El acceso a empleos registrados sigue siendo un desafío en el país, especialmente en el norte, donde gran parte de la población trabaja sin protección social ni estabilidad. Las cifras muestran un panorama complejo, pero también la posibilidad de avanzar hacia un desarrollo más inclusivo.
La informalidad laboral es un concepto amplio que refiere a una serie de características de empleo que no cumplen con las regulaciones y normas laborales establecidas. La informalidad incide en el bienestar y la pobreza ya que los trabajadores en el sector informal a menudo enfrentan condiciones de trabajo precarias. Sus ingresos suelen ser inestables y por lo general bajos, lo que aumenta su vulnerabilidad ante cualquier crisis económica o de salud. Además, es una expresión de la desigualdad.
Según los datos de Argendata, en Argentina la informalidad laboral alcanza al 42 % del total de ocupados, lo cual implica más de 9 millones de personas desempeñando tareas sin acceso a derechos básicos como seguridad social o seguro de salud.
La situación del empleo en Santiago del Estero refleja un desafío estructural que no es exclusivo de esta provincia, sino compartido con otras del norte, aunque también contiene elementos que permiten ver oportunidades de desarrollo y mejora.
El informe define de tres maneras la informalidad laboral:
Las provincias del norte, entre ellas Santiago del Estero, muestran los indicadores más elevados de informalidad. Bajo la definición de informalidad productiva, Santiago del Estero se ubica entre las dos provincias con más del 50 % de informalidad.
Estas provincias presentan menores niveles de ingreso per cápita y menor densidad de empresas formales, lo que influye directamente en la expansión del empleo informal. Sectores dominantes, como el agro, suelen concentrarse en formas de trabajo más precarias, con alta informalidad.
Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC del 2024, muestran que la provincia de Santiago del Estero encabeza el podio de trabajo informal en la Argentina con un 70%.
Más allá de los números, es importante reconocer que en Santiago del Estero existen señales de mejoras en condiciones básicas de vida: Entre 1980 y 2010, la provincia fue una de las que más mejoró en el indicador de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), lo que evidencia avances concretos en vivienda, salud y educación.
En la provincia, el empleo muestra una fuerte presencia del sector público, que actúa como sostén de la actividad laboral en un contexto donde el sector privado todavía enfrenta limitaciones estructurales para generar trabajo formal masivo. La mayoría de los nuevos puestos se crean en ámbitos privados caracterizados por pequeñas unidades productivas, comercios familiares o emprendimientos, donde la informalidad suele ser más elevada.
Esto refleja la necesidad de consolidar un sector privado capaz de ofrecer empleos formales y sostenibles. El apoyo a la formalización de trabajadores independientes: Promover el acceso al monotributo y a regímenes previsionales puede facilitar una transición del empleo informal hacia el formal.
Si bien es cierto que Santiago del Estero enfrenta altos niveles de informalidad laboral, los avances históricos en calidad de vida muestran que las transformaciones son posibles. Con políticas públicas bien diseñadas, desarrollo productivo y fomento del empleo formal, la provincia cuenta con cimientos relevantes para mejorar su estructura laboral.