El 21 de julio pasado, el Día Mundial del Perro, los vecinos de la localidad mendocina de General Alvear amanecieron con una escena macabra que los llenó de indignación. «Yuma», una perrita callejera a la que cuidaban y alimentaban todos había sido sido mutilada.

El responsable de semejante acto era un vendedor ambulante de la zona, Rubén Eleize Leico, a quien imputaron por maltrato animal después de que los vecinos hicieran una manifestación para pedir justicia por el animal.

En un juicio abreviado, la fiscal Ivana Verdún llegó a un acuerdo con la defensa y Leico admitió su culpabilidad, pidió perdón e intentó excusarse al asegurar que en el momento en que ocurrieron los hechos él estaba «muy drogado».

Así, la Justicia resolvió que el hombre sea condenado a 8 meses de prisión, que no serán efectivos ya que Leico no tenía antecedentes. Además tendrá que tratarse por su adicción, hacer tareas comunitarias y terminar sus estudios primarios.

El abogado Oscar Mellado, de la Asociación Encuentro por la Vida Animal, cuestionó la condena y manifestó: «Es un atrocidad. Según hemos sabido, la mayor parte de esta condena fue en realidad por infringir la cuarentena; y por matar a Yuma le han dado solamente un par de meses. Es una muestra del valor mínimo que le estamos otorgando a una vida».

«Yuma» fue encontrada en medio de un charco de sangre en la cucha que le habían construido los vecinos para resguardarla de las bajas temperaturas. Tenía las patas y su cabeza cortadas.

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