Un niño santiagueño de 11 años intentó quitarse la vida a causa del bullying que sufre en la escuela. Los datos de un Observatorio nacional indicaron que, en el último año, hubo 270 mil casos graves y más de 100 muertes relacionadas con esta problemática. Una tendencia en crecimiento que tiene al acoso escolar como protagonista.
Las clases comenzaron hace menos de un mes, sin embargo, para este niño de 11 años pareciera toda una vida. Desde el comienzo mismo de las actividades, sus compañeros de 6° grado lo convirtieron en el epicentro de sus burlas. Lo que al principio eran bromas, aparentemente inocentes, fueron subiendo el tono, hasta convertirse en situaciones graves, donde él era el centro de todas las miradas, el blanco perfecto para que los demás lo humillaran, lo infravaloraran, dejando su autoestima por el piso.
El viernes 21 de marzo, el niño regresó a su hogar más triste que nunca. Ante el abatimiento de su hijo, su mamá se preocupó y quiso saber qué le había sucedido. Primero se negó a decir palabra, hasta que por fin le contó que sus días en la escuela eran un calvario. No por las exigencias educativas ni por las tareas impuestas por los docentes, sino porque sus compañeritos se burlaban de él de todas las formas posibles, convirtiendo su vida en un infierno.
Su mamá lo abrazó, calmó sus angustias, le dijo que dejara todo en sus manos, que ella se comunicaría con las autoridades del colegio y hablaría con los padres de los otros niños. Le habló con dulzura, le dio esperanzas que todo cambiaría, aunque la mujer ardía de rabia por dentro. No podía dar crédito que su hijo estuviera sufriendo tanto y se hubiera convertido en víctima de bullying. Quería romper todo, pero se contuvo, lo principal era enfocarse en el bienestar de su pequeño.
Luego de calmarlo, de aconsejarlo y de decirle que todo estaría bien, el menor se dirigió a su habitación para descansar. La mujer intentó calmarse, pensar qué haría, cómo defendería a su hijo. Mientras estaba en estas cavilaciones, fue a ver cómo estaba. Para su sorpresa, el cuarto estaba cerrado. Lo habló, pero él no le contestó. Sintió ruidos. La desesperación se apoderó de ella. Como pudo logró abrir la puerta. Para su horror, vio que su niño se había intentado ahorcar con un cable de celular.
De inmediato, se abalanzó sobre él y logró detener sus intentos suicidas. Sin dudarlo, decidió que era necesario trasladarlo hacia el Cepsi, donde podrían atenderlo y darle los cuidados necesarios. En el centro de salud se pusieron en movimiento todos los protocolos para contener hechos de esta naturaleza y se dio aviso a las autoridades policiales, quienes pusieron en alerta al Ministerio Público Fiscal.
Si bien la mamá del niño logró impedir que su hijo se quitara la vida, las señales de alarma se encendieron en la familia, en la comunidad médica y, sobre todo, en la educativa. El suicidio, de quien sea, deriva inexorablemente en una situación de incredulidad, de cuestionamientos sin respuestas, de sin sentidos, de dudas, de demasiados por qué. Todos quieren saber qué sucedió, qué llevó a tal o cual persona a tomar la trágica determinación de acabar con sus vidas. Alguna carta explicativa o meros indicios son las únicas deducciones de los factores que pudieron haber influido para tomar la peor decisión.
Sin embargo, no se encuentra absolutamente ninguna explicación cuando los suicidas son niños que, demasiado pronto, decidieron que la vida no valía la pena. Cuando alguno de estos menores de edad interrumpe su vida de manera voluntaria, ninguna explicación tiene sentido. El suicidio infantil es uno de los temas más difíciles de tratar.
Hay muchos factores que ponen en riesgo a los niños, sobre todo en factores relacionados con la estabilidad emocional del niño, como la depresión o ansiedad. Los menores, generalmente no piensan en la muerte como una manera de quitarse la vida -como ocurre con los adultos o adolescentes-, sino como el hecho de deshacerse del sufrimiento por cualquier situación dolorosa por la que estén pasando, en este caso, derivado del bullying.
El acoso escolar, también conocido como hostigamiento escolar o bullying (por su traducción en inglés) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares, en forma reiterada, a lo largo de un tiempo determinado.
Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da, mayoritariamente, en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia, o sea entre los 12 y los 14 años, siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
El bullying puede tener como autores tanto a individuos como a grupos. Se caracteriza por un proceder sistemático y estratégico que suele extenderse por un periodo más o menos prolongado.
Sus víctimas suelen ser niños tímidos, inseguros, que mantienen una excesiva protección de los padres o menos fuertes físicamente. En realidad, existen dos tipos de víctimas: pasivos y provocadores. Los pasivos suelen ser débiles físicamente, inseguros, con escasa autoestima, o pocos amigos, por lo que resultan un objetivo fácil para los acosadores. En cambio, los provocadores suelen tener un comportamiento molesto e irritante para los demás. En ocasiones, sus iguales les provocan que reaccionen de manera inapropiada, por lo que el acoso posterior que sufren podría llegar a parecer justificado.
Para los investigadores, las víctimas se sienten en desventaja y se consideran las culpables de la situación.
Acechar y espiar en el camino de la escuela a casa, perseguir, echar, dar puñetazos o codazos, empujar y propinar palizas; marginarlo de la comunidad escolar o clase; Inventar rumores y mentiras; jugar sucio en el deporte y tender trampas; reírse del otro, hacer comentarios hirientes sobre él; burlarse, mofarse continuamente, tratar con sobrenombres, son las formas más comunes de bullying. Las cuales van minando la autoestima del individuo y fomentan su sensación de temor, que sólo logra aislarlo del resto de sus compañeros.
Antes de los años 90 no era común hablar de violencia escolar. Lo usual era mencionar casos de inconducta o que determinados alumnos o grupo de alumnos tenía problemas de conducta. A nivel mundial, la alerta se encendió desde mediados de la década del ’90 y, a finales de 1998, ya existía el primer observatorio internacional con el fin de evaluar qué sucedía en la relación entre los alumnos y en los alumnos con los docentes.
Sin embargo, en los últimos tiempos, la sociedad está sorprendida ante el creciente aumento de casos de violencia generados dentro del ámbito escolar, tanto en el ámbito de la educación pública como de la privada.
El incremento de casos es una lamentable realidad en la Argentina de hoy, en el Santiago de hoy. El último informe de la ONG “Bullying Sin Fronteras” muestra el avance de la problemática del acoso escolar en el país. Tal es así que Argentina se ubicó en el tercer lugar en las estadísticas de bullying en el mundo.
14.800 casos entre 2020 y 2021
50.250 casos entre marzo de 2022 y abril de 2023
270.000 casos entre mayo de 2023 y mayo de 2024
El Dr. Javier Miglino, director de la entidad se refirió a la situación de Argentina: “Se trata de un país que, por su índice de población y por la enorme cantidad de estudiantes de nivel primario y secundario que tiene, presenta una cantidad de casos graves de bullying y ciberbullying que resulta preocupante: 270.000 para ser exactos”.
En tal sentido, señaló que “si bien los 50.000 colaboradores de Bullying Sin Fronteras llevan a cabo un trabajo maratónico, este no incluye todos los casos, ya que es imposible cuantificarlos. Sin embargo, una vez que toda la información es recopilada, la ponemos de inmediato a disposición de ministerios, universidades, medios de comunicación e institutos de enseñanza públicos y privados, para que los distintos organismos de educación, los docentes y la población en general de la Argentina, puedan tener una aproximación a la problemática del acoso escolar o bullying y del acoso cibernético o ciberbullying, que causan al año, más de 200 mil muertes en todo el mundo".
Bullying Sin Fronteras viene alertando que sigue creciendo el acoso en la escuela o bullying en el ámbito nacional, manteniéndose el crecimiento de la problemática en un 40 % con relación al año anterior.
"El Informe de Bullying Sin Fronteras se nutre de las denuncias que presentan padres, encargados, docentes y alumnos ante la justicia y los ministerios de educación provinciales o de la Nación; es decir solo reflejamos casos importantes de acoso escolar por lo que es posible que la cifra total de bullying en la República Argentina sea mayor", dijo Miglino.
“El bullying mata, no es una broma, arruina vidas, hace que los chicos dejen la escuela: baja el rendimiento escolar, tienen miedo de ir y odian la escuela. Por eso hay que ser muy prudentes”, reafirmó.
A criterio del titular de la ONG, Dr. Miglino, se trata de una realidad preocupante. "A la vez que tenemos más casos denunciados, también pudimos establecer que hay más violencia en los chicos. Ya no sólo se padece bullying por el mayor rendimiento escolar o atributos físicos sino directamente la belleza en particular de las chicas las ha hecho foco de golpes, amenazas y burlas. Y los viajes a Bariloche que antes eran momentos de esparcimiento y alegría con vistas a la finalización de los estudios cada vez se parecen más a las "novatadas universitarias" que se practican desde hace años con resultados violentos en universidades de los Estados Unidos de América de parte de estudiantes avanzados sobre los recién llegados", plantea el informe.
Uno de los principales detonantes de las burlas continúa siendo el aspecto físico.
En las niñas, las causas principales de bullying son:
Belleza y comportamiento sofisticado: 50%.
Rendimiento escolar superior: 22%.
Defectos físicos: 12%.
Rendimiento escolar inferior: 8%.
Rendimiento deportivo inferior; 4%.
Defectos físicos: 28%.
Rendimiento escolar superior: 24%.
Belleza y comportamiento sofisticado: 22%.
Rendimiento escolar inferior: 12%.
Rendimiento deportivo inferior: 8%.
Desde la ONG señalaron que las razones del crecimiento del bullying en Argentina son:
-Compañeros carentes de empatía y misericordia.
-Directivos y docentes apáticos e indolentes.
-Padres de acosadores que no ven con buena cara a los extranjeros y festejan la violencia de sus hijos.
-Un estado ausente sobre cuestiones de educación y especialmente ausente en situaciones de bullying.
"Ya no ocurre como antaño en que padecían acoso escolar aquellos con mayor rendimiento escolar o atributos físicos. Ahora cualquier motivo es una excusa para el bullying y para dañar, recibiendo las víctimas golpes, amenazas, burlas y ciberacoso en las redes sociale por la sola publicación de una imagen", dijo Miglino.
"En la Argentina se da un particular fenómeno con los niños y muchachos, diferente a lo que ocurre con las niñas y las chicas. Mientras que con los chicos de edades entre los 6 y los 18 años, el pobre rendimiento en las actividades deportivas es motivo de bullying, porque en general los acosadores toleran mejor a un compañero con buenas notas o con un comportamiento fuera de los cánones del aula que a aquel que no juega bien al futbol, básquet, voley o la actividad física que se desarrolle en la escuela”, explicó.
A la vez, indicó que “en el caso de las niñas y señoritas, el bullying tiene más que ver con su falta de sofisticación al vestir, al peinarse o incluso a caminar. El mundo de las influencers está haciendo daño en la escuela al género femenino, a partir de estereotipos de mujeres bellas y poderosas, surgidos perfiles publicados en redes sociales como Facebook e Instagram, a partir de los cuales; las niñas y jóvenes tratan de imitar. Este comportamiento con el tiempo se traduce en una situación tóxica, con consecuencias en la salud física (anorexia y bulimia) y mental (ansiedad y depresión)".
Sin embargo, este fenómeno alcanzó nuevos niveles debido a que la tecnología permite a los agresores trascender las aulas y llevar sus ataques a otros terrenos, como las redes sociales de Internet y los mensajes de texto.
Es en este terreno, donde los niños y adolescentes, esperando hallar gestos amistosos, se encuentran son actitudes hostiles y groseras, porque el ciberbullying tiene por fin denigrar a un alumno específico frente a sus compañeros de colegio.
Una de las prácticas más usadas por los ciberagresores consiste en “subir” fotos o información comprometedora de la víctima, disponible en las redes sociales y escolares, inclusive llegan a crear cuentas o perfiles falsos para hacerse pasar por el afectado.
Otra táctica común es realizar “encuestas” para que sus compañeros voten y elijan a la persona más “tonta” o “fea” de la escuela o clase, o que a través de cualquier medio tecnológico amenacen e intimiden a los compañeros.
A pesar de la angustia emocional y la preocupación que generan estos hechos, la vergüenza y el temor logran que los menores no pongan un alto a los ataques, amenazas, insultos o burlas de un abusador.
"Incluso se ha incrementado el ciberbullying, esto es el acoso escolar fuera de clases a través de las redes sociales, que son elegidas como vehículos para agredir, insultar, difamar y amenazar. E los últimos años se agregaron nuevos sitios, con lo que la pesadilla que padecen a diario los chicos acosados se multiplica”, dijo Miglino.
En tal sentido, Miglino se pronunció muy crítico con la irrupción de las redes sociales, “en especial las 4 tóxicas: Twitter, Facebook, Instagram y WhatsApp”, destacó Miglino.
Para el fundador de la ONG, estas redes “han logrado que la tortura cotidiana que se limitaba a los días de la semana en que hay clases y actividad escolar relacionada como educación física y otras, se extienda a los siete días de la semana, durante las 24 horas del día”.
En consecuencias, “ya no hay cumpleaños, no hay Navidad ni Año Nuevo. No hay día de festejo o de alegría en el hogar que no pueda ser empañado o destruido por la bestia del bullying y el ciberbullying”, agregó.
Por ese motivo, Bullying Sin Fronteras “intenta decir claro y fuerte que no estamos frente a una chiquilinada o a una acción de adultos irresponsables, porque son muchos los adultos que contribuyen al bullying y que propalan el ciberbullying, en especial desde las 4 tóxicas, cada día”.
De modo tal que no dudó en enfatizar que “estamos frente a una bestia que está matando a nuestros niños y adolescentes y esos adultos que hacen ciberbullying, desde simples amas de casa y oficinistas, hasta empresarios, diputados, políticos, escritores e incluso ex presidentes; son cómplices del daño que el ciberbullying produce día a día. Ese daño incluye muertes. Muertes de niños y muertes de adolescentes. Y obviamente, también muertes de famosos; jóvenes y adultos; porque nadie es inmune a la bestia del ciberbullying”.
El Dr. Miglino no dudó en afirmar que “las redes sociales son asesinos que matan en silencio y actúan en una verdadera tierra de nadie. No existe legislación nacional o internacional que ampare a las víctimas. Los 365 días del año están ahí, como verdugos dispuestos a dañar y a matar, ya sea por inducción al suicidio o pergeñando y perpetrando un homicidio”.
En el mismo sentido, Miglino indicó que “hasta la fecha no he visto que alguien haya sido depositado en una celda, luego de haber sido acusado, juzgado y condenado por matar a través de las redes sociales. El ciberbullying en general y las 4 tóxicas en particular: Twitter, Facebook, Instagram y WhatsApp; son asesinos sigilosos que matan en silencio y que gozan de una impunidad total".
A la vez, precisó que “si pensamos que el 90 por ciento de las víctimas tienen entre cuatro y 18 años, estamos hablando de un verdadero crimen de lesa humanidad que, en el futuro, seguramente, será analizado, juzgado y perseguido por la Corte Penal Internacional".
El informe de la ONG destaca que los tres factores que "nutren al bullying y al ciberbullying son la soledad, la tristeza y el miedo" y que "esos venenos están matando a nuestros niños y a nuestros adolescentes”.
Por ello, Miglino recomendó que “donde haya soledad, que mamá y papá pongan compañía. Donde haya tristeza, que el viejo o la vieja, o ambos, pongan onda y que haya alegría".
De igual manera, el abogado aconsejó que “donde haya miedo, que lleguen esos superhéroes sin traje, que cada día en la fila del supermercado cuidan el ahorro familiar o respetan un semáforo en rojo o evitan una discusión en el trabajo porque solo piensan en la familia, su familia, y que digan fuerte y claro: ¡No estás solo! ¡No estás sola!"
Por su parte, la psicóloga Mariela Santillán señaló que “los casos de bullying o acoso que se dan en instituciones educativas han sumado casos dramáticos. Amenazas hostiles, físicas o verbales se repiten”.
“La violencia ha existido siempre. Bullying es el nombre que se le ha puesto para identificarla en los ámbitos escolares. Ahora el nivel de crueldad es mucho mayor. Pero lo terrible de esta situación es la indiferencia con la que responden las figuras adultas”, agregó la psicóloga.
En tal sentido, agregó que “si en una familia los padres miran hacia un costado cuando están sucediendo estos hechos o como ocurre cuando una docente sigue mirando su celular mientras dos compañeros se están agrediendo. Estas ausencias también son importantes”.
Según el protocolo de Bullying sin Fronteras, se recomienda que el padre o madre plantee al docente de nivel primario o secundario que su hija o hijo sufre bullying de parte de sus compañeros y le brinde un plazo de 15 días corridos para que lo resuelva.
Si pasado ese plazo, el bullying no se resolvió, el padre o madre van a la dirección del establecimiento y plantean al director que ya han hablado con el docente y que no hubo respuestas. Una vez más esperan un plazo de 15 días corridos.
Si aun así no hay respuesta adecuada y el bullying y/o el ciberbullying permanecen, la entidad pone a disposición su asesoramiento a través del siguiente correo electrónico: bullyingsinfronteras@gmail.com