07 de septiembre, 2025
Pienso, luego existo

Ramón Antonino Taboada nació el 1 de septiembre de 1814 en Matará, provincia de Santiago del Estero, en una época en que el país naciente apenas empezaba a delinear su destino.

Su figura, menos evocada que la de otros próceres del siglo XIX, fue sin embargo decisiva en los complejos años de las guerras civiles argentinas, donde confluyeron caudillismos, luchas por el poder y las primeras formas de organización del Estado nacional. Hermano del influyente gobernador Manuel Taboada, y perteneciente a una familia de fuerte protagonismo político, Antonino forjó su destino entre la milicia, la política y el exilio.

Desde joven mostró inclinaciones por las ideas liberales. Tras estudiar en Buenos Aires, se vinculó al comercio y aprendió inglés, pero pronto se vio atraído por la causa unitaria, que lo llevó a alistarse en el ejército de Lavalle en su enfrentamiento contra Juan Manuel de Rosas.

Participó en la batalla de Quebracho Herrado en 1840, donde fue hecho prisionero. Su posterior fuga del encierro y exilio en Montevideo le dieron forma a una vida marcada por la constante movilidad y el compromiso político.

Desde Uruguay, y luego en Brasil, Chile y Bolivia, Taboada conoció a personajes clave del período como Sarmiento, Paz y Mitre.

En 1850, volvió a su provincia natal, donde se sumó a su hermano en la puja por el control de Santiago del Estero, que derivó en el derrocamiento de Mauro Carranza. A partir de allí, comenzó una activa carrera político-militar al servicio de su provincia y del proyecto unitario del país.

Comandante de armas de Santiago del Estero y más tarde responsable de la frontera del Chaco, tuvo un papel determinante en varios enfrentamientos clave, como las batallas de Tacanitas y Los Laureles. Pero su consagración llegó en 1867, cuando en las inmediaciones del Pozo de Vargas derrotó a Felipe Varela, quien lideraba una de las últimas grandes insurrecciones del interior. Aquella victoria representó el ocaso del poder montonero y consolidó el dominio del centralismo porteño en el norte argentino.

Como muchos hombres fuertes de las provincias, Taboada también conoció el exilio.

La llegada de Sarmiento al poder y los vaivenes de la política nacional lo alejaron del protagonismo. Tras la intervención federal a Santiago en 1875, su fortuna y su poder político fueron desmantelados. Se refugió en Tucumán, donde vivió sus últimos años en la tranquilidad del anonimato.

Falleció el 4 de marzo de 1883 en San Miguel de Tucumán. Todavía se encontraba la memoria viva que conservaban muchos sobre su figura. Antonino Taboada fue, sin duda, un hombre de su tiempo: un caudillo liberal que luchó por un país que aún no terminaba de nacer.

Su legado sigue siendo un testimonio del protagonismo que el norte argentino tuvo en las luchas por la organización nacional.

Compartir: