16 de enero, 2025
Emprendedor

Hace nueve años, Virginia Rodríguez, una psicóloga infanto-juvenil lanzó un proyecto de pastelería tradicional que, además de ofrecer un sinfín de delicias, personaliza su presentación. Hoy incorpora pastelería saludable y sin TACC y ya piensa en su propia tienda virtual.

Virginia Rodríguez es de esas mujeres imparables a las que nada las doblega. Tiene mucho carisma, pero es su resiliencia lo que hace de ella una emprendedora versátil y capaz. Entre 2016 y 2017, le dio forma a lo que es hoy L’Orangerie; una pastelería que ofrece productos tradicionales y no tan, con propuestas para regalos y eventos.

Su nombre proviene de un museo de arte parisino que antes de serlo, fue un invernadero de naranjos. De ahí viene la impronta y sello de este negocio, que es elaborar y vender productos frescos y de calidad, sin dejar de lado el diseño y la creatividad que se reflejan en las presentaciones de cada uno de los comestibles.

Virginia recuerda que su afición por la pastelería viene de muy chica, e incluso pudo plasmarla en un proyecto anterior que tuvo desde los 15 años. Sin embargo, a la hora de optar por una carrera, se inclinó por la Psicología, dado que en la provincia no existían opciones de profesionalización en gastronomía. 

No reniega de eso. Ama la especialización en terapia de niños y adolescentes que construyó con mucho esfuerzo y no se propone abandonarla. Es más, cuenta que la psicología y el trato permanente con la gente, le permitió entender acabadamente lo que busca el público cuando le encargan un producto para regalar o celebrar algo.

En 24 horas, la emprendedora alterna uno y otro trabajo con la maternidad de sus dos hijos. Y cuando le preguntan cómo lo hace, dice que la clave está en la organización y la disciplina.

El 2024 fue un año de muchos aprendizajes para L’Orangerie. Hubo momentos complejos; pero lejos de desanimarse, su creadora se reinventó mejor que nunca. Para 2025 tiene entre manos un proyecto muy especial que dará un salto de calidad a la marca.

En la siguiente entrevista, la psicóloga y emprendedora repasa los inicios de su  negocio; cómo trabaja y se posiciona en el mercado gastronómico, cada vez más competitivo; cuáles son sus objetivos a corto y largo plazo y sus fortalezas para sostener un proyecto de este tipo.


-¿Cómo nace este proyecto?
-Nace alrededor de 20216, 2017, como L’Orangerie en sí mismo. Yo me dedico a la pastelería y estaba en unproyecto anterior, desde los 15 años más o menos. L’Oangerie nace en Buenos Aires, con una empresa de marketing para pasteleros. Empezamos a trabajar más o menos para esa época y hoy ya es una marca registrada en varias categorías. 

Lo que yo quería transmitir con el nuevo nombre es lo que me caracterizaba. Elegimos un museo de arte que existe en Paris, pero que antes era un invernadero de naranjo, donde se conservaba y guardaba la fruta. Nos parecía súper interesante porque iba muy ligado a la idea de productos frescos, que es lo que yo elaboro desde hace un tiempo y actualmente. 

Me importaba mucho la calidad yel diseño, porque tenía que combinar la idea de ese museo que habla de diseños, de pinturas, con la transmisión de las esencias, las frutas, las ralladuras, las esencias naturales... L’Orangerie transmitía todo lo que desde mi emprendimiento venía haciendo y lo que quería proponer para el nuevo proyecto que es esta idea de la frescura de los productos, las esencias, la importancia de los aromas naturales y también el diseño. L’Orangerie se caracteriza por la personalización, tanto en las tortas como en la tienda de regalos.


- ¿Cómo aprendiste de pastelería?
-En mi caso, la cocina ha sido de una transmisión familiar, por parte de mi abuela y mi mamá. Siempre me ha gustado comer bien y he sido criada en ese entorno. Aparte, los fines de semana veía mucho los programas de cocina, porque me llamaban la atención y me gustaba experimentar con lo que aprendía.


-¿Hiciste capacitaciones en pastelería?
-A partir de los pedidos de clientes, decido empezar formarme en Buenos Aires con cursos cortos. Pero, cuando tenía que elegir la carrera que iba a estudiar (después de la Secundaria) tenía dos orientaciones claras: una era gastronomía y otra psicología.

En ese momento, gastronomía no era una carrera accesible, en Santiago no había una escuela o formación. Entonces, me tenía que ir y eso no era una posibilidad para mí en ese momento.

Me quedo a estudiar psicología y me recibo; hoy soy psicóloga de niños y adolescentes. Mi formación de pastelería es más de autodidacta y de experimentación. Después, a partir de los 22 años empiezo a viajar a Buenos Aires para hacer cursos cortos o intensivos de tres o cuatro días o currsos virtuales con los mismos pasteleros que había elegido en ese momento y que hoy sigo eligiendo. 


-¿Qué productos ofrece actualmente?
-Tengo productos de pastelería tradicional, pastelería saludable y la tienda de regalos con desayunos o cajas, y para fiestas (de fin de año), las cajas empresariales; también tortas personalizadas. Además, hay toda una línea de productos sin TACC o sin harinas.

L’ Orangeríe ha nacido en realidad como una pastelería tradicional, más orientada hacia la pastelería francesa, pero dedicada a eventos exclusivamente. 

La pandemia me ha obligado, de alguna manera, a repensarme. Tengo que desalquilar, cerrar el local que tenía en la Agustín Álvarez y armo un taller más chiquitito. Ahí es cuando empiezo con la tienda de regalos ante un cumpleaños o cualquier celebración. Incluso tenía clientes de Perú, de Buenos Aires y de otras provincias que querían agasajar o mandar algún regalo a algún santiagueño familiar. Yo era el nexo para acortar las distancias, ya que la pandemia no nos permitía estar cerca.


-Decías que al principio te enfocabas en la pastelería tradicional, pero después sumaste propuestas más livianas, ¿por qué?

- La alimentación es cultural, entonces como emprendedora, creo que no puedo dejar de leer el contexto o cómo las personas van cambiando a lo largo del tiempo y qué es lo que el cliente necesita, ya sea porque quiere cuidarse o porque quiere reducir el consumo de harinas…

Entonces leerlo al cliente y leer el contexto y la época en cuanto y a la alimentación que es mi rubro, me parece que ayuda a virar hacia otros lugares que para mí son un desafío. Porque esto implica hacer nuevos cursos, ponerme a estudiar, buscar otros proveedores. Para mí ha sido un gran desafío proponer cosas nuevas, porque la alimentación va cambiando, el cliente va cambiando y la cultura se va modificando. 


-¿Notas que hay una mayor demanda de productos saludables? 
-Sí, totalmente. Y tengo cercanía con el cliente, entonces puedo en saber si en una familia a un niño le gusta el jamón natural, o si debe comer canelones sin TACC… Es como que yo reciba a una familia al mediodía y tengo que ir anotando qué le gusta a uno o que le gusta otro y ellos me van pidiendo.  Es una gran fuente de información para mí la confianza que tienen para decirme: ‘necesito tal cosa’, o ‘a mi hijo le gusta tal cosa’ o ‘no puede comer otra cosa’. Con ese ida y vuelta que tengo con el cliente voy también afinando las propuestas.


¿Qué podrías decir que los diferencia del resto del mismo rubro? 
-Creo que mis productos parten de la base de que son frescos, con una materia prima de alta calidad. También me caracteriza la creatividad, la personalización y el diseño que tengo para cada propuesta, cada fecha especial o para cada cliente.

Soy una persona muy alegre y me encanta celebrar, por eso, L´Orangerie tiene como esencia “la magia de celebrar”. Todos mis productos están pensados para celebrar y agradecer lo que uno tiene, día a día, más allá de una fecha en especial. Y creo que ser alegre no significa estar siempre contento, o no tener problemas, sino que es como un posicionamiento, una actitud de vida.

Por otro lado, la psicología me ayuda un poco a interpretar qué es lo que quiere un cliente a la hora de hacer un regalo, o sorprender a alguien. Me parece también que tengo cierta calidez a la hora de atender. Todo eso me caracteriza y me diferencia ampliamente de otros emprendimientos que se podrían considerar como competencia. 


-¿Trabajas sola? 
- Tengo un equipo chico; somos tres personas y después, tengo colaboradores para lo que es gráfica, diseño… son los chicos de Joa Estudio que me acompañan en el manejo de redes y son unos genios haciendo lo que hacen. 

Así que, más allá de la cantidad de personas que me ayudan hoy en la cocina, el equipo es grande. Tengo proveedores de aquí, de Córdoba, de Buenos Aires; gente que me viene acompañando desde que he empezado.


-¿Cómo haces para dividir tus tiempos entre el emprendimiento, la psicología y la maternidad?

-Me parece que la organización y la disciplina son fundamentales. Y plantearse objetivos claros, a corto, mediano y largo plazo… Es como una herramienta básica para poder cumplir con todo. 

Mis dos vocaciones me apasionan y estar con mis hijos también. Ellos necesitan sus tiempos, hacen deporte, saben hacer muchas cosas, así que creo que la disciplina y la organización es la base para poder llevar todo adelante. 


-Si tuvieras que definirte como emprendedora, ¿cómo lo harías? 
-Creo que como emprendedora soy una persona muy trabajadora, muy tenaz… Cuando tengo una idea trato de encontrar los caminos para llegar al objetivo, lleve el tiempo que lleve, y a pesar de las dificultades o de los obstáculos que se pueden presentar.

Por ahí, las cosas no salen como uno planifica, pero creo que la paciencia y el sentido común me ayudan a seguir.

-¿Qué objetivos tienes a corto o largo plazo para este proyecto? 

-Yo he aprendido, más allá de los objetivo a largo plazo, he aprendido a disfrutar del proceso. Estaría muy contenta con completar el talle y abrir una tienda virtual y, a partir de que eso funcione, creo que eso me va a llevar al objetivo final que es un local donde se puedan ver los productos. 
Creo que en Santiago todavía pasa que la gente quiere ir y ver para comprar. La prueba piloto va a ser la tienda virtual; el Instagram ya está siendo una buena visibilización, pero creo que el próximo paso es la tienda y ahí se hará la evaluación final.


¿Qué crees que se podría hacer desde el Estado para ayudar a los emprendedores? 

-Yo creo que desde el Estado se ha ayudado a un montón de emprendimientos o de personas que se dedican a la gastronomía. Creo que Santiago ha crecido mucho en ese aspecto. 

La cantidad de lugares que tenemos hoy y las opciones en pastelería, dan cuenta de que ha crecido muchísimo y el nivel de las empresas también.  Es algo que me gusta de Santiago y que admiro de las otras empresas o de los otros emprendedores. 

Por ahí lo que estaría bueno es hacer un diagnóstico o detectar emprendedores más pequeños y conocerlo. Por ahí, hay programas que son como más generales y cada emprendedor tiene su necesidad o su cuestión particular. 

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