Ah, el Mundial de Clubes. Ese torneo que, aunque se presenta como la cúspide del fútbol mundial, tiene una estructura tan curiosa como la de un barquito de papel en medio de una tormenta.
Un evento que, bajo el nombre de “mundial”, invita a equipos de todos los rincones del planeta a competir por el título de campeón del mundo... y que, como siempre, termina siendo un lugar donde se encuentran las grandes leyendas del fútbol con equipos que ni las madres de los jugadores pueden reconocer.
Es difícil no sorprenderse cuando vemos que el Inter Miami, el equipo de David Beckham (y de un par de jugadores con nombres rimbombantes, Messi mediante) está disputando el Mundial de Clubes.
Claro, si lo miramos desde el punto de vista del marketing, tiene sentido: ¿quién no quiere ver al mejor de todos los tiempos en el primer Mundial de Clubes?
Sin embargo, si analizamos el nivel futbolístico, la cosa cambia. El Inter Miami, que jugó en una liga donde equipos como el LA Galaxy todavía piensan que son el Real Madrid, tiene la oportunidad de enfrentar a gigantes como el Manchester City, el Bayern Múnich o el Real Madrid... ¿En serio?
El fichaje de Messi ha sido una estrategia que puede llamarse, sin lugar a dudas, un “golazo de marketing”. ¿Que si el Inter Miami está a la altura de equipos europeos o sudamericanos? Pues, más bien a la altura de un buen partido de exhibición, al menos en este torneo.
A lo sumo, el club de Beckham dará espectáculo y buenas ventas de camisetas. En cuanto a ganar el torneo, bueno, los sueños siguen siendo gratuitos.
Y ahí tenemos a los tres equipos de México, el América, el Tigres y el Monterrey, siempre luchando por la gloria y, por qué no, por demostrar que realmente tienen algo que hacer en el contexto global del fútbol.
Claro, la liga mexicana tiene su prestigio y su historia, pero, siendo sinceros, no deja de ser curioso que cada año, como si fuera un ritual, los mexicanos se cuelen entre los grandes, para terminar no solo no ganando, sino ni siquiera dejando una marca memorable.
No por nada, su presencia es tan predecible que, si uno se toma una pausa, puede pensar que en el futuro veremos un equipo de México en cada edición del torneo, simplemente por costumbre.
Ah, y cómo olvidarlos: los clubes de Asia y Oceanía. Los que, a pesar de tener nombres rutilantes como Cristiano o Benzemá, no parecen hacer mucho ruido en el mundo del fútbol.
Aquí es donde el Mundial de Clubes muestra todo su esplendor: un elenco global de equipos que, salvo por algún golpe de suerte (o un accidente fortuito en el partido contra algún gigante europeo), tienen más posibilidades de aparecer en el “Mundial de los Sueños” que de ganar algo relevante.
Pero, claro, siempre es bueno tener representación de todas partes del mundo. ¡Es un Mundial, después de todo! La inclusión es lo importante, aunque en el fondo todos sepamos que el Mundial de Clubes es tan global como el tamaño de la pizza qué pides a domicilio un viernes por la noche en tu ciudad.
Y por casa, los primos estarán viendo cómo le va a cada uno de ellos y como le va al otro, River y Boca, enfrentarán el desafió de toparse con la élite europea que se nutre de lo mejor del mundo, incluso de los nuestros, veremos cuál será su papel, aunque cierto mucho más se espera de ellos que de los norteamericanos, mexicanos, asiáticos, africanos y oceánicos, y para ello han roto el chanchito y mientras River se trajo algunos mundialistas, Boca trajo varios jugadores de renombre incluso una estrella española.