24 de abril, 2025
Actualidad

 

Ante todo vamos a  ir a la etimología de la palabra "masón", la misma proviene del francés maçon, que significa "albañil" o "constructor".  

El término "constructor" se utiliza para la masonería porque la organización tiene sus raíces en los gremios de constructores de catedrales medievales. Los masones eran los canteros y albañiles que trabajaban la piedra para construir grandes edificios.

De allí que los símbolos que conforman la insignia de la masonería incluyen las herramientas de la albañilería, entre ellas por ejemplo la escuadra y el compás. También tiene una G en el centro. Puede ser Gnosis (conocimiento) – Geometría (por la pretendida precisión moral) – o Dios (el Gran Arquitecto).

De cualquier manera sigue siendo un gran misterio para el común de los mortales el sentido social de la Masonería, movimiento excomulgado por la Iglesia Católica, desde el papado de Clemente XII, hasta la actualidad. Hablamos del año 1738 (Siglo 18 exactamente).

Se barrunta que tal vez Juan Pablo I (Albino Luciani) murió (o habría sido asesinado) entre otras cosas, porque quería “repatriar” a esta institución que nada se parece a lo que se piensa o sospecha de ella. El recientemente desaparecido Papa Francisco, no logró acercar distancias. Lamentablemente ya que pudo haber hecho la diferencia en un papado en que demostró ser dispuesto a cambios profundos.

¿Qué es exactamente la masonería? Esa es la primera pregunta que se nos viene a la cabeza. Es una secta oculta, parece ser la más convencional de las respuestas. Uno busca una explicación y encuentra: “La masonería es una sociedad fraternal y filosófica que busca el perfeccionamiento moral e intelectual de sus miembros, promoviendo la fraternidad, la libertad y la igualdad. Se basa en la libertad de consciencia y el estudio de la moral, con el objetivo de mejorar la sociedad”. 

Pero ¿por qué se la acusa de ocultismo o secretismo? Seguramente por la persecución antes citada. La Iglesia Católica y regímenes dictatoriales, tal vez vieron en esta institución conformada por un grupo de personas buscando la perfección posible, un rival, enemigos del libre pensamiento, que es lo que practican sus miembros.

Sabemos que el catolicismo, con sus muchos yerros y acusaciones graves (desde casos probados de pedofilia hasta negocios espurios del banco del Vaticano, también conocido como el Instituto para las Obras de Religión, ha estado envuelto en varios escándalos, entre ellos lavado de dinero y corrupción. 

Pero eso es harina de otro costal...

Volvamos a la Masonería y su sentido y finalidad social.

Es una institución iniciática, progresista, que busca el bien común, no sólo entre sus miembros sino, también, en la sociedad toda. Lucha contra el fanatismo, la ignorancia y el dogmatismo. No es una institución clerófoba.  De suyo, entre sus miembros se encuentran devotos de distintas creencias. Ello no implica diferenciación alguna entre ellos. En efecto, en las reuniones no se tocan temas políticos (partidarios), ni religiosos, de ningún credo en particular. Al no abordar ni abrazar ninguna religión en particular, la gente confunde los conceptos,  pensando que la masonería se opone a la Iglesia y su ámbito de influencia.

Si bien tiene un alto grado de espiritualidad, no es una religión y mucho menos una secta como muchos piensan.

El único requisito para entrar es ser una persona libre y de buenas costumbres. Cuando hablamos de libertad nos referimos a libertad de consciencia y de pensamiento.

No se hace sobre la misma, proselitismo de un modo ortodoxo para incrementar su membresía, sino más bien surge la integración  a la Logia  de  una inquietud particular  de cualquier persona que reúna las condiciones requeridas antes detalladas, o dicha persona, eventualmente,  puede ser presentada por alguno de sus miembros.

La finalidad ulterior de la Masonería es lograr una sociedad perfecta (aunque suene a utopía), pero al menos persigue tal ideal.

Como toda institución tiene claroscuros, y ante cualquier interés mezquino o personalista por parte de alguno de sus miembros, se auto depura. Los mismos son detectados y existe una decantación natural y lógica ante una inconducta. Aunque por lo general, quien comete actos ajenos a los propósitos de la institución, se autoexcluye espontáneamente.

Algunos miembros también confunden la ubicación estratégica de la Masonería, e intentan ingresar a la Orden, presumiendo que de este modo lograrán una mejor ubicación social o prebendaria, pueden llegar a ingresar y al poco tiempo se dan cuenta de que están en el sitio equivocado para la consecución de sus pretensiones. En ese sentido la Masonería es sabia.

Entre sus pilares ejerce la filantropía, y lo hace de manera anónima. La Orden estuvo y está presente en inundaciones, catástrofes tales como  la epidemia de fiebre amarilla. También tiene hogares de chicos de la calle, bibliotecas, hogares de ancianos, entre otras obras que lleva a cabo de manera generosa, anónima  y sin resonancia mediática alguna.

Finalmente, no se trata de una secta donde cunde el ocultismo, sino más bien la discreción. La Masonería, aún a riesgo de parecer perseguir ideas utópicas, sigue buscando el perfeccionamiento social, como un oasis en el mar de errores en que la humanidad está inmersa, y que por mala costumbre, termina naturalizando.

El Gadu (gran arquitecto del universo) te guarde.

 

Compartir: