16 de agosto, 2025
Entrevistas

Tras décadas dedicadas a la docencia, Teresita Núñez canalizó su sensibilidad en la pintura. Con obras que combinan técnicas mixtas y materiales poco convencionales, continúa enseñando desde otro lugar: el del arte como experiencia compartida.

Para Teresita Núñez su vinculo con el arte siempre ha estado presente, pero tomó forma cuando estudió para ser profesora en artes plásticas en su natal Tucumán. Desde entonces, la enseñanza y pintar, dos cosas que ama se volvieron inseparables en su vida.

Ya con 26 años, el amor llegó a su vida, el cual la trasladó hasta Santiago del Estero, donde ejerció por 39 años, trabajando en la Escuela Amadeo Jacques y en la ciudad de Clodomira.


A pesar de su paso por la Escuela de Bellas Artes de Tucumán, nunca imaginó que iba a ser una artista. Enseñar parecía ya una herramienta más que suficiente para su relación con la plástica. No fue hasta que una de sus compañeras, quien admiraba su capacidad y sus obras, le pidió tres cuadros.

"Y yo digo: yo nunca he vendido. Temía que no les guste, temía que mis precios sean elevados, temía todo eso. Y ella fue la que me ha dado el hincapié, porque a todas les ha gustado. Ha presumido con mis trabajos en la escuela, que tenía un público grande. Y yo digo: ay, sí, sí puedo”, comenta la pintora en dialogo con LA COLUMNA.

Desde entonces se dedica a pintar y compartir sus creaciones, que no pasan desapercibidas. Su trabajo se destaca por la implementación de diversas técnicas y la utilización de materiales como yeso, cemento, telas, etc. Le gusta trabajar con los movimientos y sensaciones, los relieves, el volumen y con policromía.

"Me gusta poner de todo en el lienzo. Que también, en vez de lienzo, elegí madera porque lo puedo cargar más. Tienen mucho peso a veces mis trabajos, pueden estar cargados con yeso, con acrílico o con pigmentos varios, hasta cuerdas le pongo. Para lograr la textura, el volumen que deseo, y bueno, me gusta eso”, explica.

Su expresión artística no se limita a la pintura. Ha decorado hogares, interviniendo desde habitaciones hasta cocinas. Entre sus hobbies se encuentran actividades como el tejido, el bordado y la costura. Siempre está considerando lo estético y se mantiene al tanto.

Para Teresita, enseñar arte nunca fue solo explicar técnicas. Era, y sigue siendo, un acto de acompañar procesos e invitar a conocer otros mundos posibles.
“En todos los años hay alguno que se destaca. Uno o varios. Hay que seducir a esos chicos, darles las posibilidades. Porque están muy encerrados ahí (en Clodomira). Yo le dije a un niño en especial: yo te imagino en un futuro ser dibujante de una revista porque tiene una imaginación que subyuga todo. Es apasionante esa imaginación en esa mente, hermoso. Dios quiera que tenga las posibilidades”, agrega.

Entre ferias y lienzos

En este nuevo comienzo de su etapa como jubilada, comenzó a priorizar vivir aquellas experiencias que, antes por falta de tiempo, no se podía permitir. Es así como este año participó por primera vez en la Feria Artesanal Aniversario de la Ciudad, ofreciendo sus cuadros y acercándose al público a conversar e intercambiar opiniones e ideas sobre el arte plástico.


Esta experiencia le ha permitido acercarse a colegas y ganarse amigos. Recuerda con cariñó como la agasajaron en su cumpleaños. El compartir con aquellos que dedican su vida a la creación y llevarlo por todo el país ha sido una gran inspiración.

Teresita disfruta de viajar. Siempre que tiene oportunidad, se permite conocer diferentes rincones del país. Visitar a sus hijas, que se encuentran en otras provincias, incluso en Chile, es una buena excusa para emprender nuevas aventuras. En cada una de ellas, el recorrido por ferias artesanales es obligatorio, y confiesa no ser muy partidaria de las exhibiciones en salón: compartir y conocer a los demás es también una expresión artística.

A partir de esta vivencia, nació el deseo de participar y conocer diferentes ferias en el país. Aun así, remarca la necesidad que hay en Santiago del Estero de contar con una feria artesanal permanente, y más ahora, donde el turismo sigue creciendo y la cultura santiagueña está recibiendo el reconocimiento que se merece.

Teresita Núñez, a pesar de dejar el aula, continúa siendo una docente. En su puesto en la carpa que la acogió durante todo julio, jóvenes autodidactas se acercaron para consultarle. Como si fuera obra del destino, y sin saberlo, llegaron a quien acoge la enseñanza con amor. Tiene presente un caso particular con una joven, quien se encontraba intrigada por las técnicas plasmadas en los cuadros de Teresita.
“Yo, ante todo, soy docente. Yo sí les voy a enseñar y no voy a mezquinar nada porque cada uno tiene su expresión. No voy a mezquinar esto porque ella lo va a aplicar de su modo.”

Tiene presente cómo la formación y el acceso al arte plástico es costoso, factor que lamenta, ya que está frenando el desarrollo de muchas personas talentosas.
“Todos tenemos un artista interno, todos tenemos una expresión. En la escritura, otros en la pintura, otros en el tejido. Todos tenemos un artista interno y hay que sacarlo. Mucha gente no lo conoce y lo descubre en grande, ya cuando sus tiempos de ocio son más extensos. Es una expresión interna. Muchas veces no lo dicen con las palabras, pero sí lo expresan con el arte. Es un desahogo. Es una expresión.”

Aun evita la protesta como fuente de inspiración, más allá del discurso de que las producciones siempre responden a una crítica política o social.
“El arte es como comer una torta rica, como sentarte con placer a disfrutar con alguien simpático y agradable a charlar en un café. Es lindo. No es una válvula de descarga”, sostiene.

Hoy decide habitar su talento con paciencia. Elige producir piezas más sencillas, darse tiempo de convivir con aquellos a quienes ama, como su familia. Nutrirse de personas que comparten su misma pasión y, desde su espacio, seguir ayudando a aquellos quienes tienen una inclinación en el mundo plástico.
Con su trayectoria y su capacitación, hoy invita a aquellos que necesitan un empujoncito a animarse.
“Si quieren comenzar, lo tienen que hacer.
Cierto es, como yo les decía a mis alumnos: la primera vez no va a salir bien, como vos lo quieres. Pero la segunda vez te va a gustar un poquitito más porque vas a poner, vas a subsanar esos errores que has denotado en la primera.
Y en la tercera te va a salir fantástico. Porque todo es un aprendizaje. Nadie nace sabiendo. Vamos a ir aprendiendo paso a paso”,
explica.

Sus obras no están colgadas en museos ni en salones. Pero acompañan a familias en sus hogares, traen vida a una oficina e inculcan a los más jóvenes. Acerca a personas que no cuentan con recursos financieros suficientes a tener su primer cuadro de autor.
En su mirada, el arte no está reservado para unos pocos.
“Para todos aquellos que creen y consideran que el arte es para ciertas personas que han estudiado o que lo aplican, que no. No es así. Indágate internamente y empezá. El arte puede ser en la lectura, en la escritura, puede ser en el tejido, en el bordado, en alguna actividad manual. Es una expresión el arte. Larga lo que tienes internamete, porque todos tenemos algo interno”, afirma.

 

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