10 de octubre, 2025
Actualidad

Las redes sociales prometen bienestar, autocuidado, rutinas perfectas, afirmaciones matutinas… pero detrás de tanto incentivo visual hay algo que empieza a incomodar: la cultura del bienestar también puede generar culpa, ansiedad y una sensación de fracaso permanente. ¿Cómo identificar cuando dejar de cuidarse se vuelve una obligación tóxica?

El bienestar dejó de ser solo una aspiración personal y pasó a convertirse en una gran industria. Según Luxiders Magazine, esta ç crece cerca de un 8,6% anual, apoyada en productos, rutinas, aplicaciones, influencers y recomendaciones que prometen una vida “más saludable”.

El término wellness, que se refiere al “bienestar”, ya no está solo ligado a hacer ejercicio o comer mejor: incluye salud mental, hábitos de belleza, rutinas diarias, afirmaciones hormonales, wellness hormonal, rutinas matutinas y mucho más. En TikTok, por ejemplo, la etiqueta “#wellness” tiene miles de millones de vistas, evidenciando lo masivo que se ha vuelto este fenómeno.

 

¿DÓNDE NACE LO TÓXICO?

Aunque muchas de estas ideas nacen con buenas intenciones, mejorar salud, promover hábitos sanos, motivar, aparece un punto de quiebre cuando:

  • Las expectativas son poco realistas: levantarse todos los días temprano, meditar, tener un cuerpo perfecto, estar siempre productivo.
  • Se promueven estándares de felicidad constante, sin espacio para emociones negativas como tristeza, frustración o aburrimiento. Esa negación o minimización de lo que no es “positivo” es lo que muchos llaman positividad tóxica.
  • Las redes sociales funcionan como vitrinas: solo se muestran los logros, los cuerpos “ideales”, las rutinas que “funcionan”. Lo que no se ve es el esfuerzo, los tropiezos, el cansancio, la vulnerabilidad. Esa brecha entre lo real y lo mostrado causa comparaciones que minan la autoestima.
  • Cuando cuidarse deja de ser algo flexible y se transforma en una obligación rígida. El autocuidado deja de sentirse como una elección para transformarse en otra meta más que “no estoy logrando”. Esa presión constante puede generar ansiedad, culpa, frustración.

 

CÓMO SE SIENTE PARA QUIENES LO VIVEN

Jóvenes y adolescentes suelen ser los más vulnerables, por su etapa de formación de identidad, autoestima y comparaciones sociales.

Personas que intentan seguir muchas de estas rutinas ven que al no cumplirlas, sienten que “fracasaron”, que no están a la altura, que “no lo hicieron bien”. Esa sensación puede alimentar ansiedad, baja autoestima y, en algunos casos, depresión.

Se instala la idea de que si no estás constantemente mejorando, aprendiendo, produciendo, feliz, entonces estás “dormido” o no estás aprovechando la vida. Lo que lleva a cansancio psicológico.

Afortunadamente, también emergen voces que cuestionan este modelo rígido de bienestar:

  • Tendencias como antibienestar o aceptación radical donde se acepta la imperfección, se reconoce que todos los días no vamos a estar bien, y eso está bien.
  • Defensas de rutinas menos exigentes, autocuidado más flexible, donde no todo tiene que ser optimización. Hacer lo que se puede, disfrutar de momentos espontáneos, permitir descansos.
  • Movimientos para visibilizar emociones negativas, para hablar de angustia, aburrimiento, fracaso, para que no haya una fachada de felicidad constante que silencie lo humano.

 

¿Qué se podría hacer para que wellness no sea carga?

1. Autoconciencia: reconocer cuándo lo que buscas en wellness ya no te hace bien. Cuando te genera culpa, ansiedad, cuando te comparás, cuando lo que haces parece más obligación que placer.

2. Diversidad de bienestar: entender que lo que funciona para uno puede no servir para otro. No todos comemos igual, no todos despertamos felices, no todos nos motivamos con rutinas extremas.

3. Permiso para sentir: dejar espacio para emociones negativas, vulnerabilidad. Conversar honestamente, desmentir la idea de que siempre hay que estar bien.

4. Desconexión digital parcial: reducir la exposición a cuentas que generan presión constante, hacer detox de redes, elegir seguir contenidos que inspiran sin exigir.

5. Espacios reales de comunidad: conversar con amigos, profesionales, hallar grupos (online o presenciales) donde no haya necesidad de mostrar felicidad todo el tiempo

El bienestar es valioso y necesario, sobre todo en tiempos en los que muchos atravesamos estrés, incertidumbre y sobrecarga. Pero cuando ese ideal de bienestar se convierte en un estándar rígido, puede dejar de ser alivio para transformarse en otra fuente de presión.

No se trata de demonizar el wellness, sino de humanizarlo: aceptar que somos seres imperfectos, emocionales, con días buenos y malos, que cuidarnos no implica seguir un modelo, sino adaptarlo a lo que necesitamos. Y que la verdadera meta quizá no sea “estar bien siempre”, sino reconocer cuándo estamos bien con lo que somos, aunque no se ajuste a lo que muestran las pantallas.

 

Compartir: