09 de junio, 2025
Actualidad

La provincia presenta la misma realidad que se vive en el país, con el descenso de la natalidad y aumento en la perspectiva de años y cantidad de personas. Un estudio universitario realizo el informe con números de sorprenden.

La natalidad en el país disminuyó significativamente a partir del año 2014. Los datos surgen de un estudio realizado por el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral. Las cifras mostraron que el país experimenta un cambio en su estructura demográfica.
Los porcentajes están casi invertidos entre los dos extremos analizados: en 1991, en el 56% de las viviendas había menores de 18 años y en el 44% no. Mientras que hoy las cifras son 57% (sin hijos menores) versus 44% (con hijos menores), lo que muestra cómo cambió la composición de los hogares, debido tanto a la caída de nacimientos como al envejecimiento de la población.
Otro cambio importante en las dinámicas familiares es el aumento de los hogares unipersonales, que ahora representan el 25% del total en comparación con el 13% en 1991.
El análisis, basado en los datos de INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), mostró que los hogares sin niños crecieron de manera sostenida, representando el 57% del total en el censo de 2022, frente al 44% registrado en 1991.
El trabajo universitario, titulado “Estructuras familiares y cambios sociales”, se evidencia una reducción notable en la cantidad de hijos por familia, que afecta también a la proyección futura de la sociedad argentina.
El promedio de hijos por mujer que presentaron los resultados del Censo 2022 del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, manifestó que en Santiago del Estero, Misiones y Formosa el promedio fue de 1,7, lo que mostró un  leve descenso en relación al censo 2010. 
Por otra parte, la edad en la que se producen los nacimientos varió. Entre 30 y 34 años mujeres con hijos nacidos vivos creció 10 puntos porcentuales entre 2001 y 2022. Mientras que la misma proporción disminuyó en las mujeres entre 20 y 24 años. 
Hace diez años atrás la cifras marcaban que los  nacimientos se producían en mayor proporción en la franja etaria entre 20 y 24 años y, en segundo lugar, en las mujeres entre 25 y 29 años. Hoy la tasa mayoritaria de nacimientos se produce en mujeres de 25 a 29 años y el segundo lugar lo ocupaba la franja etaria entre 30 y 34 años (M. Salud, 1994-2023).


CAÍDA 
En 2020 la prestigiosa revista científica The Lancet publicaba un estudio, realizado por investigadores del Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, afirmó que el derrumbe en los índices de nacimientos podría generar la reducción de las poblaciones de todos los países para fines de siglo.
En Argentina este fenómeno mundial que comenzó a nivel local en la década del 70 y que se ha potenciado en los últimos 20 años indica qué mientras en 2001 se estimaban 2,1 hijos por mujer, en 2022 la cifra se redujo a 1,4 hijos. Esto significa una tasa de natalidad inferior a los niveles de reemplazo poblacional, es decir la tasa necesaria para mantener estable la población a lo largo del tiempo.


MÁS LONGEVOS 
Los resultados analizados determinaron además que no solo disminuyó la cantidad de nacimiento sino que aumentó la esperanza de vida. Con una perspectiva de envejecimiento saludable los números cambiaron significativamente los últimos años.
El primer censo de la República Argentina, realizado en 1869, muestra una población mayormente joven: aproximadamente el 40% tenía menos de 15 años y la población de 65 años y más, solo representaba el 2,2% del total. A partir del censo de 1947 se comienzan a observar los primeros indicios del proceso de envejecimiento poblacional 
En el último censo nacional (2022), el grupo de edad entre 0 y 14 años alcanzó al 22% de la población total. Por otra parte, el informe, marcó que la tasa bruta de mortalidad alcanzó los 8,6 defunciones cada mil habitantes. 
El reflejo de lo que sucede en el país, es una tendencia global. En 2019 la ONU (Organización de las Naciones Unidas), dictaminó que la esperanza de vida de las personas alcanzó los 72,8 años, estimándose que, en 2030, casi el 12% de la población mundial tendrá 65 años o más y la longevidad media mundial en 2050 se situaría en torno a los 77,2 años. 

POSIBLES CAUSAS
Los números en  América Latina corroboraron que la pandemia por COVID-19 afectó de manera particular a la población adulta mayor reflejo una mayor tasa de mortalidad y gravedad de la infección por enfermedades preexistentes (como las cardiovasculares, la diabetes y enfermedades respiratorias crónicas) y comorbilidades. Esto se traduce en un aumento de la demanda de protección social.
De acuerdo con los datos ofrecidos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2024) durante 2023 la proporción de la población que contaba con, al menos, una prestación de protección social en América Latina y el Caribe llegó al 61,2%, por lo que casi cuatro de cada diez personas corrían el riesgo de no tener cobertura de salud en la vejez.
Actualmente la situación es contrario, debido al aumento de ofertas de prestación y a las expectativas de vida, no solo físicas también socioemocionales. Las ganas de vivir más es directamente proporcional a de vivir mejor, lo que marca el camino que va tomando la población.

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