12 de diciembre, 2024
Entrevistas

Este mes se estrenó la serie de Cromañón en Amazon Prime Video, que rememora la fatídica noche del 30 de diciembre de 2004 donde un incendio terminó con la vida de 194 personas. En entrevista exclusiva, recordamos el testimonio de uno de sus sobrevivientes.

A lo largo de los ocho episodios que dura la serie “Cromañon”, se cuenta la historia de un grupo de adolescentes cuyas vidas cambiaron para siempre luego de que una bengala prendió fuego República Cromañón, en el barrio porteño de Once el 30 de diciembre de 2004. El trágico episodio enlutó al país con 194 muertos, incluyendo a 13 chicos menores de 12 años y la más pequeña de sólo 10 meses.

Si bien se centra en la tragedia, la serie está ficcionalizada, es decir, no retrata los hechos como sucedieron exactamente. Y ante la tanta expectativa que generó, y también indignación, por parte de varios sectores, repasamos la entrevista exclusiva de LA COLUMNA a una de los sobrevivientes de aquel incendio, que, aunque pudo salir con vida fue una víctima más.

“Pasky” es el seudónimo de Gustavo Pascal, que entre otros trabajos estuvo en el staff de Los Gardelitos.  Él junto a su novia Florencia pudieron salir aquella noche, y a partir de allí en algún momento de todos los días, una imagen, un olor, una sensación regresa a su cuerpo, que escapó del infierno.

 

¿Qué significan los 30 de diciembre para vos?

Siempre se hace complicado pensar en ese día.

Hace 20 años que son días bastantes tristes para uno, para amigos y compañeros.

Yo lo recuerdo todos los días. Recuerdo todo, absolutamente todo lo que me paso esa noche.

 

¿Qué “cosas” exactamente?

Fui con Florencia, que era mi novia en ese momento. Llegamos temprano, porqué queríamos ver a “Ojos Locos”, la banda telonera esa noche.

Al llegar a la entrada nos pareció raro que la cola era una sola, y para el ingreso separaban hombres por un lado y mujeres por otro. Nos hicieron sacar las zapatillas, algo que nunca pasó en otro recital.

Entramos, nos encontramos con amigos. Fuimos al primer piso, al sector vip, donde siempre íbamos a ver el show. Nos llamó la atención las muchas familias con hijos presentes. Y por supuesto, había bengalas.

Luego de que tocará Ojos Locos, salió Omar Chabán (propietario del boliche) a hablar de una forma muy mala, muy grotesca, que no tiremos pirotecnia. Que si seguíamos con bengalas íbamos a morir todos como en el shopping de Paraguay. Nos trató de “negros de mierda”.

Obviamente que, si alguien te habla así, no les da bola. Más pirotecnia tiraron. Cuando arrancó Callejeros, duró muy poco el recital. Pero antes de eso, cuando Omar había salido a hablar de esa manera, ahí le presté atención a las banderas.

Estaba justo en el medio del lugar, a la altura donde se prendió fuego la media sombra. No vi exactamente el momento justo en el cual comienza el incendió, pero a los segundos sí aprecié como caían gotitas de fuego desde el techo.

El sonidista apaga el sonido, la banda deja de tocar, y ese fuego que había en la media sombra comenzó a tomar todo en un círculo muy rápido. Ahí agarré a mi novia, para encarar las escaleras –como conocía el lugar-, sabía por dónde ir. Cuando llegó a la puerta vi a una multitud de personas tratando de salir pero no se movían las puertas.

Se corta la electricidad, y comenzamos avanzar sin parar. Tenía a mi novia delante de mí, yo tenía mi remera en la mano, y le digo a Florencia que respire en ella porque a ese momento no se podía normalmente por la cantidad de humo.

Pensé que me moría. Recordé a mi mamá, y me dije que “no me podía morir y hacerle eso a ella”. Cuando por fin pudimos llegar al hall de otra puerta, donde había también cientos de personas que taponan la salida, logramos salir. Llegamos a la esquina del boliche, y le dije a mi novia que llamará a su madre. Yo hice lo mismo, me comuniqué a mi casa. Tratamos de buscar a nuestros amigos. A uno de ellos lo encontré al rato, pero una amiga que fue con nosotros ese día, falleció ahí. No pudo salir. Entramos un par de veces a sacar a gente, las acercamos a las ambulancias.

Estuvimos un buen rato, hasta que mi novia se quiso ir porqué se sentía mal. Y ahí nos regresamos.

 

¿Cómo fue ese camino de regreso a casa?

Fuimos a la casa de Florencia, sus padres estaban de vacaciones. Llegamos y nos pusimos a ver la tele. Toda la noche. No podíamos creer cómo iba subiendo los números fallecidos.

Al otro día tuvimos que ir a trabajar. Ella en un local, yo en una veterinaria. El 31 de diciembre, bajamos las persianas y brindamos solamente por estar vivos y por todos los chicos y chicas que ya no estaban.

 

A medida que fueron pasando los años, ¿Qué tan seguido aparecen esas imágenes de cómo se salvaron?

Cromañón comenzó ese día. Desde ese momento hasta hoy, pasan cosas que uno no puede creer.

No dejo de pensar porqué pude salir y otras personas no. Que pude haber hecho yo para salvar o ayudar a más gente. Hay preguntas que no tienen respuestas por más que me las hago hace 16 años.

Todos los días tengo presente a Cromañón.

 

En cuanto a los responsables de esa fatídica noche, ¿Qué apreciación tienen ahora con el paso del tiempo? Teniendo en cuenta que se buscó, y mucho, a los “culpables”.

Es una cadena de responsabilidades muy grandes. Hay distintos tipos, desde las penales a las civiles. Muchos fueron juzgados, y tuvieron penas mínimas. La causa judicial se cerró, no se puede hacer más nada.

Yo creo en esos varios tipos de responsabilidades, desde el bohemio, las bandas, los organizadores, el gobierno de la ciudad. A medida que fueron pasando los días nos íbamos enterando de las irregularidades que existieron. Mientras uno iba confiado a ver el show.

La ventilación del techo estaba sellada, las puertas de salida de emergencia trabadas, los matafuegos no funcionaban, la capacidad de público sobrepasada. Muchas irregularidades que conocimos después y lamentablemente gracias a la tragedia.

 

¿Te costó volver a presenciar algún recital?

Estuve ocho meses sin salir.

El primer recital que fui a ver luego de Cromañón, fue el de La Renga. Tocó en agosto y al aire libre en el estadio de Vélez.

Intenté hacer lo que más me gusta, que es ir a ver recital. Me quede atrás de todo. No lo pude disfrutar, pero lo vi. De a poco fui retomando la vida normal.

Siempre aparece el fantasma, y se tiene que aprender a convivir con él.

 

Desde la experiencia, no solo como público sino también como trabajador de la música. ¿Desde la tragedia mejoraron o incrementaron los controles en estos espacios para el desarrollo de espectáculos?

Se puede decir que se mejoró, pero todavía no hay lugares aptos para shows.

Trabajé como músico de rock, ahora lo hago como sonidista y dj, y si se ve más controles. Pero siempre están los lugares que no son legales.

 

¿Te ha tocado tener vínculos con otros sobrevivientes?

Pertenezco a una asociación que se llama “No nos cuenten Cromañón”. Agrupa sobrevivientes y familiares. Todos los 30 de diciembre hacemos un acto, recordamos lo que sucedió. Por esta pandemia, lo hicimos vía streaming.

Es la única forma de sentirse acompañado, estar con personas que vivieron y sintieron lo mismo que uno. Nos faltó el abrazo de varios, pero estuvimos.

 

¿Qué otras bandas se acercaron desde aquel 2004 hasta ahora?

Varias del rock y de otros géneros colaboraron con nosotros como agrupación.

Nosotros hicimos campaña por “Callejeros”, por qué no creemos que hayan sido culpables legalmente. Los Gardelitos, Ojos Locos, La Renga, Molotov, y muchas banas más apoyaron nuestro pedido.

 

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