El pasado 11 de abril, la telera atamisqueña cerró sus ojos para siempre. La excelencia de sus trabajos artesanales hizo que la UNESCO le diera un reconocimiento internacional. El último adiós a una luchadora de esta tierra.
En septiembre de 2016, Berta Solana Ponce recibió un reconocimiento del Consejo Mundial de Artesanías (World Crafts Council) patrocinado por la UNESCO, por la excelencia de sus trabajos, convirtiéndose en la telera más reconocida de Santiago del Estero.
Para aquella mujer nacida en Atamisqui, el 17 de abril de 1054, no fue fácil hacerse merecedora de esos méritos. Los logró en base al trabajo incansable siguiendo una técnica milenaria, aprendida de sus ancestros, y cobijada con un orgullo único.
Hija de padres sacrificados, queridos, pero muy presentes para ella y sus cuatro hermanos. En su niñez, junto a otros chicos, encontraba la felicidad en lo simple, en ir a buscar leña junto a su pandilla de amigos, o juntar mistol en verano, que era la única golosina que conocían.
Tuvo que enfrentar la vida y la desigualdad desde muy temprano, así fue que llegó solo al cuarto grado de la escuela primaria, el tiempo suficiente para aprender a leer, escribir, sumar y restar.
En su adolescencia empezó a hilar junto a su madre, en el mismo telar donde trabajaban y trabajaron todas las mujeres de su familia. Junto a ella aprendió todo lo que significaba el telar. Con paciencia fue conociendo todos sus secretos y, de manera tímida, comenzó a realizar sus propias creaciones.
Sin embargo, su trabajo era menospreciado en aquellos años. Todo lo que hacía debía cambiarlo por mercadería en los comercios de la zona. No recibía un centavo a cambio de ellos. El sacrificio era parte de su vida, y ella no le esquivaba al esfuerzo.
En su juventud se casó y tuvo tres hijos. Era feliz, pese a todos los obstáculos que la vida le ponía en su camino. Cuando su esposo se enfermó, se puso al frente de su hogar, y cuando él falleció supo que tenía que sacar adelante a su familia sola. Pero cómo. El tiempo le hizo entender que lo lograría haciendo lo que sabía: tejer.
El telar se convirtió en su sustento y en el de su familia. Entre los hilados y las tintas fue encontrando el refugio necesario para seguir adelante.
LUCHADORA
Luchadora incansable, pasaba del tejido a criar a sus animales, a elaborar quesos, a cuidar los cercos, a realizar todo lo que podía para sacar adelante a su familia.
De a poco, sus trabajos fueron haciéndose conocidos. Comenzó a mostrar lo que hacía en distintas ferias artesanales, donde cada diseño era alabado y diferentes instituciones comenzaron a reconocerla.
Un día, desde Cultura de la Provincia le ofrecieron la posibilidad de enseñar y compartir sus conocimientos con los jóvenes de la zona, a través del programa “Saber de nuestros mayores”.
Trabajaba con las técnicas de guarda atada, indio, pallado, liso y pelo cortado. Su especialidad artesanal fueron los ponchos de lana de oveja, utilizando siempre tintes naturales: corteza del itín, resina del humo, astillas del quebracho colorado, astillas del mistol, cáscaras de púnua, entre otros.
El reconocimiento internacional otorgado por la UNESCO la convirtió en la primera telera atamisqueña en recibir tal distinción.
Especialista en ponchos realizados en lana de oveja, preparando sus hilos y utilizando tintes naturales para su teñido. Participó de la Argentina Fashion week en el 2019 en el hipódromo de Palermo, en la Fiesta Internacional del Poncho, en la Feria de Artesanos en Cosquín entre otros. Desde el 2021 la Feria artesanal del Festival Nacional de la Chacarera lleva su nombre.
PATRIMONIO DE ESTA TIERRA
Una semana antes de cumplir sus 71 años, el pasado viernes 11 de abril, los ojos de Berta se cerraron para siempre.
Desde la Asociación Nacional de Cronistas de Folclore le hicieron un sentido homenaje, señalando que “fue una mujer patrimonio de esta tierra”, a quien describen como “maestra artesana telera, quichuista atamisqueña, mujer de manos sabias y corazón de telar”.
A la vez, señalan que ella fue “orgullosa de su oficio, de su lengua originaria y de sus raíces, Berta fue mucho más que una artesana: fue una guardiana de la memoria cultural, una artista del alma que supo tejer historia, identidad y belleza en cada hebra”.
Asimismo, mencionan que “su legado es inmenso. Fue creadora de ponchos únicos por su belleza y por el detalle de sus guardas atadas, técnica ancestral que dominaba con maestría. Su arte fue tan puro, tan auténtico, que la llevó a ser la primera telera santiagueña en recibir el reconocimiento de la UNESCO a la máxima calidad artesanal”.
Sin dudas, su memoria seguirá viva.