En 2010 una familia comenzó a dar sus primeros pasos en la actividad apícola. Hoy, sus 300 colmenas son su fuente de ingresos y un motivo de desarrollo conjunto.
En Malbrán (Departamento Aguirre) a unos 267 kilómetros de la capital provincial, una familia de tres integrantes se lanzó a la producción de miel hace 14 años. Soledad Farías, su esposo Luis y su hija de 16 años adquirieron entonces unas 15 colmenas para comenzar el emprendimiento apícola que es hoy su principal fuente de ingresos.
Juntos atravesaron numerosos vaivenes entre económicos y climáticos y lograron salir airosos para sostener esta actividad, a la par de las abejas, claro. Según relataba Soledad a la Estación Experimental de INTA en Quimilí, desde un principio apostaron a empujar este proyecto en conjunto.
El resultado son las 300 colmenas que poseen en la actualidad. Por supuesto que para eso tuvieron que aprender bastante de la experiencia ajena y de la propia, mientras el apiario ya estaba en marcha.
“Nos dijimos hagamos esto y lo emprendimos y la verdad es que nos fue bastante bien; obviamente hay altos y bajos con años buenos y malos, pero la verdad que es una actividad muy linda, la cual nos enseña día a día y es extraordinario trabajar con la abejas”, destacaba la mujer.
A pesar de los años más complejos en los que seguramente contarán al 2024, debido al estancamiento de precios, esta familia pudo reponerse a las crisis. Hoy consideran que “lo importante es no rendirse, estar siempre activos pensando y buscando la solución y la vuelta a las dificultades que como todo emprendimiento tiene”.
La miel producida esta familia malbranense es comercializada a granel en tambores y también a pequeña escala, fraccionada para consumo de vecinos de y de las localidades aledañas, a través de ferias en las que participan.
Como pasa con muchas actividades productivas, este no es un momento óptimo y eso se nota, tanto en la demanda que retrae las ganancias, como en factores que exceden por completo a los comerciantes. “Los precios de la miel están estancados, pero todo lo que es insumo está sobrevaluado, con precios por las nubes”, lamentaba Soledad.
De acuerdo a las épocas de la actividad, en esta familia todos aportan su granito de arena para el apiario produzca cada vez más y mejor. En la temporada de primavera-verano es cuando centran sus mayores esfuerzos, ya que es el momento de alistarse para la cosecha de la miel.
En esta temporada, según explica, preparan todo “para que la colmena empiece a invernar”. “Nos ocupamos de hacer sanidad y control para ver si las abejas necesitan alimento, las alimentamos durante el invierno y de esa manera vamos preparando todo para la etapa de primavera verano. Ahí es donde más manos se necesitan para el trabajo”, comentaba.
Para que el emprendimiento crezca fue necesario hacer inversiones en infraestructura. Soledad y su familia no dudaron en destinar recursos a la compra de un extractor de 44 cuadros y a la maquinaria que necesitan para realizar las extracciones de miel en su casa.
Mirar el camino recorrido es muy grato para estos vecinos de Malbrán, dado que pudieron construir desde la unión familiar. Además, lograron ampliar sus conocimientos en la materia y generar ingresos a partir de una actividad los vincula responsablemente con el ambiente.
“Trabajar unidos, recibir miles de enseñanzas de las abejas, conocer su organización e inteligencia nos da una gran satisfacción y por eso nos mantenemos firmes en esta actividad que tanto nos gusta”, argumentaba Soledad.