27 de julio, 2025
Salud

El Dr. Matías Alet, director de Neurología de Fundación Iberoamericana de Salud Pública, advirtió la necesidad de prestar atención ante los síntomas de un ACV. El caso de la boxeadora Alejandra Oliveras refleja una realidad crítica: cuando no se actúa a tiempo, las consecuencias pueden ser irreversibles.

El Dr. Matías Alet, neurólogo especializado en neurología vascular de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP), analizó el caso de Alejandra “Locomotora” Oliveras, la reconocida boxeadora argentina que sufrió un accidente cerebrovascular (ACV). 
El Dr. Alet detalla que se trató de un ACV isquémico extenso: una arteria cerebral se tapó, provocando una falta de oxígeno importante que dañó parte del cerebro. Al llegar al hospital ya no era posible aplicar tratamientos para disolver o extraer el coágulo. En su lugar, los médicos debieron intervenir quirúrgicamente para aliviar una hinchazón (edema) grave dentro del cráneo. Esta cirugía, conocida como craniectomía descompresiva, consiste en retirar una parte del hueso craneal para reducir la presión que ejerce el edema sobre el cerebro. Sin esa maniobra, el daño habría sido aún más crítico.
El caso representa una dura realidad: muchos ACV no se tratan a tiempo, y eso marca la diferencia entre recuperarse o sufrir consecuencias irreversibles. El tejido cerebral, sin oxígeno, comienza a morir desde el primer instante. Cuanto antes se actúa, más chances hay de salvar vías neuronales esenciales para hablar, moverse o pensar.

Un problema frecuente, pero poco visible
Más allá del caso puntual, explica que el ACV es un desafío sanitario de enorme magnitud en Argentina. Alrededor del 2 % de los adultos mayores de 40 años conviven con secuelas tras un ACV, lo que implica a unas 340.000 personas en todo el país. En promedio, se producen entre 40.000 y 60.000 nuevos ACV por año, con más de 18.000 muertes asociadas. Todo esto convierte al ACV en una de las principales causas de discapacidad y mortalidad en la Argentina.

Síntomas 
Los síntomas suelen aparecer de forma repentina: debilidad o parálisis de un lado del cuerpo, desviación facial, dificultades para hablar o entender y, en algunos casos, mareos intensos o visión borrosa. Frente a estos signos, lo crucial es actuar sin demora: si se consulta dentro de las primeras horas desde el inicio, puede aplicarse tratamiento que detiene o reduce el daño cerebral. Por el contrario, cuando se llega tarde, el único camino es manejar las complicaciones y cuidar la zona afectada.

¿Se puede prevenir?
Alet subraya que el ACV se puede prevenir. Se estima que más del 80 % de los ACV están ligados a factores que podemos controlar: presión alta, tabaquismo, sedentarismo, aumento del colesterol y la glucemia, entre otros. Adoptar hábitos saludables, como medir la presión regularmente, mantenerse activo, alimentarse bien y evitar fumar, reduce drásticamente el riesgo.

Saber y actuar puede marcar la diferencia
Cada día es clave, pero es necesario estar alerta, conocer los síntomas y actuar rápido. El Dr. Alet insiste en que, si alguien pierde fuerza en un brazo, le cae un lado de la cara o comienza a hablar mal, no hay que dudar y llamar inmediatamente al servicio de emergencias. Porque en el ACV, cada minuto cuenta.

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