La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos probablemente traerá importantes implicaciones, tanto para la política interna de su país como para las relaciones internacionales.
Podríamos decir que, por un lado, en nuestro caso, con la relación cordial e ideológicamente cercana con nuestro presidente, el país se beneficiará de forma directa o indirecta, por el apoyo que los Estados Unidos nos brinde puntualmente al enderezar el camino en el FMI.
A nivel global habría una primera modificación trascendental, Trump no es afecto de embarcarse en aventuras militaristas y por ello, probablemente, no tome la decisión de apoyar de manera decisiva a Ucrania. Algo de eso se está viendo en supuestas negociaciones para terminar el conflicto y lo mismo se puede ver ante la resolución de la cruenta guerra entre Hamas e Israel.
Por otro lado, a diferencia de lo que muchos creen, que por ser Trump un empresario millonario piensa en abrir el mercado, su posición es diametralmente opuesta, así que nos encontramos a la vuelta de la esquina de un mayor proteccionismo económico y, por otro lado, una postura férrea en contra de las implicancias expansionistas chinas en la región.
Trump ha sido un firme defensor de políticas proteccionistas durante su primer mandato, y no parece haber cambiado su postura. Recordemos que durante su primera presidencia implementó aranceles sobre productos extranjeros, especialmente de China, y renegoció acuerdos comerciales clave, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que pasó a llamarse T-MEC.
Qué podríamos esperar de este segundo mandato. Por un lado, es posible un aumento de tarifas arancelarias y barreras comerciales con otros países, especialmente en sectores como la manufactura, tecnología y agricultura.
Seguramente, Trump revisará los acuerdos comerciales internacionales suscriptos por Joe Biden, con un enfoque en la maximización de beneficios para Estados Unidos y el desmantelamiento de acuerdos que considere desventajosos.
Esto podría generar tensiones con socios comerciales y afectar las cadenas de suministro globales.
A nivel mundial, el comercio internacional podría verse limitado y distorsionado, con países que traten de adaptarse a un entorno más restrictivo.
En ese contexto, las economías emergentes (como Argentina) podrían sufrir las consecuencias de una menor demanda o tarifas más altas para exportaciones clave. Acá la pregunta sería si la relación personal entre ambos presidentes nos puede generar una mirada diferente desde lo comercial, me ánimo a decir que sí.
En orden a la guerra emprendida por Rusia en contra de Ucrania, ya sabemos de la posición de Trump, quien ha sido crítico de la postura de intervención militar de Estados Unidos en conflictos internacionales, incluidos los esfuerzos de apoyo a Ucrania frente a la invasión rusa.
En su primer mandato, Trump mostró una inclinación por no involucrarse en conflictos externos y priorizó el enfoque "America First", por lo que no es descabellado que intente reducir el involucramiento de Estados Unidos en la guerra entre Ucrania y Rusia, adoptando una postura más aislacionista o de negociación directa con ambos países, en lugar de seguir enviando asistencia militar y financiera a Ucrania.
Trump podría optar por presionar a Ucrania para que llegue a un acuerdo de paz con Rusia, lo cual podría implicar que Ucrania ceda territorialmente o adopte compromisos políticos con Moscú para asegurar el fin del conflicto.
Esto podría generar críticas internacionales, pero se alinearía con su política de evitar una mayor escalada en conflictos extranjeros, y acá nuevamente deberíamos indagar qué hará Javier Milei, quien le profesó un claro alineamiento a su par ucraniano, con lo cual estará entre dos posiciones diversas y con relación a dos aliados amigos como Zelenski y Trump.
Y, por último, nos deberíamos preguntar qué actitud adoptará Trump para con nuestra región. Debemos recordar que en el pasado ha mostrado una actitud de duro negociador especialmente con gobiernos que considera “populistas” o de izquierda, como fue el caso de su postura hacia Venezuela y Nicaragua. Aquí cabe otra reflexión con el secuestro de nuestro gendarme ya Trump planteó la ilegitimidad del accionar venezolano y Maduro verá que los Estados Unidos, cada vez más, tensionarán la relación y pondrán obstáculos en la política internacional.
Con el regreso de Trump a la presidencia, podríamos esperar una política que busque fortalecer la relación con gobiernos de derecha y, a su vez, aislar a gobiernos de izquierda o con inclinaciones socialistas.
Es probable que Trump vea en Javier Milei un aliado en la región, pero también en el mundo entero, es que aparece como el presidente más cercano al líder americano a nivel global.
Lo que resulta difícil pronosticar es cómo podría jugar ese papel de su aliado interlocutor en la región, teniendo en cuenta que Milei no es afecto a mantener relaciones con sus pares del cono sur.
Pero dentro de la política interna, probablemente Trump respaldará las políticas económicas de Milei, a cambio de una relación más estrecha en términos comerciales y geopolíticos.
Obviamente ello implicará beneficios, así que, con una afinidad ideológica en temas como la reducción del gasto público, Argentina podría beneficiarse de un mayor apoyo comercial de Estados Unidos, a través de acuerdos que favorezcan las exportaciones argentinas, en especial en el sector agrícola y energético.
Además, podría haber un mayor acceso a inversiones estadounidenses, especialmente si Milei sigue fomentando un ambiente económico favorable para los negocios.
Sin embargo, no todo será un lecho de rosas, es posible avizorar posibles tensiones para Argentina, si bien la relación bilateral podría beneficiarse de una comunión ideológica, también podrían surgir desafíos.
Trump tiende a priorizar los intereses de Estados Unidos, y si bien puede estar dispuesto a apoyar económicamente a Argentina, también podría presionar por acuerdos comerciales que favorezcan a su país más que a Argentina.
Además, el énfasis de Trump en una política exterior basada en la seguridad nacional podría implicar que Argentina, al igual que otros países de la región, también se vea afectada por presiones políticas o económicas que busquen alinearse con los intereses geopolíticos de Estados Unidos.
En resumidas cuentas, con el regreso de Donald Trump a la presidencia, su enfoque hacia el comercio mundial podría volverse aún más proteccionista, lo que podría generar dificultades para países como Argentina en términos de acceso a mercados globales y la inversión extranjera directa.
Sin embargo, en el contexto de América Latina, es probable que busque fortalecer relaciones con gobiernos de derecha como el de Milei, lo que podría dar lugar a un mayor apoyo bilateral en términos de comercio e inversiones, siempre que estos países adopten políticas alineadas con sus intereses.
Quedará en la muñeca negociadora del canciller Werthein pero fundamentalmente de la empatía que siga generándose entre ambos presidentes, desde ya es un buen comienzo que a la asunción haya sido invitado Milei algo fuera de protocolo en esta clase de eventos y que marca claramente la cercanía de ambos mandatarios.
De lo que surge en estos análisis es que estaríamos nuevamente en el camino de las ya famosas relaciones carnales lo interesante es sacarle el mayor provecho teniendo como socio al país más importante y poderoso del planeta.