, cómplices, descreídas, no protectoras, hasta caracterizaciones más benignas, como las de ser víctimas secundarias.
Resultado de investigaciones más recientes las visualizan como personas que pueden tener su capacidad protectora disminuida o, lo que es similar, que pueden contribuir a la vulnerabilidad del niño, antes de considerarlas como responsables. Esto no implica desconocer la existencia de madres no protectoras o, en otros casos, abusadoras sexuales ellas mismas, como tampoco negar la presencia de padres protectores.

 

TEMORES

Para la psicología, hablar de madres cómplices es decir cómplices del hombre abusador, con una complicidad que estaría alimentada por varios temores: temen que, si apoyan a la hija o el hijo abusado, el hombre las dejará, y de él dependen económicamente. Temen que el hombre las agreda con más violencia de la que ya ejercía contra ellas; en comunidades pequeñas temen al hombre o a su familia si tienen poder... Son temores similares a los que frenan a una gran cantidad de mujeres para tomar distancia de maridos que las violentan físicamente. Son siempre temores al poder ejercido como dominio, imposición y agresión. Temores al abuso del poder.  Así, le quitan importancia al hecho y a las secuelas. Niegan los daños causados por el abuso. Responsabilizan a sus hijos de revelar los abusos y de generar una serie de “problemas” colaterales. Madres que no creen a sus hijos, que los culpan y hasta protegen incondicionalmente al agresor como una forma de sentirse protegidas ellas mismas. Terminan ubicándose ellas en el papel de víctimas de sus propios hijos.
Sin embargo, la fiscal Celia Mussi señala que “en ocasiones, no existe dependencia física ni económica y, aun así, las madres permiten que sus hijos sean abusados”. (Ver recuadro adjunto).
Aunque muchos argumentos psicológicos favorecen a las mujeres que no denuncian el abuso sexual que sufren sus hijos de parte de sus parejas, por ser ellas económica y emocionalmente dependientes del abusador, su complicidad despierta el rechazo generalizado. A todos les cuesta entender por qué una mujer descree de su hijo y protege al abusador. Sus argumentos resultan insuficientes para ponerse en sus zapatos y comprender por qué hacen lo que hacen o, más bien, por qué no hacen lo que deberían hacer.
La justicia será la encargada de determinar sin son responsables o no de facilitar la prostitución de sus hijos o bien son cómplices de ocultar los abusos sexuales a los que los menores son sometidos. Para la mirada escrutadora de la sociedad lo son.

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