Comenzó su carrera como actriz a los 21 años con un papel en la película “Vivir mata”, dirigida por Bebe Kamín, y al poco tiempo estaba haciendo también teatro y televisión. Aunque su pico de mayor reconocimiento le llegó en el 2010 con su co-protagónico en “El secreto de sus ojos” –el ya mítico filme de Juan José Campanella ganador del Oscar a Mejor Película Extranjera– Soledad Villamil fue armando a la par una prolífica carrera como cantante y compositora, con cuatro discos de estudio en su haber y muchos conciertos a sala llena.

En este extraño 2020, signado por el impacto de la pandemia del coronavirus, la actriz vuelve a las pantallas con la comedia “Corazón Loco”, que está disponible en Netflix para todo el mundo. Allí interpreta a Vera, una exitosa médica de Buenos Aires cuya hermosa y perfecta vida se derrumba cuando descubre que su marido Fernando (Adrián Suar) tiene hace muchos años una familia paralela en Mar del Plata junto con Paula (Gabriela Toscano).

“Cuando decidí hacer Corazón Loco una de las cosas que más me atrajo fue justamente que fuera una comedia”, cuenta Villamil en diálogo con Rumbos. “En ese momento estábamos filmando la serie “”El Host con Adrián Suar y nos entendíamos mucho trabajando juntos y un poco creo que ahí surgió la idea de proponerme la película. A mí me encanta la comedia como espectadora y como actriz”.

-El filme está dirigido por Marcos Carnevale y coescrita con Adrián Suar, dos pesos pesados de la ficción argentina. ¿Cómo fue trabajar con ellos?

-Fue muy bueno. Yo con Adrián había trabajado en proyectos pero no habíamos compartido escena como actores y en el encuentro en “El Host” habíamos sentido mucha química así que cuando me propuso me puso muy contenta porque ya veníamos en esa dinámica. Con Marcos tampoco había trabajado y fue un encuentro bárbaro, alguien muy riguroso pero que también da mucho lugar al juego así que enseguida se generó un espacio donde había mucha libertad para trabajar, opinar, proponer. Fue muy bueno.

-La particularidad de Corazón Loco es que es una comedia que al mismo tiempo instala un tema muy interesante como es la bigamia. ¿Qué creés que nos viene a decir la película?

-Me parece que por más que obviamente sea una comedia y creo que no pretende dar cátedra ni bajar línea de ningún tipo, la situación en sí hace pensar o genera distintas opiniones o sensaciones sobre loque se da en la película. Una de las que me parece más importante es acerca de la honestidad en las relaciones y sobre qué hace cada uno para ser fiel a sí mismo pero también para ser responsable con el otro. Porque lo que pasa en la película con la bigamia y este discurso de Fernando de “tengo tanto amor para dar” se choca con el hecho de que ni Paula ni Vera participaron de esa decisión, no tuvieron la posibilidad de decidir si querían o no estar en una relación de a tres. Con lo cual me parece que hay mucha tela para cortar para cada uno según su vida y sus creencias, sobre por dónde pasan los límites.

-Tu personaje de Vera es muy decidido e independiente y parece lo opuesto al personaje de Paula. Si tuvieras que elegir, ¿con cual te identificas más?

-Sería difícil porque ya estoy identificada con Vera (risas) porque todo mi trabajo fue identificarme con ella. Me parece que son dos extremos, porque Vera se ciega de odio y quiere descargar todo su enojo y su sensación de haber sido traicionada en un plan de venganza y cree que va a resolver algo, pero yo, desde Soledad, pienso ¿hasta qué punto eso resuelve las cosas? Y Paula es más contemplativa pero en un punto niega lo que tiene delante de los ojos. Son dos extremos y creo que la película, como es una comedia, lleva a los personajes a los límites. Pero nos permite pensar, porque creo que todos tenemos una Paula, una Vera y un Fernando adentro. No es que hay un bueno y un malo. Es como la vida, las cosas son más complejas.

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