12 de diciembre, 2024
Pienso, luego existo

Cada 20 de noviembre Argentina conmemora el Día de la Soberanía Nacional, una fecha clave para reflexionar sobre el valor de nuestra independencia política, nuestra autonomía y el ejercicio de nuestra soberanía como Nación.  

El 20 de noviembre de 1845, en un escenario dramático y crucial para el destino de la joven Confederación Argentina, se libró la Batalla de la Vuelta de Obligado, en la que las fuerzas nacionales, se enfrentaron a una escuadra anglofrancesa que intentaba imponer su dominio sobre los ríos del Paraná y el Uruguay.

La confrontación, aunque no finalizó en una victoria militar decisiva para Argentina, representó un acto de resistencia frente a las potencias extranjeras y subrayó la determinación de nuestro país por mantener su soberanía sobre sus territorios y sus recursos.

Este enfrentamiento simboliza la defensa de un principio clave: la soberanía nacional.

A partir de este evento, el 20 de noviembre se convierte en un recordatorio de nuestra capacidad para tomar decisiones autónomas, para defender nuestros derechos y recursos naturales, y para ejercer un liderazgo propio sobre nuestro destino.  

El concepto de soberanía tiene muchas capas, pero en su núcleo está la idea de que un país tiene el derecho exclusivo y absoluto de gobernarse a sí mismo, sin interferencias externas. Esto implica que una Nación tiene la capacidad de tomar sus propias decisiones políticas, económicas, sociales y culturales, basadas en los intereses y valores de su pueblo, sin estar sometida a la voluntad de otros Estados o actores internacionales.

La soberanía no se limita solo al ejercicio del poder dentro de las fronteras de un país. También implica la capacidad de definir sus relaciones con el resto del mundo desde una posición de igualdad y respeto mutuo, sin ser objeto de imposiciones o manipulaciones.  

En el contexto actual, el concepto de soberanía no es solo una cuestión de control territorial, sino también una cuestión de identidad.

Tener una mirada soberana implica ser capaces de mirar al mundo desde nuestra propia perspectiva, sin perder de vista nuestros valores, nuestra historia y nuestras particularidades culturales.

Este ejercicio de soberanía cultural es esencial para no sucumbir a las imposiciones de una globalización que, en ocasiones, tiende a homogeneizar y diluir las identidades locales.

Una mirada soberana nos permite vernos a nosotros mismos en relación con el mundo, pero no como una extensión de otros, sino como una Nación que se afirma y se proyecta desde sus raíces.   La soberanía nacional, entonces, no solo se define por nuestras fronteras físicas, sino también por nuestra capacidad para preservar y promover nuestra cultura, nuestras tradiciones y nuestra visión del futuro.

Hoy, en un mundo globalizado y dominado por la interdependencia económica, política y tecnológica, la soberanía no se ejerce de la misma manera que en el pasado. Sin embargo, los desafíos no han cambiado: Argentina sigue luchando por defender su autonomía en un entorno internacional donde las grandes potencias buscan expandir su influencia.

La lucha por la soberanía, iniciada en la batalla de la Vuelta de Obligado, continúa hoy en nuestra capacidad para tomar decisiones autónomas, para preservar nuestra identidad cultural y para proyectarnos al mundo como una Nación que se reconoce en sus propios valores y fortalezas.

 

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