Mucho se habla sobre el 25 de mayo y pocos logran comprender el verdadero mensaje de esa fecha y qué sucedió en esos días.
A los vecinos de Buenos Aires no los movían los aires de libertad e independencia; por el contrario, se encontraban temerosos al infortunio que los enfrentaba el mundo con un poderoso Napoleón invadiendo la Madre Patria.
Fueron esos días una eclosión de sentimientos donde se mezclaba el miedo con la confusión y la incertidumbre de lo que les podía deparar el destino.
Con el rey Fernando VII en prisión, se interrogaban cómo debían gobernarse estas tierras, esa era la gran pregunta, a la que sucedía la otra, qué hacer cuando las tropas napoleónicas quisieran invadirlos.
La Revolución de Mayo fue, sin lugar a dudas, la simiente donde nació la Patria y que concluyó con el Congreso de Tucumán declarando la Independencia, pero nadie en esos momentos iniciales pensaba en ello, solo había una única idea, de abroquelarse y proteger al Reino de España y entre ellos estaban no solo estas tierras sino también los súbditos de ese rey cautivo, nacidos allende los mares.
La Revolución de Mayo no fue algo buscado para crear una nueva nacionalidad, para formar una Patria, para establecer un nuevo Estado; al contrario, era un primer gobierno que continuaría los designios reales y esperaría su libertad.
La identidad argentina fue, en todo caso, un hallazgo que poco a poco fueron descubriendo nuestros primeros hombres y mujeres.
Ciertamente que esa nueva impronta fue naciendo de manera apresurada, pero lo fue casi de forma casual, no hubo ninguna intencionalidad al respecto.
La única identidad que se fue forjando lentamente es la creación de un gran Estado con epicentro en la Patria Grande, la América toda. No había una identidad argentina, uruguaya, chilena, colombiana, peruana, era América toda o no lo era nada, por eso San Martín liberando Chile y Perú, por eso Bolívar avanzando desde Caracas hasta Quito.
Fueron ellos quienes silenciosamente delinearon algo superior a las propias identidades particulares de ciertos territorios, creándose conceptos para esta nueva realidad local donde se alumbraba una concepción generosa de los vocablos “patria”, “pueblo”, “ciudadanía”, “constitución”, “derechos”, “nacionalidad”, “Estado”.
Debieron pasar muchos años, mucha sangre derramada, muchos sueños rotos, muchas esperanzas frustradas para encontrarnos con esta nueva realidad política, donde la Nación y la Patria van de una misma mano.
Fue un largo proceso racional donde las élites y la opinión pública crearon esta institucionalidad que hoy conocemos como Patria y que todo comenzó en la porteña Buenos Aires y se extendió a lo largo de nuestro interior profundo.