En un ámbito aún dominado por varones, programadoras formadas en la educación pública rompen moldes y desarrollan software para organismos públicos en Santiago del Estero.
La escena no ocurre en un polo tecnológico ni en una multinacional de Buenos Aires, sino en una oficina de Santiago del Estero, donde jóvenes desarrollan sistemas digitales pensados para facilitar trámites, ordenar gestiones internas y mejorar la relación entre el Estado y la ciudadanía. Es programación con una mirada local, inclusiva y funcional. No para exportar, sino para quedarse. No para corporaciones, sino para la comunidad.
Mara Santillán, Rocío Marcos y Rocío Velázquez se formaron en el ITSE, una tecnicatura pública que fue para ellas mucho más que una institución: significó acceso, impulso y contención. La pandemia fue el punto de quiebre que las empujó hacia el mundo de la tecnología, muchas veces desde la incertidumbre o desde carreras anteriores frustradas.
Hoy trabajan como parte de un equipo de desarrollo que cumple todas las etapas del proceso: diseño, backend, frontend, base de datos, mantenimiento. Cada una tiene sus fortalezas, pero todas manejan las herramientas necesarias para sostener los sistemas que alimentan organismos provinciales. Aprendieron a hacerlo todo y se destacan haciéndolo.
Son parte de la Dirección General de Informática, junto a tres compañeros. Trabajan bajo el mando de la Lic. Yacqueline Digion, quien anteriormente fue su profesora en la tecnicatura.
La presencia de Mara, Rocío y Rocío Velázquez en una oficina de desarrollo es el comienzo de una gran conquista. En Argentina, según una investigación realizada por Chicas en Tecnología, solo el 34% de los estudiantes de carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) pertenece a mujeres, mientras que únicamente el 17% de las mujeres estudia programación. Que sea la Lic. Digion quien esté a cargo es un logro, ya que la presencia de mujeres en roles de liderazgo en tecnología es menor: sólo el 5% (Foro Económico Mundial, 2023).
En diálogo con LA COLUMNA, las jóvenes programadoras se refirieron a los desafíos que atraviesan siendo mujeres en la programación. El recorrido de formación dentro del ITSE, concuerdan, no presentó ningún sesgo de género, pero si pueden aludir a sus experiencias pasadas en carreras donde la presencia masculina era mayor, y el trato que recibían era diferente.
“A mí me decían –Ay ella la modelo, seguro no sabe nada–. Pero calladita hacia las cosas, y así les demostraba que si sabía y podía” expresó Mara Santillán.
Reconocen el privilegio de haber accedido a un ámbito laboral equitativo, pero a su vez, tienen presente la realidad que atraviesan sus colegas. Rocío Marcos, quien se muestra fue contundente al señalar la mirada que se tiene de las mujeres en el ámbito tech:
“Nos encasillan únicamente dentro de lo que es diseño. Ay, hacemos todo bonito, ay, perfecto. Entonces la imagen que tienen de nosotras es diferente. No sé por qué y cómo el ser humano diferencia tanto entre varones dentro de lo que es lo tecnológico. Y hasta he llegado a escuchar que dicen si son mujeres, no son programadoras”.
Por otro lado, las expectativas y presión que se pone en las programadoras son mayores. Como si debieran pagar por ocupar lugares que les pertenecen.
“Somos todistas. Se espera que nosotras estemos constantemente pensando en todo. En cambio ellos no. El hombre tiene la manera de pensar las cosas un poco más fácil, de complicarse menos la vida. Podemos hacer todo a la vez, en cambio el hombre si está enfocado en algo, es eso y nada más. Por eso muchas veces es perfecto en lo que hace, porque se enfoca en una sola cosa. La mujer es multitarea. La mujer es programadora y aparte tiene que ser madre, padre. Solucionar la vida de todos.” explicó Mara Santillán.
Aunque el acceso a la educación está garantizado, conseguir trabajo no es tan fácil. Las oportunidades reales siguen siendo escasas, y el sesgo de género se hace sentir con fuerza. En muchas empresas tecnológicas locales, los puestos de programación están apartados solo a varones. La exclusión no siempre se dice, pero se ejecuta.
EL DESAFÍO DE HACER TECNOLOGÍA PARA LA SOCIEDAD
Desde su lugar, enfrentan otra barrera: la resistencia social al uso de la tecnología. Muchas de las herramientas que desarrollan están pensadas para facilitar trámites, pero se encuentran con una población que no sabe cómo sacar una captura de pantalla o se resiste al uso del home banking. La desinformación, los miedos (a los robos de datos, al error, a “romper algo”) y la falta de formación digital básica generan una oposición que no es técnica.
“Yo lo veo más cultural. Quizás lo ven con rechazo a nuestro trabajo porque no lo entienden. No entienden todo lo que abarca y qué es para solucionar y no para entorpecer. No es que le queremos complicar la vida, sino que al contrario, le queremos simplificar, pero como que está ese choque todavía.” manifestó Rocío Velázquez.
Esta tensión entre el avance tecnológico y la falta de apropiación por parte de la comunidad obliga a un estancamiento en avances. La solución está en la educación, y si bien están encargadas de brindar capacitaciones y explicar algunas funciones, resolver este problema está lejos de su alcance.
Santiago del Estero cuenta con preparada a un nivel muy alto. Solo falta espacios que apuesten por ellos, oportunidades. Más allá del género, existe la mirada reduccionista hacia la capacidad y la calidad de formación en la provincia. Un obstáculo para quienes buscan desarrollarse en el mercado laboral remoto, o en grandes corporaciones del país.
“Tengo colegas del área que cuando nos hemos conocido, había una diferencia muy grande en cuanto a títulos. Los de ellos eran muy específicos y por eso creían que eran superiores o mejores. Entonces, cuando empezamos a charlar sobre nuestros trabajos, se han dado con que yo sabía más. A pesar de tener una formación un poco más corta, pero mi trabajo va en el hacer. Pero para ellos era como ‘No, no, es una tecnicatura. Ay, pero es de Santiago.’” comentó Rocío Marcos.
ROMPER EL MIEDO
Hoy el desafío está en lograr que la tecnología deje de parecer ajena y se convierta en herramienta de inclusión real. Aprovechar los espacios equitativos que se han surgido desde el Estado, y pelear para que todas las mujeres tengan las mismas oportunidades en su desarrollo académico y laboral.
Pero para esto, es necesario que más mujeres se animen. Que elijan programar, al análisis de sistemas, a la ciencia de datos, a la ciberseguridad.
“Yo les diría que se animen y no se comparen, más que nada con hombres. Que hagan su camino, que aprendan. Que mejor es que lo haga que así va a aprender más, que no espere a estar 100% lista. Que no va a tener todo el conocimiento para recién hacer, sino que empiece de a poco y que lo haga como le salga.” Concluyó Rocío Velázquez.