Cada vez más personas eligen consumir medicamentos sin receta para aliviar síntomas cotidianos, sin dimensionar los riesgos que esto implica. Lo que parece inofensivo esconde riesgos silenciosos y consecuencias serias.
Ante dolencias o malestares, las personas prefieren ir directamente a la farmacia antes que al médico. Cada vez es más común la automedicación a través del consumo de medicamentos de venta libre, principalmente por dolores de cabeza o molestias diarias. Una práctica que es peligrosa si no cuenta con la prescripción o el control de un profesional y, en algunos casos, puede incluso llevar a la muerte.
La OMS define a la automedicación como la selección y el uso de los medicamentos por parte de las personas, con el propósito de prevenir, aliviar o tratar síntomas o enfermedades leves que ellas mismas puedan identificar. Si bien es posible una automedicación responsable, muchas veces las personas no cuentan con la información suficiente para tomar buenas decisiones sobre su salud, además de que se convierte en una práctica sostenida en el tiempo.
El Dr. Julio César Scabuzzo explicó a LA COLUMNA: “El individuo que se automedica tiene dos líneas: la de antibióticos en general y la de insomnio y ansiolíticos. ¿Cuál es el inconveniente? Tengo fiebre, me duele la garganta, voy a tomar una determinada droga, amoxicilina, por dar un ejemplo. En alto porcentaje, las infecciones respiratorias son virósicas; por lo tanto, la automedicación del antibiótico es incorrecta. ¿Y qué es lo que me pasa si me automedico con antibióticos? Hago que el organismo me haga resistencia al uso de ese antibiótico. Cuando mi organismo requiera de verdad una amoxicilina, ya voy a tener sensibilizado mi organismo y me va a ser más difícil que reaccione la droga cuando realmente la necesitamos. Es el riesgo de la automedicación, en este caso más leve”.
Si bien la resistencia es un proceso natural, dado que los medicamentos van perdiendo con el tiempo su capacidad de matar agentes patógenos, en los últimos años el uso inapropiado de antibióticos ha acelerado exponencialmente este proceso, convirtiéndose en una de las mayores amenazas para la salud mundial.
Según una encuesta realizada en 2019 por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) junto con la consultora Voices!, casi la mitad de los argentinos (47%) reconoció haber consumido medicamentos sin la recomendación de un profesional de la salud. El informe advierte que esta práctica está fuertemente instalada en la población y atraviesa a todas las edades y niveles socioeconómicos.
Los antiinflamatorios, analgésicos y antibióticos encabezan la lista de los medicamentos más consumidos de manera libre en Argentina. Pero también se ha incrementado la automedicación por psicofármacos y pastillas para dormir, como la melatonina, que es de venta libre.
El Dr. Scabuzzo agregó: “El otro caso, que es el de ansiolíticos y el de comprimidos para dormir, tiene otra connotación. Si me automedico quiere decir que no me lo indicó ningún profesional; por lo tanto, no sé si me hace falta o no, o si lo estoy tomando en las dosis correctas. Entonces, esa automedicación de ansiolíticos entra en la inscripción de fármacos que me afectan de algún modo el sistema nervioso central periférico. Todo lo que yo tomo para dormir, para la ansiedad, etcétera, en algún grado me altera mi sistema natural de vigilia, no me deja estar atento, me hace perder habilidades que debería tener estando despierto, por decirlo de una forma gráfica, y no es bueno”.
Según un informe del Sedronar (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina) del año 2023, la prevalencia del uso de tranquilizantes supera el 14% en Argentina. Su consumo se incrementa con la edad: con un valor menor al 9% entre las personas más jóvenes (25 a 34 años) y aumenta hasta superar el 31% entre la población de 66 a 75 años. Se observó que el 85,5% de quienes consumen adquieren los psicofármacos exclusivamente con receta, mientras que el 14,5% lo hace sin receta o combina ambas modalidades de adquisición.
A la lista de consumo sin indicación se suman las vitaminas, que son para aquellos con problemas metabólicos y de absorción que no pueden incorporarlas a través de los alimentos, y los anticonceptivos.
A esta problemática se suma el uso inadecuado de los medicamentos, que incluye la polifarmacia (demasiados medicamentos por paciente), la excesiva aplicación de inyecciones, la incorrecta utilización de antibióticos, la falta de prescripción de acuerdo con las guías clínicas y la falta de adherencia a los tratamientos.
Consecuencias del uso inadecuado de medicación
• Enmascaramiento de síntomas en procesos graves y, como consecuencia, retraso en el diagnóstico y el tratamiento de la patología.
• Nefritis intersticial: inflamación de los riñones causada por el consumo de algunos medicamentos.
• Daño a los túbulos renales: el consumo de medicamentos de forma prolongada y en dosis incorrectas causa daño en los túbulos renales, los cuales filtran y reabsorben las sustancias en los riñones.
• Insuficiencia renal aguda o crónica: disminución repentina de la función renal, reversible o irreversible, debido a la toxicidad de ciertos medicamentos o a la interacción medicamentosa.
• Aparición de toxicidad: efectos secundarios, reacciones adversas y, en algún caso, intoxicación.
• Falta de efectividad, porque se hace uso de ellos en situaciones en las que no son necesarios.
• Dependencia o adicción a los medicamentos.
• Interacciones con otros medicamentos, plantas o alimentos que la persona esté tomando. Puede haber una potenciación o disminución del efecto del medicamento.
• Resistencias a los antibióticos: un uso excesivo de antibióticos puede hacer que los microorganismos desarrollen mecanismos de resistencia y dejen de ser eliminados por estos antibióticos.
Más allá de las consecuencias individuales, los altos porcentajes en el país tienen un impacto indirecto en la salud pública. Tal como explica el Dr. Scabuzzo: “La consecuencia de todo esto es que yo voy a tener un sistema de salud pública donde tengo personal y recursos humanos afectados para atender a una misma persona, pero si esta persona llega con su organismo en condiciones, más allá de la patología que la trae a la consulta, para el médico en general, el profesional de la salud, es más difícil el tratamiento, es más difícil el abordaje y demora más. Entonces, estoy de algún modo poniendo en esta persona más recursos humanos, más cantidad de tiempo y más medicación para corregir las incorrecciones o daños que puede haber hecho la automedicación”.
Recomendaciones para un uso responsable
El Dr. Scabuzzo resalta que, principalmente, bajo ningún punto de vista una persona debe automedicarse: siempre concurrir a un centro asistencial, a su médico de cabecera o a algún profesional de la salud.
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