Cada 9 de julio, Argentina conmemora la declaración de su Independencia, ocurrida en 1816, un hito fundacional que marcó el inicio de un largo y complejo camino hacia la construcción de una nación soberana.
En este 2025, el aniversario encuentra al país atravesado por una serie de crisis que ponen en cuestión el verdadero significado de esa libertad conquistada hace más de dos siglos.
En Tucumán, donde en aquella Casa Histórica se selló el acto emancipador, se evocará nuevamente el espíritu de unidad y coraje que movió a los congresales de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Pero, más allá de los discursos y actos oficiales, millones de argentinos enfrentan una realidad diaria marcada por la incertidumbre, el empobrecimiento y la desconfianza en las instituciones.
Según los últimos datos del INDEC, el desempleo supera el 10% y más del 50% de la población está por debajo de la línea de pobreza.
La inflación, persistente y corrosiva, ha licuado el poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones, mientras los precios de los alimentos continúan en alza. En este contexto, la independencia económica que alguna vez soñaron los próceres parece una promesa incumplida.
A esto se suma la crisis institucional. El reciente fallo -que ratificó la condena a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner por corrupción- ha reavivado el debate sobre la transparencia y la impunidad en la política argentina.
Aunque la justicia sigue su curso, la polarización que genera el caso profundiza una grieta que ya no es solo ideológica, sino estructural.
El aniversario de la Independencia nos invita, como sociedad, a reflexionar no solo sobre el pasado, sino también sobre el presente que habitamos y el futuro que queremos construir.
¿Es posible hablar de independencia cuando la desigualdad impide a millones de argentinos ejercer plenamente sus derechos? ¿Podemos considerarnos libres cuando la corrupción erosiona la confianza en la democracia?
Volver a los valores de 1816 no implica un anclaje nostálgico, sino un compromiso activo con la justicia, la equidad y la soberanía.
Hoy más que nunca, Argentina necesita una nueva independencia: de la pobreza, de la corrupción, de la exclusión. Tal vez, así, el legado de quienes firmaron la libertad hace más de dos siglos cobre un sentido más tangible para las generaciones presentes.