Es una de las condiciones neurológicas más comunes que, hasta el momento, no tiene cura. Sin embargo, existen tratamientos como la Estimulación Cerebral Profunda, una alternativa para tratar esta patología.
El pasado 11 de abril se celebró el Día Mundial del Parkinson, fecha declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en conmemoración del aniversario de James Parkinson, el médico británico que describió esta enfermedad por primera vez, una ocasión que tanto para médicos como para pacientes representa una oportunidad para aumentar la conciencia sobre esta patología.
El Parkinson es una patología que, en la actualidad, es la segunda enfermedad neurodegenerativa más prevalente en el mundo. El riesgo de presentarla aumenta en personas mayores de 60 años y se estima que, el 1% de los individuos de más de esa edad, tienen alguna forma de dicha enfermedad. Sin embargo, el Parkinson no es exclusivo de las personas mayores, ya que también puede presentarse en pacientes jóvenes.
Existen tantas manifestaciones de la enfermedad como personas, porque se presenta de forma diferente en cada individuo, tanto en la sintomatología como en la evolución o respuesta a los tratamientos y a las terapias rehabilitadoras, lo que hace necesaria una atención personalizada
El Parkinson es una enfermedad neurológica progresiva que afecta a alrededor de 100 mil personas en Argentina, de los cuales, en su gran mayoría son adultos mayores de 65 años -aproximadamente, el 1 por ciento de este grupo poblacional-.
De acuerdo con el Ministerio de Salud de la Nación, suele manifestarse recién a partir de los 55 años, aunque hay casos registrados antes de los 40, como el del actor norteamericano Michael Fox. El Parkinson tiene un pico entre los 75 y 84 años.
Aunque la prevalencia del Parkinson es mayor en adultos mayores, los especialistas en neurología de la región advierten sobre un aumento sostenido en el número de diagnósticos, impulsado por factores como la mayor esperanza de vida, la urbanización y la exposición a contaminantes ambientales, que podrían estar influyendo en el desarrollo de la enfermedad.
Según estimaciones globales, se proyecta que para 2040 la enfermedad afectará a entre 12 y 17 millones de personas1, lo que subraya la urgente necesidad de fortalecer el diagnóstico temprano y garantizar un tratamiento oportuno que permita mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.
SÍNTOMAS
El Dr. Juan Pablo Casasco, jefe de Unidad Neurocirugía Funcional de la Clínica Santa Isabel, señala que el Parkinson es una patología frecuentemente subdiagnosticada, debido a la ausencia de una prueba específica para su detección temprana. "Muchos pacientes pueden estar conviviendo con la enfermedad sin un diagnóstico formal, lo que dificulta su acceso a tratamientos oportunos y adecuados", indica.
A su vez, remarca que los síntomas iniciales no tienen que ver con los síntomas típicos motores, que el común denominador de la población conoce, como el temblor o la inexpresión facial, sino que, al comienzo de la enfermedad, se dan cuadros gastrointestinales (constipación, diarrea, distensión), trastornos en el sueño y en el ánimo, entre otros.
En este sentido, la Dra. Silvia Berner, a cargo del Servicio de Neurocirugía de la Clínica Santa Isabel, subraya que: “La consulta con un profesional es fundamental para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento efectivo”. De esta manera, resalta la importancia de la prevención y concientización, para la detección temprana de esta enfermedad, que va a permitir que la calidad de vida de los pacientes mejore.
Si bien la enfermedad presenta síntomas motores o no motores, suele caracterizarse por:
Sin embargo, en muchos casos estos síntomas pueden no detectarse al principio de la enfermedad y recién lo hacen luego de un tiempo prolongado.
En un estado más avanzado pueden existir:
TRATAMIENTO
El Parkinson es la patología neurodegenerativa crónica y progresiva más frecuente en el mundo y, aunque no existe una cura, actualmente hay diferentes tratamientos farmacológicos o quirúrgicos que ayudan a aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente.
“Sin embargo, es necesario comprender que cada persona representa un caso diferente por lo que es importante analizar con rigurosidad cuál es la opción más adecuada para el paciente y esto sólo puede ser diagnosticado por un profesional”, explica el Dr. Carlos
Alberto Ciraolo, jefe de la Sección de Neurocirugía Funcional del Hospital Italiano de Buenos Aires.
"Los tratamientos farmacológicos pueden ofrecer un periodo de alivio para muchos pacientes, pero existe una luna de miel en la respuesta que suele durar entre 5 a 7 años. Cuando el paciente se vuelve refractario a los fármacos, es crucial considerar tempranamente la opción quirúrgica", agrega el especialista.
Entre las variantes quirúrgicas, recientemente comenzó a destacarse con fuerza la Estimulación Cerebral Profunda (DBS, por sus siglas en inglés), un procedimiento avanzado y presente en el país desde hace algunos años que permite minimizar los trastornos de movimientos involuntarios que produce esta patología. El DBS consiste en el implante de electrodos en la profundidad del cerebro que van conectados a un generador de pulsos o dispositivo eléctrico -similar a los marcapasos cardíacos- que se coloca en el tórax o el abdomen.
“La terapia de Estimulación Profunda busca controlar los síntomas motores de los pacientes, así como probables complicaciones y fluctuaciones que puedan desarrollar debido a la terapia farmacológica”, señala el neurocirujano.
El dispositivo es programado externamente a través de un software que define y regula los estímulos eléctricos que recibe el paciente para modificar el funcionamiento del sistema nervioso.
Más allá de cada tratamiento, el Dr. Ciraolo sostiene que “el objetivo siempre es mejorar la calidad de vida, el nivel de independencia y la funcionalidad de las personas que deben convivir con esta enfermedad donde la familia y el acompañamiento del paciente también juegan un rol fundamental".
MEJOR CALIDAD DE VIDA
El programa “Parkinson y Yo” busca promover un acceso a una vida más plena para personas con esta enfermedad. Esta iniciativa ofrece recursos educativos, actividades de apoyo y una comunidad en línea para ayudar a las personas afectadas por esta enfermedad a manejar mejor su condición. En su página web (www.parkinsonyyo.com) se presentan testimonios de personas que pudieron mejorar sus síntomas gracias a los tratamientos recibidos.
Tayro Romero, actual embajador del programa, es uno de ellos. Para él, la vida con Parkinson puede ser llevadera con un tratamiento adecuado. “La realidad es que gracias
a la cirugía recuperé mi vida social, volví a disfrutar de las caminatas, hacer ejercicio, manejar, ahora puedo ir a donde quiera”, comenta.
Romero pasó años bajo tratamiento farmacológico antes de decidir probar con el implante del neuroestimulador por sugerencia de su neurólogo. "Esto fue un verdadero cambio en mi vida", recuerda. A través de “Parkinson y Yo”, Romero tiene la oportunidad de estar en contacto con otros pacientes que tienen dudas respecto a su posible cirugía. Su consejo siempre es el mismo: "No se ahoguen en sus propios síntomas porque, cuando te das cuenta de que existe un tratamiento, tu mundo cambia".
RESISTENCIA A LA TERAPIA
Otro aspecto crucial en el tratamiento del Parkinson es la identificación de aquellos pacientes que han desarrollado resistencia a la terapia farmacológica, que es el primer tratamiento que se indica en el comienzo de esta enfermedad. Según el Dr. Casasco, "Estos pacientes se vuelven refractarios a la medicación y comienzan a experimentar síntomas adversos de la enfermedad. En esos casos es esencial que los médicos tratantes puedan derivar a estos pacientes a equipos especializados, para evaluar si son candidatos a un procedimiento neuroquirúrgico".
Sin embargo, cabe resaltar que, aunque solo 1 de cada 10 pacientes con Parkinson son candidatos a este tipo de tratamientos, los médicos explican que en Argentina esto representa a miles de personas. "Si bien estamos hablando de un porcentaje pequeño, dada la prevalencia de la enfermedad, se trata de un gran número de pacientes que son potenciales candidatos a un procedimiento que puede mejorar sustancialmente su calidad de vida", concluyó el especialista.
A pesar de que aún no existe una cura para el Parkinson, los avances en los tratamientos, especialmente los neuroquirúrgicos, han demostrado cambios notorios en el bienestar de los pacientes. Estas mejoras son un paso significativo en la lucha contra esta enfermedad y refuerzan la importancia de continuar con la investigación y el desarrollo de nuevas terapias.