22 de octubre, 2024
Actualidad

Pese a que la enfermedad ya no es una novedad, los productos sin TACC cuestan hasta seis veces más que los convencionales. 

El diagnóstico de celiaquía e intolerancia al gluten es cada vez más frecuente. Muy a pesar de esto, la alimentación específica- único tratamiento disponible para los pacientes- es demasiado costosa, como para adoptarla plenamente.

Cabe recordar que, como premisa, la dieta libre de gluten cancela el trigo, la avena, la cebada y el centeno. Esto reduce de manera ostensible la variedad de alimentos que pueden encontrar los celíacos e intolerantes al gluten en los almacenes.

Y, si bien, hay cada vez más marcas que se pliegan a los productos sin TACC, e incluso empresas alimenticias específicas, lo cierto es que el valor de los alimentos es diametralmente superior al de los convencionales. El ejemplo más común es el de las harinas.

Mientras el paquete de kilo de una común (000) cuesta alrededor de $1000, una premezcla “universal” libre de gluten, en igual cantidad vale $6.800. A su vez, la fécula de mandioca -también utilizada para elaborar alimentos sin TACC- cuesta unos $7.532. Si bien, para estos ejemplos se toma el cálculo por cada kilo, en los dos últimos casos mencionados, los productos se venden fraccionados: los paquetes son de 500 gramos o menos.

Vale rescatar que, algunas marcas desarrollaron sus productos clásicos en la versión libre de gluten y tienen un costo más accesible. Esto se puede advertir en algunas pastas y premezclas para pastelería. Así, se puede encontrar fideos aptos para celíacos e intolerantes al gluten a $1.900. Es decir, unos $700 más que los comunes, cuyo precio oscila los $1200. Por su parte, las premezclas para postres, como bizcochuelos o brownies sin TACC valen $3422 y $3.189, respectivamente.

Extrañamente, a la hora de comer fuera de casa, la diferencia entre las cartas convencionales y las “gluten free” se disipan. Es posible encontrar desayunos/meriendas “clásicos” (infusión, más panificados y un jugo) en su versión con y sin TACC por $4500 en los bares y restaurantes que ofrecen ambas opciones. Algo similar ocurre con las comidas; no existe una diferencia notable entre los precios de platos aptos y no aptos para quienes tienen celiaquía o intolerancia.

 

DETECCIÓN

En mayo del año pasado, el Dr. Conrado Alcorta, especialista en Gastroenterología, comentaba a La Columna que las estadísticas de celiaquía tienden a compararse con un “iceberg”. “La parte que está por encima del nivel del agua son las personas que saben que  tienen la enfermedad, pero la parte más grande está debajo del agua y son todos aquellos que no saben que son celíacos”, explicaba.

En nuestro país, una persona cada 80 tiene la enfermedad, pero otras tantas lo ignoran. Por eso, para el especialista es elemental una “sospecha” que permita llegar a la detección. Especialmente “en aquellos pacientes que tienen antecedentes familiares; que tienen una mamá, un primo, una tía con la enfermedad. El médico tiene que sospechar”, consideró, dado que “la parte hereditaria” es fundamental.

 

QUÉ ES

El también médico del Instituto Modelo de Endoscopía y Gastroenterología (IMEG) precisó que la celiaquía es “una enfermedad que tiene que ver con la parte inmunológica.

“¿Qué es lo que pasa?, al ingerir alimentos que contienen gluten, que es una proteína que encontramos en el trigo, la cebaba, el centeno y la avena, se produce una reacción de inflamación, de daño a nivel del intestino delgado”, explicó.

El problema no es circunstancial. “Con el tiempo –añadió el médico– ese intestino se va deteriorando y eso lleva a lo que nosotros denominamos síndrome de mala absorción. No se asimilan ciertos elementos, como ser el hierro, el calcio… Se altera muchas veces la permeabilidad del intestino”, señaló.

 

SUS CAUSAS

El especialista consultado indicó que no hay una causa específica que desencadene la enfermedad celíaca, pero sí una condición para que aparezca. “El paciente tiene que tener los genes para tener la enfermedad, si no ha adquirido esos genes, no la va a tener”, afirmaba.

En ese sentido, comentó que actualmente la medicina cuenta con un método de diagnóstico temprano que permite saber si una persona es propensa. Se trata de un “test genético”, por medio del cual se sabe si una persona ha heredado el gen de intolerancia al gluten.

La enfermedad celíaca tiene una mayor incidencia entre los jóvenes y los adultos. Es cuando se manifiestan los síntomas que llevan a consultas y, en el mejor de los casos, a un diagnóstico.

A diferencia de otras afecciones, la celiaquía no llega a complicar otros cuadros patologías. No obstante, el profesional advierte: “Sí hay que tener en cuenta que hay enfermedades que están relacionadas, sobre todo las autoinmunes, como la artritis reumatoide, las dermatitis herpetiformes, las enfermedades hepáticas, la psoriasis… a un paciente con psoriasis no estaría demás pedirle los anticuerpos para la enfermedad celíaca”.

 

SÍNTOMAS

Como se había planteado; en el caso de que exista una mala absorción y no se asimilen algunos elementos, pueden aparecer síntomas, “como la anemia, las diarreas, la distención abdominal”, según detallaba el especialista.

A raíz de esto, los médicos se encuentran en consultorio con pacientes muy delgados, que padecen la caída del cabello y la fragilidad de las uñas.  Sin embargo, estos son solo los calificados como “típicos”, ya que la celiaquía puede presentar otros signos.

Los síntomas atípicos son los que están muy relacionados con otras enfermedades, como es el reflujo, la acidez. Y por ahí es el único síntoma que tiene un paciente. Entonces, va a una consulta y dice: “como y me hincho”, o “siento que el abdomen se me distiende”. En ese paciente, tenemos que sospechar sobre la posibilidad de que tenga, sobre todo si hay antecedentes familiares”, manifestaba.

 

PARECIDAS, PERO NO IGUALES

Por sus síntomas, la enfermedad celíaca suele ser confundida con un síndrome de intestino irritable. “Más o menos el 50% de los síntomas de una y otra enfermedad son comunes”, explicaba el gastroenterólogo.

Nosotros, en consultorio vemos pacientes que han sido tratados por gastritis, por síndrome de intestino irritable durante toda su vida. A la larga, midiendo los anticuerpos o haciendo una endoscopía detectamos la enfermedad celíaca y es abismal el cambio que se observa al realizar la dieta libe de gluten”, comentaba.

Como médicos y la gente también debe saber que el paciente celíaco va a tener diarreas, distensión abdominal. O van a ser pacientes con sobrepeso, obesos, constipados, que solamente tengan reflujo, o que, en un análisis de sangre haya síndrome de anemia, por ejemplo, o con las enzimas hepáticas un poquito elevadas o los leucocitos...”, agregaba.

Por otra parte, los especialistas encuentran otras patologías similares a la celiaquía, como por ejemplo, la intolerancia al gluten, “donde los síntomas que van a aparecer son muy similares a los de la enfermedad celíaca”.

Es decir, “el paciente puede tener diarrea, distención al ingerir harina, vómitos...” Pero, “la diferencia con la enfermedad celíaca es que no hay daño de la mucosa del intestino, no hay daño histológico. Esa es la diferencia entre la intolerancia o la sensibilidad al gluten con la enfermedad celíaca”.