21 de noviembre, 2024
Nota de Portada

Una nena de 7 años fue violentada sexualmente. Sus abusadores tienen 11 y 13 años. Cada vez son más los menores de edad convertidos en agresores sexuales. Una problemática que pareciera ir en aumento en Santiago del Estero. Qué hacer cuando el victimario es apenas un niño.

Ella vive en el interior del departamento Pellegrini, en el noroeste de la provincia, más cerca de Tucumán que de la capital santiagueña. Tal como acostumbra a hacerlo cada día, se levantó muy temprano, mandó a sus hijos a la escuela y luego realizó un sinnúmero de actividades y labores que conforman su rutina. Al mediodía los pequeños llegaron a la casa y ella los recibió con un austero pero delicioso almuerzo.

En las primeras horas de la tarde, del pasado viernes 15 de noviembre, se dio cuenta que le faltaría mercadería para el día siguiente, por lo que decidió dirigirse al almacén de la zona, lo cual implicaba trasladarse en su motovehículo. Para que la ayudara en el traslado de los elementos, le pidió a su hijo de 11 años que la acompañara. La idea era no demorar demasiado, pues el almacén se ubicaba a un par de cuadras de su hogar. Mientras tanto, su hija de 7 años se quedaría jugando con algunos amiguitos, entre ellos dos vecinos y primos, de 11 y 13 años.

Así fue que la mujer se abasteció de todo aquello que necesitaba y regresó a su casa cansada, renegando porque había tardado más de tiempo de lo que imaginaba. Por lo cual, no le extrañó que los niños ya se hubieran marchado y su hija estuviera sola. Solo pensaba en todo lo que aún le faltaba hacer.

Luego de acomodar las compras se dio cuenta que su pequeña estaba más callada que de costumbre, que parecía cansada y estaba en cama. La vio acurrucada y temblando. En su interior pensó que se venía alguna gripe. Por lo que se acercó a ella para tomarle la fiebre, pero ni la más terrible de las pesadillas la preparó para lo que estaba por venir.

Al ver manchas de sangre creyó que la criatura se había golpeado. La niña explotó en lágrimas. La abrazó e intentó calmarla, pero su hija no paraba de llorar. Con paciencia, abrazos y palabras de amor logró que le contara lo sucedido. Era peor de lo suponía.

La niña le contó que los otros niños le habían hecho “cosas malas”. Ahí fue cuando se dio cuenta que había sido abusada sexualmente. No podía creerlo, ahora era ella quien temblaba y lloraba. Pero se armó de entereza, la abrazó más fuerte y la colmó de besos. Estaba destruida, pero intentaba mantenerse serena frente a su hija.

 

DENUNCIA

Aunque se sentía atravesada por distintas emociones, que iban desde la rabia, la bronca, la impotencia y la furia, no podía evitar culparse a sí mismo por lo sucedido con su pequeña. Se sentía responsable, pero los responsables del daño causado a su hija también eran niños. Si bien en un principio pensó buscarlos personalmente y hasta hacer justicia por mano propia, decidió que lo mejor era realizar la denuncia.

Con todo el dolor del mundo, se dirigió hasta la comisaría de la zona y contó todo lo sucedido. Los efectivos policiales de inmediato se comunicaron con la Fiscalía, cuyos representantes dispusieron que la nena reciba asistencia médica de manera urgente en el nosocomio de la zona.

Mientras los profesionales de la salud le dieron los primeros auxilios y recomendaron su inmediata internación, desde el Ministerio Público Fiscal se ordenó que los padres de los niños abusadores sean citados a la sede judicial.

Ella no se movió de lado de su hija. La culpa la persigue. Siente que su marido también la responsabilizará cuando regrese del sur del país, hacia donde fue a trabajar desde hace un par de meses. Él tampoco podía creer lo ocurrido, también sentía que debía estar muy cerca de su niña, por ello no dudó en dejar el trabajo en la cosecha para regresar cuanto antes junto a su familia. Ambos saben que los abusadores no recibirán ningún tipo de sanción. Mientras tanto, su familia está destruida…

 

JUGANDO A LAS ESCONDIDAS

El pasado 7 de septiembre, mientras en Santiago se celebraba que se había recuperado la sede primada de la iglesia argentina, un grupo de niños del barrio Belén jugaba alegremente, totalmente ajeno a las muestras de fe que se manifestaban en el centro de la ciudad.

Aprovechando que era un sábado caluroso, los pequeños vecinos del sector jugaban a las “escondidas”. Entre ellos, había un par de hermanos: una nena de 8 años y un niño de 13. En un momento determinado, la niña se escondió entre unos arbustos y hacia allí se dirigió otro menor, de 13 años.

Por supuesto que todo parecía parte del juego. Así fue que el hermano mayor –encargado de buscar al resto de los niños, fue tras los pasos de su hermanita y se encontró con una situación impensada: su vecino, amigo y compañero de escuela estaba tocando las partes íntimas de la niña y besándola.

Sin poder creer lo que estaba viendo, se lanzó en contra del otro niño y arrancó a la criatura de su lado, llevándola hasta su casa. Allí estaba su mamá, a quien le contó lo sucedido. Sin dudarlo, la mujer se dirigió hacia la Comisaría 17 de la Mujer y la Familia para denunciar los hechos.

De este modo se movilizaron los resortes legales e intervino la Unidad de Delitos Contra la Integridad Sexual y la fiscal Vanina Aguilar requirió que la niña reciba contención psicológica. A la vez, pidió un relevamiento vecinal en la zona y solicitó que se notifique a los padres del menor abusador.

 

ABUSADOR DE 9 AÑOS

A mediados de enero de 2023, una joven madre del barrio Huaico Hondo denunció que su hija de 4 años habría sufrido un abuso sexual. 

Al parecer, ambas fueron a visitar a un familiar del padre de la menor, en el barrio Borges. En la oportunidad, la criatura fue a jugar con uno de sus primos, de 9 años, quien la habría manoseado en sus partes íntimas, e incluso se habría bajado los pantalones intentando acceder a la criatura.

Luego de ello, le habría dicho que no dijera nada al respecto, menos a sus padres, pues nunca le creerían. Pese a la advertencia, la pequeña le contó todos los detalles a su mamá, pues ésta siempre le había repetido que no debían existir secretos entre ellas.

La denuncia quedó radicada en la Comisaría de la Mujer y la Familia. A la vez, señaló que tanto el padre de la nena como sus familiares habrían asegurado que el relato de la niña no era verdadero, e incluso habría sido amenazada por los padres del supuesto abusador.

Aun así, el hecho fue informado a las autoridades de la Unidad Fiscal de Delitos contra la Integridad Sexual, quienes ordenaron una serie de medidas procesales, entre ellas un informe socio-ambiental de la casa de la víctima y del menor acusado. También una Cámara Gesell. 

 

Estos fueron apenas algunos de los hechos conocidos públicamente en los últimos tiempos, sólo unos pocos. Pero no son los únicos. LA COLUMNA tiene registros de otros hechos, ocurridos hace un par de años, con protagonistas también menores de edad, algunos de los cuales se describen a continuación, como parte de crudas historias con víctimas y victimarios demasiados pequeños.

 

ABUSADOR DE 11 AÑOS

Un día de junio, provechando la siesta, ella se fue a visitar a su hermano que vive en el barrio Los Flores, pues su hijito de 3 años le rogaba salir un rato. Estaba cansado de estar encerrado debido al intenso frío de esa época, y quería salir a jugar.

Los ruegos del niño la empujaron a abandonar su casa y optó por ir a lo de su hermano, donde su pequeño podría compartir los juegos con sus primitos.

Mientras los mayores compartían un mate en una de las habitaciones, los niños se entregaron al juego. Con la excusa del frío del patio, su pequeño y el hijastro de su hermano, de 11 años, optaron por encender la tele y seguir jugando adentro.

Un rato más tarde, luego de abrazos y saludos, la mujer decidió emprender el regreso a su hogar. A la noche, antes de recostar al niño, la madre se acurrucó junto a su hijito para brindarle su calor. Así, abrazados, comenzaron un diálogo sin secretos. Hablaron de sus compañeritos del jardín, de su seño, de la hermosa tarde que habían pasado en la casa de sus primos, de los juegos… pero, de pronto, el relato del pequeño hizo enmudecer a su madre.

Casi sin darse cuenta, entre risas y usando un lenguaje tan infantil como creíble, el pequeño le contó que cuando estaban en el dormitorio, el niño de 11 años lo habría desnudado, y le había hecho “cosas”, que no podía contarlas a nadie. Pero, como él no tenía secretos con su mamá, no dudó en decirle todo.

Horrorizada ante cada palabra del niño, la mujer pudo comprender que su hijito habría sido abusado por un niño de sólo 11 años. El niño, inconsciente de todo lo que le había sucedido, se durmió en los brazos de su mamá, mientras ella lloraba de rabia, impotencia y dolor.

Salió totalmente devastada de la habitación, tomó el teléfono, habló con su hermano y le dijo lo que estaba pasando. Entre reproches e incredulidad por parte del hombre, ella cortó la llamada. Regresó al dormitorio de su hijo. Toda la noche lo contempló mientras dormía. Las lágrimas no dejaban de correr sobre su rostro.

A la mañana siguiente, levantó a su pequeño y se dirigió directamente hacia la comisaría donde radicó la denuncia. Luego vino el examen médico realizado por los médicos forenses, quienes determinaron que el niño había sido víctima de un abuso sexual, con acceso carnal hacía muy pocas horas.

De inmediato, la justicia de turno ordenó los correspondientes estudios psicológicos y pericias socio-ambientales al pequeño niño. Pero igual determinación se tomó con el menor de 11 años, quien habría sido el autor del abuso.

 

ABUSADOR DE 14 AÑOS

A media tarde de un domingo de julio, un niño de 10 años estaba jugando con su vecino de 14 años y otros menores. Primero fue el fútbol; luego, las escondidas y otros juegos infantiles, donde la diversión y las travesuras eran el condimento ideal para sus aventuras. Sin embargo, los juegos se transformaron en horror.

Cuando comenzaba a oscurecer, el menor de 14 invitó al de 10 a su casa, para mostrarle unos nuevos juegos. Allí dentro, aprovechó su fuerza física para abusar sexualmente de él.

Pese a las intimidaciones que sufriera, el niño no dudó un instante en contar lo sucedido a su madre, quien de inmediato denunció el hecho a las autoridades policiales. Por su parte, la justicia ordenó que ambos menores fueran sometidos a exámenes físicos y psicológicos, también a pericias en la Cámara Gesell, a fin de determinar lo que había sucedido.

 

ABUSADOR DE 12 AÑOS

En otro caso, una mujer llegó desesperada al CEPSI indicando que su nieto de 4 años había sido abusado sexualmente. Hecho del cual se dio cuenta cuando estaba bañándolo.

Según los dichos del niño, el abusador no sería otro que su primito de 12 años, con quien había estado jugando en horas de la siesta, en una vivienda ubicada en el barrio Alberdi de la ciudad Capital.

 

ABUSADOR DE 13 AÑOS

Un día de febrero, una mujer se presentó en la comisaría de Villa Balnearia, Río Hondo, denunciando que su hija de sólo 9 años había sido abusada sexualmente por su primo de 13 años.

El hecho se produjo en su propia casa, cuando su hermana llegó a visitarla acompañado de uno de sus hijos.

En aquél momento, desde el Juzgado del Crimen de Las Termas se ordenaron que se lleve adelante una serie de medidas judiciales tendientes a establecer cómo sucedieron los hechos.

 

OTRO ABUSADOR DE 12 AÑOS

Un día de abril, una niña de 6 años junto a sus hermanitos quedó en la casa de su tía, en el barrio Industria de esta ciudad, pues su mamá debía atenderse en el hospital por ciertos problemas de salud.

Mientras la menor estaba acomodando la cama para sus hermanitos, uno de sus primos de 12 años se acercó hacia ella y la abusó sexualmente, mientras le tapaba la boca para evitar sus gritos. En ese momento ingresó su hermanita de 5 años, quien informó del hecho a sus familiares.

Su tía encontró a la menor sangrando y la trasladó hacia el CEPSI, donde la criatura fue internada a raíz de las lesiones sufridas. Los pediatras comprobaron que la nena había sido abusada sexualmente.

 

QUÉ PASÓ

Estos fueron apenas algunos de los hechos conocidos públicamente, sólo unos pocos. Hechos que visibilizan un fenómeno que pareciera no encontrar nada ni nadie que lo detenga. Un fenómeno que está lacerando las simientes de toda la sociedad.

Según expertos, se calcula que un tercio de los abusos sexuales infantiles son cometidos por adolescentes o, incluso, por niños de 12, 11 y hasta 9 años.

El grave problema es que la sociedad no está preparada para asumir que un agresor sexual puede ser un menor de edad. No se sabe cómo actuar

Estos niños deben ser tratados pues aún están en etapa de desarrollo y pueden ser recuperados. El gran riesgo de no hacerlo es que se profundicen sus conductas abusivas.

“Lo que distingue una agresión sexual es que no hay un consentimiento mutuo entre dos iguales. Existe una relación de sometimiento de un niño sobre otro, un abuso de poder, y diferencias grandes de edad”, afirman los expertos.

Las razones para que un menor de edad se convierta en abusador son múltiples: en muchos de los casos, los niños agresores han sido, antes, también víctimas de abuso; en otras, son jóvenes que han recibido una sobreestimulación sexual, como el acceso a pornografía, a una edad en que su sexualidad está en formación. Pero, según los especialistas, no hay un perfil definido ni un solo factor desencadenante. Ocurre en todos los estratos sociales y en todo tipo de familias. Cuando el daño ya está hecho, la terapia integral, a toda la familia, es indispensable para reparar.

 

HISTORIAS REPETIDAS

Como si fuese una epidemia de la que es imposible encontrar el antídoto que logre combatirla, los abusos sexuales contra menores siguen en su escalada sin fin. Cada día, en todos los rincones del dilatado territorio provincial, aparecen nuevos hechos en donde los menores son las víctimas inocentes de la perversión. Lo peor de todo es que los victimarios dejaron de ser sólo adultos mayores de edad. Al contrario, con mayor frecuencia, los abusadores son otros menores, que valiéndose de la inocencia y credulidad de los más pequeños terminan sometiéndolos.

Aunque no hay cifras ni datos precisos, los dichos del Lic. Leandro Peiretti, perito oficial del Gabinete de Psicología Forense del Poder Judicial, (Ver nota adjunta), son contundentes. “Nos topamos constantemente con casos de estas características que sorprenden por ahí al común de la sociedad, pero no son tan lejanos. Es decir, es común que haya un porcentaje significativo de este tipo de casos dentro del ámbito tribunalicio”, señaló. A la vez, habló de cifras, dolorosas en sí mismas. “Una o dos veces al mes ingresan causas de esta naturaleza. Es un número bastante significativo o elevado para la cantidad de población que existe dentro de la provincia.  Pasa muchas veces, más de lo que uno imagina. A veces tiene una repercusión mediática y otras veces no, pero sí es común que suceda”.

 

Cada uno de los casos descriptos conmocionaron no sólo a las familias de los niños involucrados, tanto víctimas como victimarios, sino también a los efectivos policiales y todos los que tomaban cuenta de los distintos hechos ocurridos a lo largo del territorio provincial. A todos les llamó la atención las escasas edades de los abusadores. Ninguno llegaba a comprender cómo un niño de 10 u 11 años había llegaba a convertirse en abusador. Qué tipo de motivaciones había tenido para llegar a cometer hechos de tales características. Alguno se preguntó qué habían visto o vivido en sus hogares para tener tales conductas. Quizá habían copiado lo que vieron, o simplemente repitieron lo que a ellos les hacían. Los interrogantes se multiplican, nadie termina de entender cómo y porqué un niño puede abusar sexualmente de otro niño. Más allá de las respuestas de los expertos en la problemática y de innegable realidad, los niños que se convirtieron en víctimas de otros niños no entienden por qué perdieron su inocencia de la peor manera.

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