La profesional santiagueña afirma el crecimiento que tuvo la consulta por trastornos mentales en la provincia.
“Resulta crucial tomarse un tiempo para preguntarnos sobre nuestra propia salud mental, sobre la sobre adaptación a los sufrimientos, a los padecimientos, sobre las dependencias por temor a quedar solos, a quedar afuera, a ser menos; sobre lo que somos capaces de realizar por los demás a cambio de un balance más positivo de nuestra autoestima, sobre los sentidos que cargamos en la vida, y la capacidad para seguir soñando y proyectando nuestra personalidad más allá del aquí y ahora”, manifiesta la Licenciada en Psicología, Natalia Smith - Mp 295-, quién en dialogó con La Columna abordó la temática de los Trastornos Mentales.
Desde su perspectiva, y su trabajo en organismo público, abarcó la problemática a la que la provincia no es ajena, según el informe del Observatorio de Psicología Aplicada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, que realizó la encuesta a 3100 argentinos para detectar su estado de salud mental.
Con un marcado ascenso, desde la etapa post pandemia, la preocupación y ocupación del tema es asunto de todos. “El trastorno no es una anormalidad, ni tampoco una enfermedad, sino que resulta ser algo que altera el bienestar o equilibrio personal de una persona respecto a sí mismo o al mundo”, informa la Licenciada, que a continuación detalla específicamente de qué se trata cuándo hablamos de trastornos, y cómo reaccionar ante ellos, y que sucede en la provincia.
¿Qué es un trastorno mental?
A lo largo del tiempo, este concepto ha ido sufriendo leves, pero significativas modificaciones. Se ha discutido mucho, por suerte, sobre qué se entiende sobre enfermedad mental, principalmente por ser éste un concepto que debe ser abordado de manera interdisciplinaria, y no hegemónicamente por las ciencias médicas, psiquiátricas.
En una concepción que se intenta abandonar, un trastorno mental resultaba de un conjunto de síntomas específicos que le daban entidad en una persona determinada. Actualmente, una visión sobre las dimensiones de la personalidad, ya no tan categorial, permite entender un trastorno mental desde una perspectiva más funcional/disfuncional en términos de adaptación al mundo, que estructural inmodificable.
Existen varias definiciones según el enfoque y los manuales en los que un profesional de la salud mental se asiente para poder mirar, con ojos de navegante, por donde vacila el padecimiento de un paciente; pero si tengo que darte una definición, me gustaría acercarte la del CIE 11 (Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS) en cuya definición encontramos que “los TP se caracterizan por una alteración generalizada en la persona para pensar acerca de sí misma, los demás y el mundo, que se refleja en la experiencia, en la expresión emocional y en los patrones de comportamiento. El trastorno se asocia a problemas significativos en el funcionamiento, que son particularmente evidentes en las relaciones interpersonales y se manifiestan a través de una gama de situaciones personales y sociales. La perturbación es de larga duración (2 años o más)”.
En esta definición encontramos que un trastorno no es una anormalidad, ni tampoco una enfermedad, sino que resulta ser algo que altera el bienestar o equilibrio personal de una persona respecto a sí mismo o al mundo; también señala la palabra significativa en cuanto a la funcionalidad, es decir, no cualquier alteración o disfuncionalidad en los vínculo interpersonales es un trastorno; y por último debe existir un entramado variado de situaciones personales y sociales a lo largo del tiempo -por lo menos dos años-
¿Cuáles son los trastornos mentales que existen?
Siguiendo la Clasificación propuesta por la CIE 11, más que cuales te diría cómo se constituyen los trastornos mentales, ya que la idea es poder entender la concepción anteriormente citada, junto a la gravedad de la misma, y por último se los organiza según el dominio del rasgo de personalidad que presente el sujeto, es decir, cuáles de los 5 grandes rasgos de la personalidad predominan en el sujeto que se está evaluando.
Organiza la gravedad según diferentes criterios de intensidad: dificultad de la personalidad (Algunos problemas de personalidad en algunas situaciones, pero no de forma generalizada); perturbación de la personalidad (Patrón persistente de pobre funcionamiento interpersonal y de autocontrol que se manifiesta a cualquier edad) trastorno simple de la personalidad (Problemas de personalidad bien delimitados, manifestados en un amplio rango de situaciones); trastorno complejo de la personalidad (Problemas de personalidad definidos; generalmente abarcan varios ámbitos de la personalidad y se dan en todas las situaciones); y trastorno severo de la personalidad (Igual que el trastorno complejo, pero con riesgo significativo para uno mismo o para los otros).
Las variaciones en los TP se limitan a cuatro o cinco factores que incluyen dimensiones como: Impulsividad, Agresión Encubierta, Aislamiento, Rigidez y Perfeccionismo, Introversión Y suspicacia o los rasgos ansioso-dependientes.
Otra clasificación más generalizada es la que nos acerca el DSM5, resultando ser 6 los trastornos de personalidad con un enfoque hibrido, según los dominios de rasgos de personalidad: Antisocial, Límite, Narcisista, Evitativo, Obsesivo compulsivo y Esquizotípico. Todos pueden diagnosticarse antes de los 18 años, salvo el Antisocial.
¿Cuáles son los trastornos mentales más graves?
Aquellos que generan problemas severos en el funcionamiento interpersonal y afectan todas las áreas de la vida de la persona. Entonces estaríamos hablando de una disfunción social y una ausencia o compromiso severo en la voluntad para ejercer acciones y roles fundamentales para el autocuidado y la convivencia.
Un trastorno complejo de personalidad puede tener rasgos dominantes de tipo Esquizoides (caracterizado por una indiferencia o frialdad social), Anancástico (personalidad perfeccionista y rígida, sobre controlada), Externalizante (falta de responsabilidad, agresividad, egocentrismo) Internalizarte (ansiedad, dependencia, falta de autoestima)
¿Aumentaron las consultas este último año?
De manera exponencial te diría.
La pandemia y sus efectos sociosanitarios, políticos y económicos, los duelos interrumpidos, no elaborados, la vuelta a la nueva normalidad, el exceso de tecnología y la deshabituación a la presencialidad, al otro, al cuerpo y al espacio, los ruidos y la constante adaptación a lo inesperado, junto a la caída de las certidumbres, entre otras consecuencias, ha generado en la sociedad una ola tsunamica de consultas y pedido de tratamiento al padecimiento mental de la gente.
Creo que no existen espacios libres de pacientes, y si los hay es por la dificultad de pagar una consulta o por la espera en la desbordada asistencia de salud pública, que da respuestas permanentes a los usuarios, con la aplicación de los Primeros auxilios Psicológicos hasta tanto se liberen espacios de tratamiento y abordajes más complejos.
¿Qué trastornos son los que principalmente se dan en nuestra provincia?
Temo ser muy abarcativa con esta respuesta pues no pertenezco a un ente oficial, pero como profesional de la salud mental puedo decirte que las consultas más frecuentes están relacionadas a trastornos depresivos, de ansiedad, psicosomáticos, fóbicos específicos e inespecíficos, adicciones y dependencias emocionales, trastornos de desarrollo en la infancia, depresiones e ideaciones de muerte en la adolescencia, etc. la mayoría de una gravedad moderada, que puede tratarse de manera ambulatoria.
¿Cuáles serían los mecanismos de prevención a tener en cuenta?
Resulta crucial tomarse un tiempo para preguntarnos sobre nuestra propia salud mental, sobre la sobre adaptación a los sufrimientos, a los padecimientos, sobre las dependencias por temor a quedar solos, a quedar afuera, a ser menos; sobre lo que somos capaces de realizar por los demás a cambio de un balance más positivo de nuestra autoestima, sobre los sentidos que cargamos en la vida, y la capacidad para seguir soñando y proyectando nuestra personalidad más allá del aquí y ahora.
Es fundamental la escucha del otro, observar nuestros efectos en la vida del otro, salirnos del plano individual y entrar un subjetivo vincular, preguntarnos por la calidad de vínculos que sostenemos, por la gestión de nuestros problemas y las salidas que vislumbramos.
Estar en alerta y atentos a la significativa disfuncionalidad de alguno de estos aspectos podría ser útil para poder pedir ayuda a tiempo, y no agravar la situación emocional, mental y existencial de las personas. Por último, mantiene múltiples relaciones satisfactorias y duraderas tanto en la vida personal como la comunitaria (intimidad).