21 de noviembre, 2024
Entrevistas

Por primera vez en la provincia, partieron de Uruguay a recorrer el norte del país. Con artistas que han trabajo en el famoso Cirque du Soleil, o el mismo propietario que fue locutor y amigo de Carlos “Kiko” Villagrán; es el entretenimiento centenario que jamás pasa de moda.

Con la pandemia tuvieron que vender parte de sus vehículos. Varados en la Costa Atlántica, soportaron una gran crisis. Tras reponerse luego de dos intensos años, renovaron la apuesta y salieron de gira desde Uruguay por todo el norte argentino, y por primera vez pisan suelo santiagueño.

Dante Echegaray es el propietario del Circo Luxor, que durante un mes dará funciones en la ciudad de La Banda. Apostado en el predio de un reconocido hipermercado, con funciones los fines de semanas, incluido el viernes, es su primera vez en la provincia.

Con 400 butucas y una carpa traída exclusivamente desde Estados Unidos, presenta artistas de distintas disciplinas, algunos de ellos incluso han pasado por otro reconocido circo como el internacional Du Soleil.

“El circo es familia”, dice Dante, que si bien nación en Peirano, Santa Fe, los caminos circenses lo llevaron por todo el mundo hasta que decidió comenzar con la osadía de pasar de ser un acróbata y locutor, a ser el dueño del circo.

Con la cabeza en levantar cada mes y medio en una ciudad distintas, la carpa para 400 personas, gestionar los permisos, acomodar los papeles y los trailers -que algunos los trajo especialmente de Estados Unidos-, está también alerta en el bienestar de su familia.

“Tengo mi hijo uruguayo y mi hija cordobesa, ambos circenses. Ella trabaja conmigo, y él está en Estados Unidos, dónde le va muy bien después de migrar durante la pandemia. Mi mujer, que no tiene nada que ver con el circo, es brasilera. Mi papa, que aun vive, es retirado de circo y es cordobés, y mi mama fue entrerriana que también estuve en el escenario. Pertenezco a la familia del circo desde que nací, sé de qué se trata. Por eso digo que el circo es familia, son valores, es una costumbre, por ende, no pasa de moda ni pasará”.

Repite Dante en charla con La Columna, entre esos momentos que se da entre trabajar en la carpa y también realizar el mismo la difusión en los medios. Trabajo, diversión, familia y crecimiento, son las palabras que lo definen, y es la huelle que quiere dejar con Luxor.

 

¿Cómo es actualmente la vida en un circo?

Tenemos a cada integrante de cada parte del país. Pero lo lindo es que los he ayudado a a vivir en el circo y en otras culturas.  Hoy mi nieto está yendo a una escuela aquí en Santiago del Estero, hasta que terminemos nuestra gira por aquí.

Por ejemplo, hace años cuando mi hijo era chico, yo justo estaba en gira, hice Venezuela, Perú, Bolivia, Argentina, Brasil y Paraguay. Fue una locura. Cuando llegamos a Paraguay, mi hijo le tocaba escribir sobre la historia de aquel país, y no quería. A lo que él me dice, que ya se conocía todas las historias de Latinoamérica, para que iba a escribir otra vez. Con eso quiero decir, que esa es la vida de la persona que no solo trabaja sino vive en un circo.

Además, todo el mundo piensa que a los chicos del circo los obligamos a trabajar y no van a la escuela. Y no es así, aquí estudian y si ellos quieren -porqué se encuentran día y noche en la carpa-, comienzan ha realizar alguna tarea.

Cuando es niño ve a su padre como un superhéroe en un trapecio, o haciendo acrobacias, o se mete en globo de la muerte y tantas cosas. Entonces él quiere hacer lo mismo.

En mi caso me fui acróbata, trapecista, locutor, animador y ahora soy el dueño del circo.

 

¿Es difícil sostener un circo teniendo otros entretenimientos, tales como los digitales o tecnológicos al alcance en cualquier lado?

El circo también está al alcance de todos. No es lo mismo, además hacer una rutina y verlo por la pantalla, a verlo en vivo y directo.

En mi circo podés filmar, podes sacar fotos, justamente porqué se cómo se mueve actualmente el mundo. Y ese recuerdo, de ver personalmente un espectáculo con tus padres, abuelos o hermanos, no se te olvida más.

El circo tiene esa magia y nunca se va a terminar. El circo es el espectáculo más sano y más puro. Es tradición, es familia. Yo quiero que mis hijos y nietos sigan viviendo y comiendo de esto.

En pandemia fuimos los más afectados, tuvimos que salir a vender kiwis para sostenernos. Vendí vehículos para sostener a la familia, porqué no solo los de sangre son mi familia, también es todo el equipo que está en la carpa día a día.

Pero hoy estamos aquí, no la pasamos demasiado fácil, nos estamos manteniendo. Incluso ahora mismo que no tenemos lugares especiales para poder montar nuestro espectáculo y debemos pagar muy caro estar en un predio. En algunas ciudades si tenemos, de todos modos, tratamos siempre de trabajar para solucionarlo.

También, creo, que esto es dar y recibir, y como nosotros ayudamos mucho a los geriátricos o niños que no pueden ir alguna función, eso vuelve. En cada ciudad, o pueblo dónde vamos. Incluso ayudo al hospital Garrahan, a 5 clubes de pueblo que juegan a la pelota y no tenían indumentaria, a un club de Luján les pago la combi para que puedan ir a competir. ¿Y yo que tengo que ver con ellos?, me preguntarán. Bueno, es en gratitud a todo lo que nos da, cada función que hacemos.

A pesar que la situación es difícil, nos levantamos. No nos rendimos y tratamos de seguir, por nuestras familias, por las suyas y por la magia que tiene el circo.

 

Compartir: