A una década de las primeras marchas, la militante feminista Luján Faila reflexiona sobre el estado actual del movimiento, la pérdida de políticas públicas y el contexto hostil que enfrentan las mujeres y diversidades en Argentina.
Durante el año 2015, la vida de madres, hermanas, hijas, amigas, primas, vecinas y colegas se convirtió en una cifra. Exactamente 286 mujeres fueron asesinadas por el hecho de ser mujeres. Como si cada una de ellas no hubiese sido más que eso: un número.
Pero todo cambió cuando, en la pequeña localidad santafesina de Rufino, Chiara Páez, de 14 años, fue encontrada sin vida en la casa de la familia de su novio. La última vez que se la vio, iba al encuentro de una amiga, pero nunca llegó. Chiara estaba embarazada y eso era un problema que Manuel Mansilla, su novio de 16 años, decidió “resolver” quitándole la vida.
El femicidio de Chiara fue el golpe final. El grito de hartazgo se volvió colectivo: “¡Ni una menos, vivas nos queremos!” resonó en plazas de todo el país el día 3 de junio, y desde entonces no dejó de sonar.
Hoy, a diez años, el movimiento enfrenta amenazas constantes. En Santiago del Estero se registró 98 femicidios desde el año 2015. Pero a pesar de los retrocesos y el contexto de violencia simbólica y política, se sigue marchando y luchando por una sociedad sin violencias machistas ni discursos de odio.
Para conocer el estado actual de la lucha, LA COLUMNA dialogó con Luján Faila, militante de la Asociación Poder Feminista e integrante de la Subcomisión de Género y Diversidad del Club Ciclista Olímpico de La Banda.
-A diez años de la primera movilización ¿Cree que el movimiento ha perdido fuerza?
-No creo que haya perdido fuerza, lo que sí creo es que se fue articulando de acuerdo a las luchas actuales. Creo que nosotras somos un vector de política contra estos momentos de crueldad y discursos de odio anti-política. Estamos en las movilizaciones contra los recortes en las universidades, en ciencia y tecnología por poner un ejemplo. Ni Una Menos hoy significa mucho más que estar en contra de los femicidios. Estamos en peligro las mujeres, las jefas de hogar, las que no se pueden jubilar, las mujeres con discapacidad, las que revuelven la olla en los barrios con donaciones porque no hay mercadería
-¿Cómo ha afectado las políticas del gobierno nacional actual a la vida de las mujeres y del movimiento?
-Con respecto a políticas públicas, este gobierno arraso con toda la institucionalidad que nos costó muchos años lograr. El Ministerio de las mujeres contaba con programa específicos de atención a mujeres y LGBT+ en situaciones de violencias por motivos de género y también, programas de prevención y promoción. A nivel nacional hubo un vaciamiento que va de la mano de discursos conservadores y violentos hacia las mujeres y diversidades. Partiendo de la responsabilidad que tiene el presidente y los funcionarios públicos de no ejercer poder autoritario, eso repercute directamente en una legitimidad social para reproducir esos discursos.
En este punto tengo que resaltar que la provincia sostuvo lo existente, la Dirección provincial de Genero existe de hace 15 años, dependiente de la Secretaria de DDHH del Ministerio de Justicia. Se continúa con el abordaje de los casos, además cuenta con un área específica que elabora proyectos para fortalecer equipos en el interior de la provincia, proyectos de sensibilización y prevención de las violencias y de promoción de los derechos de las mujeres. Se crearon juzgados de género a nivel y eso. Es decir, a nivel provincial hay un compromiso sostenido para mejorar la vida de las mujeres.
-¿Qué programas o políticas públicas funcionaban bien y fueron recortados o abandonados?
Todos los programas fueron cortados por la eliminación del ministerio de las mujeres. El Programa Acompañar destinado a mujeres y personas LGBT+ que se encontraban en riesgo alto de violencia, estaba pensando como un vehículo para que las mujeres puedan salir del ciclo de violencia. Así como este, mucho otros, pero quiero resaltar específicamente el programa MenstruAr ya que desde poder feminista desde el año 2020 militamos acciones orientadas a visibilizar a la menstruación como un factor de desigualdad social y este programa, creado en el 2023, proveyó de información, copas menstruales y otros insumos a las provincias y organizaciones. No solo hablamos de gestión menstrual sino también, se intentaba bajar la brecha económica existente entre las personas que menstrúan y las que no menstrúan.
- ¿La urgencia económica desplazó las luchas por género en las prioridades de la sociedad?
La economía es parte de la agenda feminista. Nosotras si discutimos la economía, de hecho, en Buenos Aires la marcha del 3Junio se unifico con la marcha de jubilados de los miércoles hacia el congreso. En la argentina actual, 7 de cada 10 mujeres no podrán jubilarse sin la moratoria. Mujeres de 60 años que toda la vida han trabajado sin aportes, en trabajos precarizados y en tareas de cuidados domésticos. Desde siempre las feministas hemos discutidos las condiciones de existencia, no se puede escindir el género de la clase. En este contexto, si aumenta el costo de vida, las tarifas, se desregula las condiciones laborales repercute directamente en las mujeres y a eso se le llama feminización de la pobreza.
- ¿Nota que las jóvenes denuncian más rápido o están más informadas que hace unos años?
- Con las redes sociales creo que la difusión sobre las situaciones de violencia y donde recurrir se ha incrementado. Considero que el componente generacional cumple un papel importante sobre todo porque las mujeres pudimos desnaturalizar prácticas opresivas, conseguimos más derechos y estamos más presentes en la vida pública. Incluso los varones, se repiensan su forma de vincularse entre ellos y con las mujeres. Pero también el contexto influye, estamos bombardeadas con discursos que legitiman las violencias, es un contexto hostil a nivel nacional.
-Frente a una realidad donde parece no existir respuestas ¿Qué le dirías a aquellas mujeres que son víctimas de violencia?
-El contexto nacional es hostil, pero a nivel provincial contamos con herramientas que permiten a las mujeres más posibilidades de salir de las situaciones de violencias.
Lo más importante es que sepan que no son responsables en la situación en la que se encuentran, que hay salidas, que no están solas, existen organismos del Estado y organizaciones sociales.
Y a las personas que acompañan, que sepan comprender que es un proceso, que se puede salir pero que es necesario que se queden por más intentos de aislarse que haga la mujer.
-¿Qué te sostiene como militante hoy, en un contexto de tanto retroceso?
Una de mi referente política dice que nuestro deber como militantes es ser optimista. Yo creo que la historia es cíclica, que avanzamos por oleadas y en la actualidad nos encontramos en un momento de retroceso en materia de derechos y de consensos sociales grave. Lo que me sostiene son las redes. Trabajar en lo colectivo, seguir sembrando y fortalecimiento los valores colectivos frente a tanta crueldad e individualismo disfrazado de libertad.