02 de agosto, 2025
Nota de Portada

Bajo la fachada de una congregación religiosa se escondía una secta evangélica, acusada de trata de personas con fines de explotación laboral y reducción a la servidumbre durante casi cinco décadas. Las líderes de la organización se atribuían poderes divinos y ser “ungidas de Dios”. Las víctimas, entre ellas 32 santiagueños, eran captadas bajo el pretexto de mejorar sus condiciones de vida. Una historia con final abierto.

Entre los años 192 y 1973, las hermanas Divina Luz y Eva Petrona Pereyra decidieron fundar una congregación religiosa denominada “Templo Evangélico Filadelfia”, cuya sede central se ubicaba en la calle Centenera 3717 de San Justo, en el partido bonaerense de La Matanza. En 1981 fue inscripta en el Registro Nacional de Cultos, lo que significó un reconocimiento de la entidad, por lo menos ante el gobierno nacional. Esa inscripción, a los ojos del mundo, también se entendía como certificación de su legalidad, sin embargo, era solo una fachada para esconder el horror y la explotación de aquellos fieles que llegaban al templo buscando alivio a sus males.

Para sus fieles -casi siempre familias vulnerables- las hermanas eran las mensajeras de Dios y, por lo tanto, lo que les dijeran y ordenaban estaba fuera de discusión. Divina Luz murió en 1998 y fue sucedida en sus actividades por su hija, Adriana del Valle Carranza, quien también fue considerada una heredera del poder divino que decían tener.

Con el paso de los años, la organización comenzó a multiplicarse, contando con anexos en diferentes ciudades del país, pero también en Brasil y Paraguay. Todo parecía ir muy bien. El crecimiento de la entidad se entendía como prosperidad, como un verdadero crecimiento en cuanto a su funcionamiento como entidad religiosa.

Pero todo eso se vino abajo cuando la joven Julieta Coria se presentó, en 2018, ante la justicia de Buenos Aires, denunciando todo el horror que ella padeció en el templo. Contó que, en plena crisis de los años 2000, su madre, junto a ella –que apenas tenía 8 años en ese momento- y sus cinco hermanos, ingresaron a Filadelfia.

Según la investigación, en el culto captaban a personas vulnerables bajo el pretexto de mejorar sus condiciones de vida. Luego, eran obligadas a trabajar y a entregar los ingresos económicos. Las líderes de la organización se atribuían poderes divinos y ser “ungidas de Dios”. Las victimas debían limpiar, cocinar y hasta dormir a sus pies. Imponían la formación de parejas. Los métodos de castigo: insultos, golpes, cortes de pelo y el aislamiento social. Además, debían cumplir extensas jornadas de trabajo, de hasta 12 horas diarias, sin recibir pago alguno.

 

FUNCIONAMIENTO

La investigación permitió determinar la estructura delictiva -creciente a lo largo de los años-, que permitió captar, trasladar, recibir y acoger personas vulnerables bajo el pretexto de mejorar sus condiciones de vida. Luego, mediante un procedimiento de persuasión coercitiva que se profundizaba dentro de la congregación, eran obligadas a trabajar en la elaboración de productos panificados, venta ambulante, albañilería o a efectuar labores para otras personas. Los ingresos económicos debían ser entregados de forma íntegra a la iglesia Filadelfia.

Asimismo, las víctimas también debían asistir, obedecer y alabar a las líderes de la organización que se arrogaban poderes divinos, tales como ser las “ungidas de Dios”, seres divinos que podían escuchar y transmitir los designios y voluntad del Señor. Bajo esta creencia, se ganaban la confianza, respeto y obediencia de los fieles, y faltar a su palabra era equiparado a fallarle al Señor.

Dentro de este marco de obediencia y servicio, los damnificados eran reducidos a la servidumbre, ya que también debían limpiar sus casas, cocinarles e incluso dormir a sus pies, a fin de asistirlas durante la noche.

Las víctimas también eran obligados a cuidar de campos y ganado, o a construir nuevos templos y viviendas, edificaciones que, en definitiva, terminaban por ampliar la maniobra delictiva.

Asimismo, las labores de albañilería también se debían efectuar para el uso y goce personal de las líderes. Un ejemplo de ello es la casa que se realizó en un barrio cerrado ubicado en San Miguel del Monte, provincia de Buenos Aires, donde Petrona Pereyra tenía su hogar de descanso.

Además, algunas víctimas denunciaron haber sido trasladas a Brasil y Paraguay, donde también existían anexos del templo Filadelfia, para realizar labores de albañilería, venta ambulante o trabajos de limpieza en casas particulares.

MÉTODOS DE ADOCTRINAMIENTO

Las horas de sueño de las víctimas eran limitadas y la alimentación no era suficiente. Se les brindaba una sola ración de comida sólida al día, dormían pocas horas y vivían en malas condiciones. Compartían habitaciones y hasta incluso camas. Los elementos de higiene también escaseaban y la libertad ambulatoria era estrictamente controlada. Para salir debían pedir permiso, el que pocas veces les era otorgado y, para efectuar los recorridos de venta ambulante, usualmente eran acompañados por otra víctima, con mayor experiencia y confianza con las líderes.

Para lograr el control de las voluntades de las personas damnificadas, dentro de la congregación se habrían implementado rigurosos métodos de adoctrinamiento y castigos, como así también la prohibición del contacto de las víctimas con personas que no pertenecían a la organización.

La organización Filadelfia también imponía la formación de parejas que, presuntamente, eran elegidas por Dios. De estas uniones nacían niños que crecían bajo estas creencias y, al llegar a la edad estipulada, eran incorporados al sistema de explotación laboral al igual que sus padres, retroalimentando de forma progresiva a la organización.

El acceso a la salud también era sumamente limitado. Las personas damnificadas rara vez obtenían permiso para hacerse controles médicos e incluso pocos poseían su documentación.

 

CAPTACIÓN

El proceso de captación se realizaba de forma paulatina. En un primer momento se les transmitía a los fieles que se congregaban en las distintas filiales que el Templo Filadelfia tenía a lo largo y ancho del país, como así también en países vecinos, la idea de prosperidad y bendición a cambio de la entrega y fidelidad al Señor.

Además de la sede central, estos templos se ubicaban en localidades de la provincia de Buenos Aires como Pontevedra y Bahía Blanca; Banda del Río Salí, en la provincia de Tucumán; Melipal, en la provincia de Neuquén; Guaymallén, provincia de Mendoza; y en la ciudad de Salta. Asimismo, también existían al menos dos templos más en Brasil y Paraguay.

Pronto se identificaba a las personas con características de vulnerabilidad, ya sea por ser menores de edad, tener condiciones socioeconómicas desfavorables, escaso o nulo nivel de escolaridad, familias desmembradas o problemas de salud, a quienes se les hacía creer que Dios los había elegido para vivir en la sede central de San Justo, en donde serían bendecidos y sus condiciones de vida mejorarían.

Para ese momento, la voluntad de las víctimas ya se veía condicionada, toda vez que este ofrecimiento representaba para ellos un designio de Dios que no podía ser desacatado.

 

FIESTAS DEL SEÑOR

Otro método identificado para concretar la captación era la invitación a las denominadas “Fiestas del Señor”, un evento anual que se realizaba en la sede central de San Justo. En estas fiestas se efectuaban reuniones de culto que comenzaban de una forma habitual y luego las personas se quedaban danzando, cantando y alabando a Dios hasta altas horas de la noche. En ese momento, Eva Petrona Pereyra, quien se hacía llamar “Tía Eva”, se mostraba “poseída” por el Señor y comenzaba a profetizar en su nombre.

En este marco, se les solicitaba a los fieles entregar lo más preciado, que podía ser tanto una propiedad, como un hijo. Así, los feligreses dejaban a sus hijos en el lugar y quedaban disposición de las líderes del templo.

Los niños debían abandonar el colegio desde temprana edad -aproximadamente a los 11 años- y se incorporaban al sistema de trabajo. Asimismo, no podían tener relación con sus compañeros de escuela y también se limitaba el contacto con familiares, incluso con los que estaban inmersos en la congregación.

 

CASTIGOS, AISLAMIENTO Y CONTROL DE VOLUNTADES

Dentro de los métodos empleados por la organización para lograr el control total de las personas damnificadas, uno era la imposición de castigos físicos y psíquicos, que se podía dar por utilizar el dinero de las ventas para comprar alimento, manifestar deseo de irse de la congregación o rechazar una pareja, entre otros casos.

Cuando una persona desobedecía alguna regla, se realizaban reuniones grupales en donde se ponía a la persona a castigar delante de todos y se le propinaban golpes, insultos y retos vergonzosos delante del resto de las víctimas.

Otro de los métodos de castigo eran los cortes de pelo y el aislamiento social. Este último método podía darse de dos maneras, por un lado, las personas que vivían bajo la organización Filadelfia tenían la orden de no dirigirle la palabra a la persona castigada, o directamente quien cometió la infracción era trasladado de sede.

El castigo mayor era enviar a las personas a campos lejos de conglomerados sociales, siendo el lugar predilecto uno llamado “El Descanso” del partido bonaerense de Balcarce, donde las víctimas pasaban necesidades básicas tanto edilicias, alimenticias y de higiene, sin poder recurrir a ayuda alguna.

 

INICIO DE LA INVESTIGACIÓN

La denuncia inicial fue realizada el 18 de diciembre de 2018 por parte de una víctima, Julieta Coria, ante el Juzgado de Garantías N°1 de La Matanza, lo que motivó una serie de medidas investigativas que determinó un impensado efecto dominó.

Luego, la causa fue radicada en el fuero federal, ante la Fiscalía Federal N°1 de Morón que, con la colaboración de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX), la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (DOVIC) y la Dirección General de Recuperación de Activos y Decomiso de Bienes (DGRADB) dispusieron una serie de medidas. El Juzgado Federal N°3 de Morón dispuso el allanamiento de once domicilios, la mayoría de ellos ubicados en la localidad de La Matanza. Los procedimientos se llevaron a cabo el 17 de mayo de 2019. Como resultado, 25 personas resultaron detenidas.

Durante el operativo se secuestraron importantes sumas de dinero -en pesos y dólares-, cuadernos con anotaciones para la hora de rendir las cuentas, recetas, documentación de los inmuebles de la organización, campos en donde se implementaban los castigos y se efectuaba la explotación agraria, entre otros elementos de interés para la causa. A fines de 2020, el Juzgado Federal Nº3 de Morón ordenó la subasta de 15 autos, camionetas y utilitarios que habían sido embargados a la presunta secta religiosa.

 

EN SANTIAGO DEL ESTERO

La compleja investigación derivó en el rescate de 101 víctimas y allanamientos en San Justo, Bahía Blanca, San Miguel del Monte, Neuquén, Entre Ríos, Mendoza, Tucumán, Salta, Santiago del Estero y la Ciudad de Buenos Aires.

En dos causas simultáneas, de las fiscalías federales N° 1 de Morón y N° 2 de Santiago del Estero, a cargo de la fiscal Indiana Garzón, junto a la Protex, el domingo 29 de noviembre se realizó un allanamiento y rescate en esta provincia. El epicentro fue una finca a 50 kilómetros de Añatuya conocida como “Palo Verde”.

Representantes del Programa de Nacional de Rescate y Acompañamiento y el Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre) hicieron la inspección, en la que encontraron a 32 personas oriundas de localidades como Villa Atamisqui, Fernández y Yuchán, ninguna de ellas registrada. Una de esas personas era un menor de 15 años.

Todos ellos se encontraban en carpas hechas con bolsas plásticas, sin acceso a agua potable ni baños y dormían y cocinaban sobre el piso. La tarea que desarrollaban se conoce como “destroncado”: consiste en sacar manualmente troncos y raíces de suelos, cuyos árboles fueron talados.

PLAN SISTEMÁTICO

En febrero de 2021, el Juzgado Federal N°3 de Morón, a cargo del juez Elpidio Portocarrero Tezanos Pinto, dispuso el embargo de bienes de cada uno de los imputados/as hasta cubrir 50 millones de pesos, al entender que se desarrolló un plan sistemático, complejo y expansivo a lo largo del tiempo, basado en la captación, persuasión coercitiva y explotación laboral de sus víctimas, además de abusos sexuales y lavado de activos”.

En el mismo proceso, ya se había ordenado la subasta de 15 vehículos incautados para la reparación económica de las víctimas. Por otra parte, se dictó la falta de mérito respecto de las figuras legales de apropiación de menores de edad y supresión de identidad.

La resolución indicó que se conformó “una organización criminal, con división de roles y funciones, con carácter de estabilidad y permanencia, conformada bajo la identidad de institución de culto religioso de nombre ‘Templo Evangélico Filadelfia’ destinada a cometer delitos”.

Además, se indicó “las conductas ilícitas apuntadas habrían sido ejecutadas por parte de los ‘dirigentes’ de la asociación con la participación de terceras personas quienes eran reconocidos como sus ‘colaboradores’, gracias al control de las voluntades que se lograba de manera minuciosa mediante la intervención y el aporte del resto de los integrantes de la congregación, que eran captados, en forma sistemática, además de convertirse en un medio de control implementado por los líderes”.

Ese marco fáctico de situación “se habría intensificado desde el año 2000”, cuando las y los presuntos líderes de la congregación “habrían perfeccionado el método mediante el cual se abocaban a la captación de personas vulnerables para congregarlas bajo el pretexto del derecho de culto”; mediante la reducción del ámbito de libertad y autonomía de las víctimas, las conminaban a “aportar sus recursos económicos a las arcas de esa comunidad y explotarlas laboralmente, a través de la instrumentalización institucional del ‘Templo Evangélico Filadelfia de San Justo’”.

 

“DIOS TE VA A CASTIGAR”

Especialistas de PROTEX y la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas, que entrevistaron a las víctimas, consideraron que era posible advertir en las personas damnificadas “características compatibles con el atravesamiento de un vínculo sectario en el que fueran reducidas a la forma de un objeto.

Asimismo, el psicólogo de PROTEX aportó un informe en el que se dio cuenta de “la creación de una ‘fantasía grupal’ creada por la organización, que se mantuvo mediante la falsa idea de que sus seguidores eran ‘privilegiados y pertenecientes a un grupo amado por un Dios, que, de ser contrariado, sufrirán castigos que apuntan a corregir esas fallas’”, de tal tenor que produciría temor o recelo en las víctimas a denunciar los hechos.

Una de ellas expresó, por ejemplo, que “es como que estábamos en una realidad paralela, porque no pertenecíamos al mundoOtra persona explicó que “ellos [por los acusados] están en un lugar que son intocables y que, si vos hablás con otro del ungido ya estas faltando a Dios, ni siquiera eso, no podés juntarte con un amigo a hablar, porque tenés que venir y denunciar que están hablando mal del ungido, porque estas faltando al profeta, el ungido te va a castigar, Dios te va a castigar. Todo el tiempo así. Tenés mucho miedo Me hicieron mucho daño”.

 

EL JUICIO

El 23 de octubre de 2024, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOCF) N°2 de San Martín comenzó el juicio oral a 28 personas acusadas de conformar una organización internacional que funcionó bajo la figura de una congregación religiosa denominada “Templo Filadelfia”, mediante la cual captaban a personas en situación de vulnerabilidad para explotarlas laboralmente y someterlas a condiciones de esclavitud. Según la imputación, los hechos ocurrieron desde 1972 hasta el 1 de diciembre de 2020.

El Ministerio Público Fiscal está representado por el titular de la Fiscalía General ante el Tribunal Federal N°2 de San Martín, Alberto Gentili.

Los imputados están acusados de los delitos de asociación ilícita en concurso real con reducción a la servidumbre y trata de personas con fines de explotación laboral agravada, en calidad de coautores en perjuicio de al menos 25 víctimas en situación de vulnerabilidad.

Una de las mujeres identificadas como las líderes de la organización, además, deberá responder como coautora del delito de delito abuso sexual contra cuatro víctimas, dos de ellas menores de edad al momento de los hechos.

 

ACUSADOS

El tribunal, integrado por Fernando Machado Pelloni, Walter Venditti y Claudia Morgese, comenzó a juzgar a los 28 acusados que llegaron al juicio, de los cuales hay un grupo que estuvo en la organización desde el principio. Ellas son: Eva Petrona Pereyra, Miguel Evangelista Mora Bogado, Griselda Noemí Lemos, Carlos Raúl Barrionuevo, Mónica Susana Giménez, Rigoberto Ismael Mora Bogado y María Luisa Alza.

Por otra parte están aquellos que formaron parte de Filadelfia desde diciembre de 1997: Ruth Elizabeth Mora Bogado, Juan Pablo Mora Bogado, Carina Lidia Torres, Silvia Adriana Torres, Martín Carlos Cáceres, Ramón Omar Carranza, Olga Mabel Carranza, Norma Aydee Valdez, Osvaldo Horacio Gutiérrez, Claudia Elizabeth Acosta, Carlos Matías Barrionuevo, Claudio Rubén Álvarez Díaz, Katherin Esther Herrera de Alegre, Fabio Bernabé Aguirre, Claudio Gabriel Aguirre, Guillermo David Alza, Norma Beatriz Gutiérrez, Víctor Abraham Ayunta, Pablo Elías Carranza, Liliana Beatriz Barrionuevo y Damaris Fernanda Sabich,.

El requerimiento de elevación a juicio también incluía a los acusados Daniel Ignacio Aguirre e Inés Beatriz Herrera, pero ambos fallecieron antes del inicio del debate.

Esas 30 personas, junto a los prófugos Débora Iris Ortiz y Alcides Mora Cáceres, y a Adriana del Valle Carranza y Divina Luz Pereyra -que también fallecieron pero antes del requerimiento de elevación a juicio-, conformaron, según el Ministerio Público Fiscal, dicha asociación ilícita con permanencia en el tiempo y división de roles mediante la cual obtuvieron grandes réditos económicos en beneficio de los líderes de la organización y sus núcleos familiares, y la ampliación de la maniobra delictiva en varios puntos del territorio nacional, como así también en los países vecinos de Brasil y Paraguay, mediante la construcción de nuevos anexos y filiales, adquisición de vehículos para efectuar los traslados y viviendas para acoger a las víctimas.

Eva Petrona Pereyra era la líder principal y, junto a las ya fallecidas Divina Luz Pereyra y Adriana del Valle Carranza, llevaban adelante el control de las víctimas. Por su parte, Miguel Evangelista Mora Bogado, era el pastor principal de la iglesia, encargado del adoctrinamiento teológico por el cual se enseñaba a los files a obedecer y a ser sumisos a las órdenes de las líderes de la organización.

 

PRÓRROGA DE PRISIÓN PREVENTIVA

Mientras el juicio continúa, el pasado 15 de julio, antes de que comenzara la feria judicial de invierno, la Cámara Federal de Casación Penal convalidó la decisión del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 2 de San Martín de prorrogar por seis meses la prisión preventiva de María Luisa Alza, de 63 años, señalada como una de las principales imputadas por integrar la organización conocida como Templo Filadelfia”.

Según se informó, María Luisa Alza está acusada de participar de la iglesia desde sus orígenes y de llevar adelante sus operaciones en las sedes de Salta, Santiago del Estero, Brasil y Paraguay. La prisión preventiva le fue impuesta por el tribunal, tras considerar que había posibilidades de “riesgo de fuga” y “entorpecimiento” del proceso.

Los camaristas Juan Carlos Gemignani Mariano Hernán Borinsky no solo decidieron la prórroga de la prisión preventiva de la mujer, sino que también exhortaron a los jueces encargados del juicio a actuar “con la mayor celeridad posible para culminar el debate”, que comenzó el 23 de octubre del año pasado.

 

El juicio contra los líderes del Templo Filadelfia arrancó hace más de 9 meses y aun no se conoce cuándo llegará a su fin. Mientras los acusados esperan la sentencia, todos aquellos que fueron las víctimas de la explotación, la servidumbre y la trata de personas, continúan con sus vidas, intentando olvidar todo lo que sufrieron. Algunos pasaron toda su existencia en el templo, no conocían otro modo de vivir diferente al que habían sido sometidos durante años. Por ellos, para ayudar a calmar tanto dolor, la justicia tiene la palabra. Sin embargo, avanza de un modo demasiado lento. Es hoy, es ahora…

 

 

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