19 de diciembre, 2025
Emprendedor

América Latina registra algunas de las tasas más altas de intención emprendedora entre mujeres, pero también las mayores brechas de acceso al crédito y oportunidades. En este escenario, la construcción de una identidad visual sólida se vuelve estratégica. Una guía para mujeres emprendedoras advierte que la representación no es un detalle estético, sino una herramienta concreta de posicionamiento, autonomía y crecimiento.

En América Latina, el fenómeno del emprendedurismo femenino continúa expandiéndose incluso en contextos adversos. De acuerdo con el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), la región registra algunos de los índices más altos del mundo en intención emprendedora entre mujeres, aunque también evidencia profundas brechas en el acceso al crédito, la estabilidad financiera y la formalización.

En Argentina, informes del Banco Mundial, el BID Lab y la Fundación Observatorio PyME señalan que una proporción significativa de emprendimientos liderados por mujeres surge como respuesta a la inestabilidad laboral, la dificultad para insertarse en el mercado formal y la carga desigual de las tareas de cuidado.

Aun así, emprender se ha convertido en un espacio de construcción de autonomía. Para muchas mujeres, abrir un negocio propio implica no solo generar ingresos sino ampliar redes, fortalecer autoestima, disputar roles históricamente negados y ejercer formas reales de liderazgo.

En Santiago del Estero, Sabrina Daisner representa con claridad este proceso. Su emprendimiento de figuras en porcelana fría no solo se convirtió en un espacio de expresión artística, sino también en la puerta  hacia su autonomía. Contar con ingresos propios y manejar su propio tiempo, fundamental para cuidar de sus hijos, le permitió desvincularse de su agresor y reconstruir su vida desde otro lugar. Su proyecto fue, a la vez, una herramienta de emancipación económica y un sostén emocional, que le dio la estabilidad necesaria para romper con la violencia económica que sostenía y perpetuaba todo un ciclo de violencia a su alrededor.

En este escenario, no solo importa qué producen las emprendedoras, sino cómo logran mostrarse y posicionarse en un mercado cada vez más visual y competitivo. La construcción de una identidad clara y la manera en que se representa el trabajo cotidiano, se vuelve un componente estratégico para sostener y hacer crecer un negocio propio.

 

LA IMPORTANCIA DE MOSTRARSE

En esa línea, Getty Images publicó su guía “Cómo impulsar tu negocio a través del poder de la representación”, que analiza por qué las imágenes importan, cómo influyen en la percepción del público y de qué manera pueden fortalecer la presencia y la credibilidad de los emprendimientos liderados por mujeres. Su diagnóstico es contundente: en un entorno saturado de contenidos, la representación visual no es un detalle estético, sino una herramienta concreta de autonomía económica y profesional.

La guía parte de un diagnóstico claro: la representación importa. Para atraer audiencias, para comunicar valor y, sobre todo, para disputar los sentidos que históricamente moldearon cómo se percibe el trabajo de las mujeres.

Según los datos de VisualGPS, la investigación global llevada adelante por Getty Images, aún persiste un desfasaje entre la diversidad de mujeres que emprenden y las imágenes que circulan sobre ellas en los medios, en la publicidad y en las plataformas digitales.

Aunque en los últimos años aumentaron las representaciones más realistas, todavía son escasas las imágenes que muestran a las mujeres liderando, gestionando, tomando decisiones, usando herramientas o desarrollando tareas técnicas.

En cambio, abundan las estéticas suavizadas, estáticas o asociadas al plano doméstico, que no reflejan la complejidad del trabajo emprendedor femenino. Para un negocio que recién comienza, o para uno que intenta profesionalizarse,  estas representaciones no son neutras: influyen en la credibilidad, en la percepción del público y en la posibilidad de diferenciarse en un mercado saturado.

 

Por eso, la guía propone tres lineamientos centrales para fortalecer la presencia visual de los emprendimientos liderados por mujeres:

 

1. Apostar por la autenticidad.

Mostrar procesos reales, materiales, herramientas, espacios de trabajo y momentos cotidianos de producción. Las imágenes que documentan el “cómo se hace” generan confianza y permiten que las audiencias comprendan el valor del oficio o del servicio ofrecido. La autenticidad, según Getty,  es un activo estratégico en un contexto dominado por imágenes genéricas o artificiales.

2. Representar diversidad.

La guía subraya la importancia de producir imágenes que reflejen distintas edades, corporalidades, identidades y orígenes culturales. Esto no solo amplía la posibilidad de identificación, sino que evita reproducir estereotipos que históricamente han limitado la presencia de las mujeres en los espacios económicos. Las marcas que muestran diversidad no solo comunican inclusión: construyen confianza.

 

3. Exhibir liderazgo.

Getty insiste en la necesidad de mostrar a las mujeres en roles activos: organizando producción, asesorando clientas, planificando, explicando técnicas o administrando su negocio. Estas imágenes disputan los imaginarios tradicionales que han invisibilizado el rol profesional de las mujeres y permiten posicionar los emprendimientos desde un lugar de autoridad y conocimiento.

 

El aporte central de la guía es que estas recomendaciones no son meras decisiones estéticas, sino estrategias que pueden impactar directamente en la sostenibilidad y crecimiento de un negocio. En especial para las mujeres que emprenden desde contextos periféricos o economías regionales, donde la visibilidad digital se vuelve una condición para alcanzar nuevos mercados, comunicar valor y competir con propuestas de mayor escala.

Getty también advierte que las emprendedoras, al construir su identidad visual, tienen la oportunidad de transformar la narrativa cultural sobre el trabajo femenino: pasar de representaciones idealizadas o limitadas a imágenes que revelen esfuerzo, técnica, profesionalismo y liderazgo. En un contexto donde muchas mujeres emprenden para ganar autonomía, la representación visual funciona como una herramienta económica, simbólica y política.

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