13 de febrero, 2025
Actualidad

Con el método de “inmersiones autónomas”, una joven profesora brinda clases a pequeños desde los seis meses. Acuden con algún familiar y aprenden a desenvolverse exitosamente en la pileta.

“Aprender a nadar como estilo y como deporte no se logra hasta los cinco o seis años, cuando el niño puede aprender, pero sí se puede desenvolver en el agua sin miedo”, explica la instructora, Camila Chara sobre los bebés. En sus clases, donde implementa el método de “inmersiones autónomas” tiene pequeños desde los seis meses que, en brazos de su mamá o su papá, pueden lograr una experiencia satisfactoria en piletas de gran tamaño.
De acuerdo a su experiencia, los resultados son los mismos a cualquier edad. “Por ahí el beneficio  de que empiecen siendo muy chiquitos es que tienen menos noción de lo que es el peligro”, comenta a cuatro años de haber comenzado con las clases a bebés.
Claramente, los pequeños no entran solos a la pileta, lo hacen con su mamá, su papá o cualquier adulto que esté a su cargo; ya sean abuelos, tías, o niñeras. Recién a los 3 años pueden hacerlo solos bajo la guía de la “profe”.
A partir de esa edad, la meta es que puedan “resolver solos” alguna caída accidentada al agua; es decir, garantizar su “independencia acuática”. La norma en estas clases es respetar el ritmo de cada uno; sin imponer plazos para zambullirse o aprender ciertas destrezas.

BENEFICIOS
Al ser consultada acerca de los beneficios que tiene la natación, Camila destaca es un “seguro de vida”. Pues, saber desenvolverse en fuentes de agua es una herramienta que salva vidas, claramente. 
Luego viene el resto de ventajas relacionadas con la salud de quienes practican esta disciplina. Los ayuda a nivel motriz, ya que se trabaja todos los músculos; a nivel pulmonar y cardíaco. Además, facilita el descanso en los niños y bebés.
“Lo llaman ‘deporte completo’”, dice la profesora y destaca también la posibilidad de ser una actividad recomendada para quienes padecieron alguna lesión, dado que no es deporte de impacto. “Al no haber impacto no tiene repercusión sobre ninguna articulación y eso es favorable”, señala.
La Escuela de Salud "Sant Joan de Déu", del hospital universitario español, plantean que los especialistas en salud infantil “están de acuerdo en que la práctica de este deporte es beneficiosa a nivel global”. Y detalla:
**Habilidades psicomotrices: se empieza a adquirir nociones del espacio, mejora del equilibrio, agilidad, flexibilidad y coordinación de movimientos tanto de las extremidades superiores como de las inferiores y el tronco.
**Respuesta cardiovascular: como todas aquellas actividades físicas y deportes con alto componente aeróbico, la natación mantiene en estado saludable el sistema cardíaco y circulatorio.
**Respuesta metabólica: regula el colesterol, reduce el nivel de glucosa en sangre, y además aumenta la eficacia de la insulina. Ayuda en la prevención de la obesidad y su tratamiento. En este punto, cabe recordar que un 80% de los niños que padece obesidad la sufrirá también cuando sea adulto.
**Trabajo de fuerza: al nadar se utilizan grandes grupos musculares que intervienen en la movilidad del cuerpo en el desplazamiento al agua.
**Ayuda a la correcta estimulación de las personas con problemas neurológicos y parálisis cerebral.
**Respeto: el uso del bañador es una forma de autoaceptación, y también de respeto hacia los demás.

INMERSIONES AUTÓNOMAS
En natación existe una forma de aprendizaje llamada “inmersiones autónomas” que logró excelentes resultados en los más pequeños y es la que usa en “Ultramar, escuela de natación”. En agosto del año pasado, la joven participó de un primer encuentro internacional de esta metodología y coincidieron en el buen rendimiento.
“Comprobamos que se obtienen mejores resultados que metiendo a los nenes abajo del agua, obligándolos. Hay muchos que dicen: ‘bueno, pero es solo meter un poco la carita y yo les aviso –para salir-. Pero no deja de ser una inmersión obligada”, explica.
Bajo la novedosa modalidad, se trabaja “a través del descubrimiento de los chicos. Sobre todo con los más grandes, para mostrarles que ellos sí pueden”, detalla.
Eso sí, para la construcción de ese “yo puedo”, “necesitamos que no haya un engaño de por medio. Que ellos vean que por sí solos pueden lograr un montón de cosas. Como hacer burbujitas, como meter la cabeza en el agua solos, soltar el flota-flota”, enumera.
En los últimos años, la natación comenzó a tener una gran demanda entre las familias santiagueñas. En ese sentido, Camila cuenta que todos los años trabajan con cupos completos, lo que les llena de satisfacción, dado que los papás eligen sus formas y métodos de trabajo.

TENDENCIAS RIESGOSAS
En el universo de las redes sociales circulan videos de padres que lanzan a sus hijos bebés a piletas de natación y estos flotan, como si se hubieran preparado años para eso. Se trata de una “moda” muy peligrosa y nada digna de imitar.
Camila señala que “no hay necesidad” de hacer este tipo de acciones para que un bebé se acostumbre a desenvolverse en el agua. Básicamente porque tampoco es algo que uno haría con un adulto. “No tiene sentido sumergir a un bebé de un año”, remarca.
El año pasado, “Cami” viajó a Italia por ocho meses y tuvo la posibilidad de conocer cómo se trabaja en clases de natación con bebés. “He visto clases, pero he salido horrorizada porque es todo lo contrario a mi forma de trabajo en cuanto al respeto por los chicos”, comenta. 
“Yo no los recibo a los bebés, si ellos no me estiran los bracitos, si no tiene intenciones de venir conmigo. No es que porque yo soy la profesora, sí o sí tienen que venir conmigo. O si vienen conmigo y capaz han tragado agua y lloran, se lo doy a la mamá porque es quien va a resolver esto, porque es su persona de confianza”, señala.

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