22 de mayo, 2025
Actualidad

El avance constante de los modelos de IA, su función generativa -como la creación de contenido e imágenes- y su protagonismo, especialmente entre adolescentes y jóvenes, puede generar preocupación e incertidumbre. Pero es una realidad que ya se encuentra instalada en todos los ámbitos, incluso en el educativo.

El mundo está atravesando una revolución tecnológica. Cada vez es más fácil acceder a herramientas avanzadas e incorporarlas a las actividades diarias. Como la inteligencia artificial, presente en chatbots como ChatGPT, Gemini o LuzIA, e integrada en redes sociales y motores de búsqueda como Google.
El informe Kids Online Argentina, presentado por UNICEF y UNESCO el 6 de mayo de 2025, reveló que más de la mitad de los chicos entre 9 y 17 años utilizan herramientas de inteligencia artificial. De ellos, dos de cada tres lo hacen con fines escolares.

Andrea Peña, profesora de Tecnología en la Escuela Normal Manuel Belgrano de Santiago del Estero, observa este fenómeno con claridad: “En el nivel superior sí se ve un gran porcentaje de alumnos que utilizan IA, mientras que en el nivel primario todavía no es común”.  Algo similar percibe la Lic. Sonia Suárez, docente de Estadística en distintas carreras de la Facultad de Humanidades de la UNSE: “Me doy cuenta de que muchas veces no levantan apuntes porque graban las clases y después las convierten en texto. También usan la inteligencia artificial del WhatsApp, que lo tienen muy a mano, y responden preguntas conceptuales con eso”
Los cambios en los hábitos de estudio
La aparición de herramientas capaces de producir textos, respuestas, resúmenes y explicaciones en segundos, genera suposiciones negativas. No obstante, la Lic. Agustina Abdala, psicopedagoga, plantea que el problema no está en la herramienta, sino en el uso que se haga de ella: “No creo que las IAs sean una amenaza. Como toda tecnología que nos brinda información, debe ser usada con mucho recaudo, confirmando siempre que la base de datos sea correcta e idónea. Que un niño o joven use IA es lo mismo que buscar información en Google”.
Sin embargo, advierte que el impacto más profundo no está necesariamente en la IA, sino en los hábitos de aprendizaje que se vienen transformando desde hace años, especialmente desde la pandemia. “Hoy los niños están rodeados de múltiples estímulos que provocan que busquen información de manera instantánea. Desde la pandemia, que obligó a que las aulas se conviertan en computadoras, se generó una cierta adicción a la tecnología. Ya no acceden a libros de papel, sino a información virtual y esto tiene consecuencias muy significativas. Por ejemplo, la cultura de la lectura está en retroceso. Les das un texto o una novela y no lo leen; directamente buscan un resumen en Internet. El no leer impide que se enriquezca el vocabulario, que se forme una postura crítica. Por lo tanto, sus respuestas tienden a ser meramente descriptivas; no desarrollan procesos de creatividad, ni de elaboración personal”.
También señala que se han perdido herramientas básicas de estudio, como hacer cuadros, esquemas o mapas conceptuales. A esto se suman dificultades para comprender textos y para organizar información. Por lo tanto la licenciada Abdala propone integrar la tecnología con criterio: “Yo uso la IA o la tecnología para buscar videos sobre los temas que mis alumnos quieren comprender mejor, porque hay modalidades de aprendizaje visual y auditivo que funcionan mejor que lo escrito. Pero no hay que quitar los libros: hay que complementarlos. Y sobre todo, buscar que los chicos no solo respondan qué, cómo, dónde o para qué, sino que también piensen: ¿qué opinas sobre esto?, ¿estás de acuerdo?, ¿por qué?”
El nuevo desafío pedagógico 
Muchos docentes ya comenzaron a encontrar estrategias para convivir con la inteligencia artificial. A la hora de evaluar, priorizan actividades que impliquen comprensión e interpretación. “Nosotros, como docentes, sabemos que cuando alguien te puede explicar algo es porque lo entendió, porque lo aprendió. Entonces, la mejor manera de saber si un alumno conoce un tema que uno le dio para investigar es a través de la conversación: ahí se ve si sabe o no sobre ese contenido”, afirma Andrea Peña.
No obstante, esta adaptación intuitiva no alcanza. La urgencia por capacitarse se vuelve evidente. “Creo que necesitamos formación. Esto es muy nuevo. Nos pasó con la pandemia, cuando nos vimos obligados a migrar a las clases virtuales sin preparación, y en muchos casos nos superaron algunas situaciones por falta de conocimiento. Con la IA pasa lo mismo. La incorporación es muy inminente, y no estamos lo suficientemente preparados para usarla como herramienta pedagógica.”, reconoce la Lic. Sonia Suarez. Aun así, el sistema educativo todavía no ha dado respuestas sistemáticas. La capacitación docente y la inclusión crítica de estas herramientas no pueden esperar más.
Los modelos actuales de IA todavía presentan imprecisiones y están en proceso de entrenamiento. Justamente por esta razón, este es el momento adecuado para actuar: formar a docentes y estudiantes en su uso crítico, enseñar a verificar fuentes y promover el pensamiento autónomo. De esta forma se va a poder mitigar, en alguna medida, aspectos como el sedentarismo cognitivo y la dependencia absoluta de uso, e incluir sus funciones como un potenciador del aprendizaje.

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