08 de octubre, 2024
Pienso, luego existo

El 15 de septiembre gran parte de Centro América festeja su independencia, puntualmente   Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua.

 

En 1821 esos países firmaron el Acta de Independencia de América Central, liberándose de la Corona Española que los aglutinaba en el Virreinato de Nueva España, territorio que hoy se conoce como México.

 

Ya independientes buscaron un emblema que los reconociera como una entidad soberana.

 

En el vibrante mosaico de banderas que adorna la región centroamericana, los colores celeste y blanco se destacan por su predominancia y simbología compartida.

 

Si bien algunos pretenden asociar esos colores a los ideales de libertad e independencia, la historia que subyace nos emparenta con esa lejana y hermana región americana.

 

Alguna vez el marino francés Hipólito Bouchard estuvo a las órdenes del gobierno criollo, sito en Buenos Aires, y así obtuvo la patente de corsario argentino, cuya travesía lo llevó a Hawái donde ese reino fue el primer gobierno que reconoció nuestra independencia, ocupó parte del actual territorio estadounidense, más precisamente Los Ángeles y también incursionó en Centro América.

 

En 1818, Bouchard zarpó desde Buenos Aires al mando del buque corsario "La Argentina", su objetivo era atacar las posesiones españolas en el Pacífico y el Atlántico.

 

Durante su expedición, el buque de Bouchard no solo fue un instrumento de guerra, sino también un embajador de los nuevos ideales republicanos que emergían en el continente.

 

La bandera que ondeaba en el buque de Bouchard era una versión temprana de la bandera creada por Manuel Belgrano. Esa bandera, con sus franjas celeste y blanca, se convirtió en un símbolo potente del movimiento independentista.

 

Durante sus viajes, Bouchard visitó varias costas de Centroamérica. Su presencia y el ondear de la bandera celeste y blanca en su barco causaron una impresión duradera en los territorios que tocó.

 

Obviamente una época de aventureros y soñadores, donde los movimientos independentistas estaban en pleno auge, la influencia de los símbolos de la independencia era poderosa y resonante.

 

Ayer nuestra bandera fue la inspiración para muchos independentistas centroamericanos y la adopción de sus colores nos hermana a la distancia.

 

Ver los colores celeste y blanco ondear en lo alto de cada mástil nos eriza la piel y nos enorgullece que sea un modelo de exportación, de aquel primigenio sueño de libertad e independencia que hoy es una completa realidad. 

 

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