03 de diciembre, 2024
Emprendedor

Tras años de convivir con la pastelería en su casa, Verónica Ibarra lanzó su propio negocio. Grata fue la sorpresa cuando le señalaron que sus productos saben igual a los que elaboraba su abuela.

Cada víspera de las Pascuas encontraba a Verónica Ibarra (34) y su abuela Norma enfocadas en la preparación de los clásicos huevos de chocolate. Aprendía de lo que le enseñaba y de lo que veía, pero también por herencia innata.

Pues, para ella fue revelador que, al lanzar su emprendimiento en pastelería, sus clientes encontraran los sabores y texturas de las tortas que antes le compraban a su abuela. ¿Lo más extraño? Ella solo le había enseñado a trabajar con chocolate.

Ese es su mayor orgullo y lo que quiere mantener de su negocio. Según cuenta esta vecina del barrio Villa del Carmen, fue en 2017 cuando puso en marcha este proyecto al que le dio el nombre de su hijo de 15 años. “Leandro Dulzuras”, se convirtió en su única fuente de trabajo y en un proyecto personal del que disfruta cada día y para el que se perfecciona a base a capacitaciones.

Responsabilidad, perfeccionismo y mucho amor son los ingredientes con los que Verónica pudo cocinar este emprendimiento al que apuesta fuerte y se aferra pese a cualquier circunstancia. Bien sabe que nadie está exento de los embates económicos que a veces pueden ralentizar el camino, pero no quebrar los deseos de avanzar. Por eso hoy, además de elaborar comestibles de pastelería, sumó panificados que le permiten tener un stock diario y “para todos los gustos”.

Muy conforme con su proceso, detalla cuáles son los inicios de este proyecto en el que el recuerdo de su abuela está muy presente. Cómo trabaja día a día para que los productos se acerquen todo lo posible a lo que sus clientes tienen en mente. Cómo se las ingenia para subsistir en épocas de crisis y cómo le gustaría trabajar a futuro.

-¿Cuándo y cómo surgió este proyecto de pastelería?

-Yo he empezado aprendiendo de mi abuela desde muy chica. Ella se ha dedicado toda su vida a la pastelería y me he criado viendo eso. Recuerdo que trabajaba con ella en las Pascuas, cuando le ayudaba a hacer las tapitas de los huevitos que preparaba en cantidad. Y aprender trabajar con el chocolate antes que nada es lo más difícil.

Siempre he andado metida en la cocina, y cuando estaba por egresar del Secundario y quería hacer el viaje de egresados he empezado a vender. Pero eso ha sido con un objetivo que he cumplido y después ha quedado ahí en stand-by por unos años.

Lanzo el emprendimiento en el 2017. Empiezo a dedicarme a esto mientras trabajaba en otros lugares. Entré a estudiar pastelería en el 2018, en la escuela técnica, donde primero tenía el curso de Auxiliar de Gastronomía. Una vez que apruebas puedes elegir, por Pastelería, Cocina o Panadería. Yo he elegido pastelería en el 2018 y en el 2019 he hecho el curso de panadería también.  Así que me dedico a las dos cosas.

-¿Tienes otro trabajo aparte?

-Actualmente es mi fuente principal de ingresos la pastelería y, últimamente, por la situación económica, estoy incorporando cositas de panadería, que es lo que se vende cotidianamente.

También, como novedad, digamos, tengo cosas integrales porque mucha gente está volcándose a consumir estos productos, como panes, budines, pepas. Son cositas que van saliendo durante la semana y los fines de semana me dedico a la pastelería a full.

-¿De todo lo que aprendiste qué te enseñó tu abuela?

-De mi abuela solamente veía cuando trabajaba con el chocolate. Porque cuando yo he empezado a dedicarme a esto, ella deja ya y me hereda muchos clientes. Por ejemplo, yo me he criado frente a un convento de monjas y ellas han sido sus clientas de toda la vida. Una vez me encargan una torta de hojaldre y me dicen después que la madre superiora decía que era la misma torta que hacía mi abuela. Pero yo jamás he hecho una torta de hojaldre que me haya enseñado mi abuela. Es la que yo he aprendido en la escuela. No sé cómo, pero me sale igual a las de ella. Es raro, deben ser los años que hemos compartido, no sé.

-¿Qué opinaba de que te dediques a la pastelería?

-Le encantaba. Mi abuela falleció hace poquito, en marzo de este año. Yo he vivido con ella y recién este último año me he mudado a mi propia casa. Ella se ponía muy contenta cada vez que aparecían muchos trabajos y andaba siempre ayudando. En pastelería se usan muchos utensilios, así que siempre andaba en la cocina lavando o acomodando la heladera o entregando pedidos...

-¿Cómo es tu trabajo? ¿Tienes una rutina?

-Trabajo en mi casa y, obviamente soy la que hace las compras, la que hace todo lo de la pastelería, y la que entrega a domicilio. Todavía no tengo un lugar físico de ventas, así que hago entregas a domicilio.

-¿Tienes días específicos para trabajar y descansar o cómo te organizas?

-Tomo pedidos para cualquier día de la semana. Me suelo stockear para los fines de semana, cuando el movimiento es más fuerte, pero voy produciendo durante la semana siempre y cuando haya cosas que se puedan guardar.

Si bien una torta, por ejemplo, lleva su proceso, días de elaboración, trato de calcularle para que llegue justo al último día de decoración, el día de entrega. No suelo tener cosas guardadas.

-¿Qué es lo más lindo, digamos, de dedicarte a la pastelería?

-En este último año me he dado cuenta que lo más lindo ha sido que sea una herencia de mi abuela. Cuando uno pierde la presencia física es como que se juntan todas las emociones y uno se da cuenta... Lo que más me gusta es que haya sido una herencia y que me digan que es igual que lo que hacía mi abuela.

Aparte de eso, la tranquilidad de trabajar de manera independiente. Yo he tenido experiencias trabajando en pastelería para una empresa y no es lo mismo que trabajar solo. Se necesita ese tiempo, esa dedicación y esa paz.

Yo siempre digo que, cuando me siento mal, las emociones influyen mucho en la producción. Entonces, prefiero parar, descansar la cabeza y retomar, porque la tranquilidad es lo que más se necesita para poder producir con amor. Los productos dulces, sobre todo necesitan mucho amor, mucha dedicación. Y eso es lo más lindo de trabajar en la pastelería.

-¿Prepara mesas dulces para cumpleaños o eventos?

-Sí, sí. Mesas dulces completas. A veces me piden, por ejemplo, toda la mesa dulce con torta incluida, y otras solamente cosas individuales pequeñitas para completar alguna mesa. Trabajo mucho entregando postres familiares para pequeños eventos familiares, pero hago de todo un poco.

-¿Cómo impacta la crisis económica en tu negocio y qué estrategias utilizas para paliar la situación?

-Este año sí se ha notado mucho la baja en la demanda. Por ejemplo, yo tengo clientes de muchos años que hacen eventos más chicos. Cumpleaños más familiares, reuniones más reducidas… Y piden una torta y dos tartas, por ejemplo y explican que van a ser pocas personas. En cuanto a los precios, hace unos meses ha sido una locura porque los aumentos eran constantes. Pero, últimamente sí se mantienen los precios, el costo de la materia prima.

Yo he empezado a ofrecer más productos de consumo diario, como son los panes. Como también me he preparado en panadería, trato de mantener clientes con eso o sumar nuevos para los productos de consumo diario.

-¿Cómo te consideras vos como emprendedora?

-Me considero muy responsable, muy perfeccionista. Soy de cumplir hasta con el horario pactado que muchas veces me cuesta a mí. Reniego a veces si me han pedido algo para retirar a la una, yo tengo todo listo para esa hora. Y a veces aparecen a retirar al día siguiente o a la noche…

Además, soy muy detallista. Me gusta que todo lo que me pidan salga como la foto que ellos quieren o con los colores que quieren. Consulto mucho con todos mis clientes porque me gusta que queden conformes. Soy muy detallista con esto y sobre todo responsable a la hora de las entregas.

-¿Qué crees vos que se podría hacer desde el Estado para ayudar a los emprendedores?

-Yo sé que años atrás había ayudas para los emprendedores. Pero lo que nos cuesta a nosotros son las herramientas grandes para poder empezar a producir. Yo hace un año que estoy viviendo en mi propia casa, una casa adjudicada por el Gobierno, pero no tengo la posibilidad, por ejemplo, de traer mi horno. Tengo un horno pastelero pequeño que no puedo traer por falta de espacio aquí para poder colocarlo y utilizarlo, como corresponde.

Sería bueno algún proyecto que permita que un emprendedor pueda construir un lugar mínimo como para desarrollarse y crecer. Creo que hay mucha gente, como yo, que se dedica a esto exclusivamente, y hoy en día es prácticamente imposible levantar una pared, un techo como para poder emprender y dedicarte a full a tu propio negocio, que es muy necesario en estos barrios nuevos.