21 de febrero, 2025
Colaboración

Si bien, el patrimonio natural se define constituido “por monumentos naturales construidos por formaciones físicas y biológicas, a lo largo del tiempo, teniendo un valor universal excepcional desde el punto de vista estético y científico además de cultural”, podemos ensayar extender este concepto a considerar los bosques de todo el mundo como patrimonio natural por el legado que constituyen para la humanidad.

Se trata de ecosistemas complejos que cubren aproximadamente 4.060 millones de hectáreas, un tercio de la superficie terrestre, lo que equivale a 0,52 hectáreas de bosque por cada persona en el planeta.

Según la FAO (La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), albergan más de tres cuartas partes de la biodiversidad terrestre mundial, son fuente de subsistencia para más de mil millones de personas, y proporcionan numerosos productos y servicios que contribuyen al desarrollo socioeconómico.

Son importantes para cientos de millones de personas de las zonas rurales, entre las que se cuentan muchas de las más pobres del mundo.

También, son hábitat de numerosos pueblos originarios por lo que en estos últimos años se ha resignificado su valor cultural.

Los bosques son fuente de recursos maderables, combustibles, medicinas, materiales de construcción, alimentos. Además, almacenan grandes cantidades de carbono y moderan el clima, constituyéndose en fundamentales en la estrategia de defensa contra el cambio climático. Son protectores del suelo y de valiosas fuentes de agua.

La importancia dada a la restauración se entiende al conocer que desde 1990 se han perdido 420 millones de hectáreas de bosque en todo el mundo a causa de la deforestación, si bien la tasa de pérdida de bosques ha disminuido en los últimos años, lo que se presenta como un dato alentador.

La FAO da a conocer que, actualmente, los bosques se enfrentan a numerosas perturbaciones que pueden afectar su salud y vitalidad y reducir su capacidad para proporcionar bienes y servicios eco sistémicos. Estos últimos años millones de hectáreas se vieron afectadas por incendios, además, insectos, enfermedades y fenómenos meteorológicos extremos dañaron otro tanto. A esto se suma la presión de las múltiples actividades humanas como el avance de la agricultura, ganadería, urbanización, entre otras.

La ONU (Organización Mundial de la Salud) presentó el informe “Haciendo las paces con la naturaleza”, en el cual se sintetiza cómo el cambio climático , la pérdida de biodiversidad y la contaminación se suman a “tres emergencias planetarias autoinfligidas que están estrechamente interconectadas y ponen el bienestar de las generaciones actuales y futuras en un riesgo inaceptable”. “La humanidad está librando una guerra contra la naturaleza. Esto es suicida”, refiere el Secretario General de la ONU Antonio Guterrez. Al respecto, en algunos textos se ha aludido a que destruir los bosques es ir hacia el suicidio de la especie humana.

¿Podemos detener nuestra destrucción del ambiente y asegurar el bienestar de las personas y de los ecosistemas que nos proveen? Se pregunta en la síntesis del informe. Y se proponen acciones desde los que se consideran ocho agentes de cambio: gobiernos, organizaciones intergubernamentales, organizaciones financieras, sector privado, medios y redes sociales, individuos, ONG, organizaciones científicas y educativas. Si bien las acciones son referidas al cuidado del ambiente en general, por lo expuesto, los bosques constituyen un patrimonio esencial de la humanidad.

Sin bosques, no hay futuro ¿estamos listos para defenderlos?

 

Compartir: