10 de octubre, 2025
Actualidad

Con más de cuarenta años de experiencia, el santiagueño Elvio Fioretti integra el Círculo Filatélico y Numismático de Santiago del Estero, una comunidad que difunde la historia a través de monedas, billetes y estampillas

En diferentes carpetas, minuciosamente ordenadas, expuestas sobre una mesa Elvio Fioretti despliega una parte de su vida. Monedas que cruzaron océanos, billetes de países que ya no existen, estampillas que sobrevivieron a guerras. Cada pieza, dice, guarda una historia: la de un país, un acontecimiento o un recuerdo personal. “Cuando toco una moneda, no pienso solo en su valor. Pienso en quién la usó, en el momento histórico en que circuló, en lo que estaba pasando en el mundo”.

La pasión nació en su infancia. “Empecé guardando tapitas, figuritas, cosas que me parecían raras. Pero a los doce años conocí a una chica australiana que me regaló unas monedas de su país. Esa fue la primera vez que tuve en mis manos algo extranjero. Desde ahí no paré”, recuerda. Con el tiempo, aquellas piezas se multiplicaron y se volvieron una manera de viajar sin moverse de Santiago del Estero.

Durante años, Fioretti pensó que su pasión coleccionar era una rareza, que era un “sapo de otro pozo”, hasta que comenzó a mirar bien y descubrió que en ese “pozo”  había más “sapos”, y que estos conocían a otros. Y de esta manera, fue coincidiendo con personas que comparten su afición.

Naturalmente surgió la amistad, y a su vez, el intercambio. “Empieza lo que se llama canje. Entre coleccionistas generalmente se canjea una pieza por otra y dado el grado de importancia o de rareza, puede llegar a ser dos o tres piezas por una, se da una paridad en el canje de los objetos”, explica.

De esta manera surgió el Círculo Filatélico y Numismático de la provincia de Santiago del Estero  el 10 de Noviembre de 1984. Donde desarrollan la difusión de la Filatelia (estampillas), Numismática (monedas), Medallística (medallas), Notafilia (billetes) y las Fichas (vales en mercaderías, cospeles).

El círculo, que este año cumplió 41 años, reúne a coleccionistas de todas las edades. Se reúnen todos los sábados a las 18hs en una casona ubicada en la esquina de Alsina y Moreno. A su vez, para acercarse al público general, los primeros y segundos sábados de cada mes se concentran en  Plaza Libertad, por Avenida Libertad.

La dinámica del grupo está tan aceitada como la de cualquier institución: hay presidente, secretario, tesorero y reuniones periódicas. Pero más allá de los cargos, el espíritu es el de una comunidad movida por la curiosidad y el amor a la historia material.

 

LA HISTORIA EN EL METAL Y EL PAPEL

Para Elvio Fioretti, cada moneda es una cápsula de tiempo. “Tengo una de Estados Unidos de 1963. Ese año mataron a Kennedy. Cuando la miro, pienso en ese hecho, en lo que representó para el mundo.”

Se dedica especialmente a recopilar billetes, especialmente los de guerra. Me gusta transmitir sobre todo lo de guerra porque es un periodo que atrapa, que tiene una historia de la humanidad cruda que no debemos olvidar. Es algo que no se debe dejar de lado ni dejar pasar.”

Su colección incluye piezas conmemorativas, billetes de países desaparecidos y monedas de territorios autónomos casi desconocidos, incluso piezas de territorios que ya no existen, como el estado de Nagorno Karabaj, bonos de Alemania que utilizaron como promesa de dinero al apropiarse de las propiedades de judíos emitidos en 1940, lo que las convierte en verdaderas excentricidades históricas.

Todas las piezas son diferentes, desde su material hasta su procedencia. Su valor depende de la rareza, el estado de conservación y el contexto histórico.

En el mundo del coleccionismo, explica Elvio Fioretti, la numismática es un universo inagotable que aún sigue descubriendo, incluso después de más de cuarenta años de experiencia. A lo largo de ese tiempo reunió una extensa biblioteca digital con más de 90 catálogos en PDF, organizados por países y rarezas. Esos catálogos internacionales permiten identificar cada moneda según su período, su emisión y sus características específicas.

Entre los datos que sirven para autenticar una pieza está la “seca”, una pequeña marca que indica dónde y por quién fue acuñada. Para detectarla se usan lupas de joyero, llamadas “cuenta hilo”, una herramienta que permite observar los detalles del metal, el grabado y la textura, y así determinar si una moneda es original o falsificada.

El proceso de verificación incluye medir el peso, el diámetro, el espesor y el tipo de metal. Algunas falsificaciones imitan perfectamente el diseño, pero no el material: por eso se utiliza el imán para detectar si una pieza contiene hierro o acero oculto. Durante las guerras, aclara, se acuñaron monedas de hierro por la escasez de metales nobles, de modo que el imán también ayuda a distinguir el contexto histórico.

Una vez autenticada, la moneda se contrasta con los catálogos, que se actualizan cada dos o tres años. El valor de una moneda depende de su rareza y cantidad de emisión. Por ejemplo, una pieza con millones de ejemplares vale menos que otra de la que se acuñaron unas pocas centenas de miles, como las de los “Héroes de Malvinas”. También influye el material: las monedas de plata u oro suelen ser más costosas, no solo por el metal, sino porque muchas fueron fundidas en las décadas del ’50 al ’70 para fabricar joyas, lo que las volvió escasas.

En los últimos años, los catálogos incorporaron una escala de rareza expresada en porcentajes, que se suma al tradicional estado de conservación (bueno, muy bueno, excelente). Una moneda rara y bien conservada aumenta significativamente su precio.

El mercado numismático busca mantener un criterio uniforme y utiliza el dólar como moneda de referencia universal. Los valores se expresan en esa unidad, sin importar el país o la divisa local. “Si me preguntas cuánto vale una moneda -dice Elvio-, te lo voy a decir en dólares. Es la forma en que todos hablamos el mismo idioma”.

De esta manera, el arte de coleccionar no solo se basa en “acumular” o juntar determinados objetos. Sino también de conocer, formarse, y estudiar todo lo relacionado, ya sea la historia del contexto en que surgió o cómo es el proceso correcto del almacenamiento físico.

 

LA SORPRESA DEL PÚBLICO

Este año, el Círculo participó por primera vez en la Feria del Libro de Santiago del Estero. La respuesta superó todas las expectativas. Para muchos visitantes fue una experiencia de reencuentro con el pasado: billetes de australes, pesos ley, monedas con la cara de San Martín.

“La gente se acercaba emocionada, decían ‘mi abuelo tenía uno igual’, ‘mi papá guardaba este billete’. Se daban cuenta de que todos, de alguna forma, tenemos algo para contar a través de estos objetos”,relata Fioretti.

Uno de los objetivos del círculo es poder acercarse cada vez más a la sociedad. La idea es dejar de ser un grupo cerrado y “exclusivo” y difundir cada vez más sus actividades. A pesar de que algunos coleccionistas lo evitaron en el pasado por temor, ya que anteriormente fueron víctimas de robos.

Tener un lugar en la Feria de Libro les ha abierto muchas puertas.             La respuesta y el interés del público fueron positivos. Incluso varios jóvenes se acercaron al círculo, atraídos por las muestra. Lo que los emociona, ya que para ellos es muy importante saber que hay gente que va a continuar con el trabajo. Él los recibe con entusiasmo. “Me gusta regalarles alguna moneda o billete para que empiecen. Es la manera de sembrar la curiosidad. Si logras que un chico se pregunte de dónde viene una moneda, ya lo hiciste pensar en historia.”

 

COLECCIONAR PARA RECORDAR

Con el pasar del tiempo esta actividad cobra más valor. En  una realidad donde la tecnología ha remplazado una carta, poder tener una estampilla es un tesoro. Donde la circulación de la moneda física se ve amenazada por las billeteras virtuales, conservar una moneda una fortuna.

No siempre se trata de precios, como menciona Elvio: La pieza más preciada puede ser la más barata, pero es la más preciada porque a lo mejor te la regaló un tío, un padrino, un abuelo en los últimos momentos de su vida y vos tienes esos recuerdos, entonces pasa por ahí. Cada objeto almacena algo y entre todos los que guardamos esos recuerdos, nos juntamos para evocarlo.”

Coleccionar no es acumular, es contar historias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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