Lleva cinco balas en su cuerpo, como recuerdos inalterables de una tragedia que casi acaba con su vida, pero que terminó con la vida de su hija de tres años y el suicidio del asesino. Un diálogo a corazón abierto.
Pasaron más de 26 años de la tragedia que cambió para siempre la vida de Ana Cecilia Lugones Castiglione. Ella es la única sobreviviente de aquel Viernes Santo de 1998, cuando su esposo, Diego Zaín, acabó con la vida de su única hija, Dolores, o “Lo”, como ella la llamaba,
Ella pudo sobreponerse de las heridas físicas, aunque las secuelas las lleva por siempre marcadas en su cuerpo. Las otras, las heridas del alma quedaron grabadas en su memoria. Por ello, las transformó en una narración autobiográfica llamada “Lo… mi vida sin vos”.
El texto presenta una emotiva reflexión de una madre que comparte su dolor por la pérdida de su hija de solo 3 años, destacando su amor y la vida que podría haber tenido. La madre narra cómo su familia apoya su decisión de escribir un libro en memoria de su hija, a la vez que reflexiona sobre el rol de su pareja fallecida y episodios de violencia que marcaron su relación.
-¿Cuántos años tenías cuando conoces a Diego?
-Tenía 12 años. Mi mamá todavía vivía, había vivido unos meses y después fallece con cáncer. Y después, yo sigo de novia. Al comienzo todo iba bien, después él me metía a los cuernos, y yo volvía con él. Eso pasó hasta que un año, en Miramar, dije no, no, ya no quiero seguir más nada con él y vuelvo a Santiago decidida a dejarlo.
Cuando le dije no quiero saber más nada con vos, él me decía que no puede ser. A la semana me llamó la hermanita, yo estaba haciendo gimnasia aquí con mi colchoneta. Me dice que vaya, que lo había internado. Se había intentado suicidar tomando pastillas. Bueno, el intento de suicidio de los que no se querían suicidar realmente.
-Cuando quedaste embarazada eras muy chiquita. ¿Cuántos años tenías?
-15 años. Era tan chiquita. En el 95 la tengo mi hija.
-¿Te habías casado con él?
-Sí, yo me caso. Mi papá y la madre de él nos dijeron que teníamos que casarnos. El único que medio que se resistió fue el padre de Diego.
-¿Recuerdas cuándo comenzaron los hechos de violencia?
-Nunca me pegó hasta que nació mi hija y ahí sí empezaron los insultos, los golpes y todo. Era una violencia extrema. Yo me separo cuando mi hija tenía casi un año y medio. Cuando nos vinimos para esta casa (la de sus padres), estuvimos dos meses insoportables. O sea, una vez casi se agarra las piñas con mi hermano porque ha visto cosas que me hacía, que no le gustaban. Y bueno, ahí lo llamaron a los padres de él, vino mi abuela, mi tía. Justo esta noche, cuando yo me voy a vivir con mi abuela en el cuarto piso, fallece mi abuelo.
-¿La familia intervenía en su relación?
-Sí, sí, sí, sí.
-Luego de separarte ¿comienzas una nueva relación de pareja?
-Ya estábamos separados nosotros. Después de los seis meses recién me pongo de novia. Ahí “me hacía la vida imposible, imposible, me pegaba, me insultaba, me amenazaba”.
-¿Por qué no denunciaste?
-Yo no hice la denuncia por mi hija. Yo estaba a punto de cruzarme a la Primera o a Jefatura. La familia me pedía que no haga la denuncia. El padre de él me decía que por favor no denuncie. Fueron muchas veces las que no hice la denuncia, pero porque él o ellos me pedían que por favor que no hiciera la denuncia. Y aparte eran épocas donde no se denunciaba. No estaba bien visto denunciar. Era tabú, todo quedaba entre puertas adentro.
-¿Qué recuerdas de aquella noche trágica?
-Una semana antes nosotros habíamos viajada a Córdoba a pasar mi cumpleaños. Ese día, mi hermano nos venía a buscar para comer en la casa de mi padre. Cuando me traen, mis primitos vienen a buscar a Lo para jugar con ellos dos pisos abajo. Después yo recibo el llamado de él, que ya le iba a buscar, que le prepare las cosas. Como yo no lo quería ver, le pido a mi tía que se la entregue. Habrá pasado cuarenta y cinco minutos, recibo el llamado de él, haciéndose el buenito, quería hablar conmigo, que esto, que aquello, entonces le digo que sí, porque mi íntima amiga iba a ir llevándole huevos de Pascua a Lo. Así que yo no iba a estar sola en casa, pero ella se demora, no llega a tiempo.
-¿Entonces lo recibes?
-Èl llega con Lo en brazos, con dos bolsas. Yo le doy un beso en la frente a mi hija y lo hago pasar por la puerta de la cocina. La recuesta en la habitación que yo estaba viendo televisión, pero baja la televisión, este, y él deja las dos bolsas en el comedor. Yo pensaba que eran las bolsas de mi hija que tenía ropa. Justo cuando me llego a ver las bolsas, él me grita: “Deja eso”. Y ahí viene con todas las fuerzas, agarra las dos bolsas, se va para el living y saca una un revolver. Entonces yo me agacho, me pongo en cuclillas. Él estaba a un metro, un metro y medio. Decía: “Yo no sé qué hago con esto, yo no sé qué hago con esto, pero si sos una re mil hija de mil puta. Diosito ayúdame”. Y ahí me pega el primer impacto, que es el que tengo en el pecho. Yo siento un dolor sin nombre, un dolor caliente.
-¿Pierdes el conocimiento?
-No, yo me levanto y voy como para las puertas. Ahí me dispara de nuevo. No sé cuántos impactos de bala, pero eran dolores fuertísimos. Abro la puerta de casa, saco un pie y él viene con una furia inhumana, y me mete adentro del departamento. Me tira en el piso y me intenta estrangular. Y ahí me sigue diciendo: “Morite, ahora sí que te vas a morir, te vas a morir, te vas a ir al infierno, hija de mil puta”. Yo ahí pierdo un poco el conocimiento, y lo último que veo es a él, yéndose como para las piezas y ahí pierdo totalmente el conocimiento porque yo después pierdo la vista la vi.
-¿Cuándo te enteras lo que pasó con tu hija?
-No sé, casi al mes me avisan. Ellos me decían que estaba con Diego. Después vino la depresión, la angustia, la melancolía. Yo estaba enclaustrada, literalmente tirada en mi cama, yo no quería hacer nada de nada, ni siquiera los ejercicios. Yo no quería vivir. No le encontraba sentido a la vida.
-¿Qué te lleva a contar tu historia ahora?
-Por mi hija, porque pienso que ella no es recordada como se lo merece. Para que toda la sociedad vea todo el tránsito de mi vida. Por eso es el título del libro “Lo… mi vida sin vos”, porque ella aquí hubiese tenido todo. Tenía una habitación espectacular, tenía de todo. Era la primera nieta, primera sobrina, primera en todo. Tenía todas las mejores cosas. Era la personita más espectacular, bella, bondadosa, íntegra... Y él la mató de dos balazos, uno en el pecho y otro en la espalda. O sea, tienes que ser muy basura para hacerle eso a tu hijita.