Cada año, más de 16 millones de toneladas de alimentos se pierden o desperdician en el país. Mientras millones de personas pasan hambre, la producción que nunca llega a consumirse encarece la canasta básica, agrava la crisis climática y refleja hábitos de consumo poco sostenibles.
Durante los últimos años, el hambre y la inseguridad alimentaria crecieron notablemente en Latinoamérica, según indica el último informe de la Organización Panamericana de la Salud. Sin embargo, los especialistas aseguran que no se trata de un problema de producción de alimentos, ya que la región podría abastecer a más de 1.300 millones de personas, es decir, el doble de su pobla1ción.
En el país, el 12.5 por ciento de todos los alimentos que se producen se pierden en la cadena productiva o en su comercialización. El Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicio de Alimentos de la Secretaria de Agricultura, Ganadería y Pesca diferencia entre perdida y desperdicio.
Las pérdidas tienen lugar en las etapas de producción, postcosecha y procesamiento. Aunque se registran en todos los países, tienen mayor impacto en los de ingresos bajos. Por otra parte, los desperdicios incluyen los alimentos desechados durante la comercialización y el consumo. Es mayor en los países de ingresos altos.
En Argentina, la situación es alarmante. Se pierden y desperdician más de 16 millones de toneladas de comida por año, según datos obtenidos por la Dirección de Agro alimentos de la Secretaria de Agricultura.
No sólo se trata de una problemática nacional. En la cadena global, los alimentos que se pierden o desperdician equivaldría a poder alimentar a 2 mil millones de personas, cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
fijó que aproximadamente 815 millones de personas son las que sufren hambre.
Cheaf, una aplicación móvil argentina que conecta a comercios con excedentes de alimentos (como supermercados, panaderías y restaurantes) con consumidores que buscan comprar productos en buen estado a un precio significativamente reducido (entre un 50% y un 65% de descuento), evitando así el desperdicio de comida,
Desde la empresa realizaron una Encuesta Regional sobre Percepción de Desperdicio de Alimentos 2025, la cual consultó a 5.858 personas en la Argentina, Chile y México exploró hábitos, percepciones y posibles soluciones para enfrentar este desafío.
El estudio evidencia que el 23,1% de las personas tira comida al menos una o dos veces por semana, y un 4,2% lo hace con frecuencia o siempre. Al mismo tiempo, más de la mitad (54,2%) afirma desperdiciar alimentos una vez al mes o menos, pero el patrón de descarte es consistente: comidas preparadas y sobras (38,9%) y frutas y verduras (34,3%) son los productos más afectados.
El desconocimiento de la población resulta en un mal tratamiento de restos de comida que terminan en desperdicios. Es por esto por lo que se puede decir las principales causas del desperdicio de alimentos están relacionadas a nuestro comportamiento como consumidores.
La principal causa de desperdicio es que los alimentos se descomponen antes de poder usarse (40,8%), seguida por cocinar de más y no consumir los sobrantes. Aunque la mayoría ya aplica medidas como congelar (71,6%), planificar compras (53,3%) o reutilizar sobras (49,7%), persisten fallas en la organización doméstica que derivan en pérdidas significativas.
La pérdida y el desperdicio de alimentos tienen una multiplicidad de consecuencias que afectan en la economía familiar, encarece la canasta básica y acelera el cambio climático.
Su impacto en el medio ambiente
Las pérdidas de alimentos conllevan el desperdicio de recursos utilizados en la producción como tierra, agua, energía e insumos, por lo que producir comida que no va a consumirse supone emisiones innecesarias de CO2 que contribuyen al calentamiento global y cambio climático.
Cuando la comida se descompone en los vertederos, produce metano, un potente gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global. Así también los alimentos en el vertedero contaminan el suelo y el agua.
La expansión de la agricultura para satisfacer la demanda de alimentos, que luego se desperdician, provoca la degradación de ecosistemas y la pérdida de biodiversidad. La producción agrícola excesiva también puede llevar a la degradación del suelo.
Su impacto en la economía
Las empresas en todos los sectores de la industria alimentaria (agricultura, manufactura, venta minorista y servicios de alimentación) pierden dinero por los alimentos que no se venden ni se consumen.
Esto se traduce en un aumento del costo de producción: La necesidad de compensar las pérdidas y el desperdicio lleva a un aumento de los precios de los productos agrícolas, afectando la rentabilidad de los agricultores y la de toda la cadena de suministro.
Las pérdidas económicas a lo largo de la cadena de suministro se traducen en un aumento de los precios para los consumidores. Quienes pagan una alto precio por comida que tal vez terminen desechando.
Como evitar desperdiciar comida
Si bien la responsabilidad principal recae sobre la necesidad de leyes que regularicen el desperdicio de comida, nuestras decisiones cotidianas pueden ayudar a disminuir el impacto de esta problemática.
Para evitar el desperdicio de alimentos hay que:
• Planificar tus compras y comidas
• Consumir los alimentos más antiguos primero
• Conocer y respeta las fechas de vencimiento
• Almacenar los alimentos correctamente para alargar su vida útil
• Congelar o donar las sobras
• Hacer compost con los restos orgánicos.
• Donar aquellos alimentos que sabemos no se van a consumir. En el país, 16 Bancos de Alimentos rescatan 8.500.000kg de alimentos
Los alimentos que más se tiran a la basura antes de su consumo son justamente aquellos que más nutrientes aportan, por lo cual, es necesario una planificación y decisiones consientes para evitar desecharlas.