El 28 de octubre de 2007, Pablo Amín estranguló a su esposa María Marta Arias, le extrajo los ojos y mutiló su cuerpo, para luego arrastrarla por las escaleras de un hotel tucumano. Considerado uno de los asesinos más peligrosos, fue condenado a prisión perpetua. Sin embargo, hoy goza de salidas transitorias. Crónica de una historia de horror.
El 10 de mayo de 2023 la justicia tucumana realizó una audiencia de pedido de salidas transitorias, solicitado por el santiagueño Pablo Amín, quien había sido sentenciado a prisión perpetua en 2009, por el crimen de su esposa, la bandeña María Marta Arias, de un modo brutal. Vale recordar que, tras asfixiarla con sus propias manos, con un elemento cortante le sacó sus ojos y los dejó sobre la cama; le cortó sus partes íntimas y golpeó el cuerpo. Después lo arrastró cuatro pisos abajo, hasta que un empleado del hotel lo descubrió completamente desnudo, bañado en sangre y pateando con furia el cuerpo, ya sin vida, de la joven.
La noticia de las salidas transitorias cayó como un balde de agua fría en la sociedad santiagueña, especialmente en todos aquellos que conocieron a la víctima. Pero, para entender qué sucedió, hay que volver la vista hacia atrás y reconstruir una dolorosa historia de sangre y muerte.
El horrendo homicidio se produjo durante la madrugada del domingo 28 de octubre de 2007, en una habitación del quinto piso del Hotel Catalina‘s Park, en aquel momento el más importante de San Miguel de Tucumán.
La pareja había llegado a Tucumán un día antes, junto a otros dos matrimonios, hospedándose todos en el hotel, ya que debían asistir a un congreso de la empresa Herbalife, para la que trabajaban.
Durante esa tarde, Amín, de 24 años, caminó hasta la plaza Independencia acompañado por su esposa, de 23 años. De pronto, comenzó a vociferar que lo perseguían para matarlo. Quienes lo vieron aseguraban que comenzó a correr sin rumbo fijo, pasando por delante de autos y motos, hasta que se detuvo junto a un policía, al que le pidió ayuda.
María Marta no entendía lo que estaba pasando. El agente llamó a la base y en una camioneta lo llevaron hasta la sede de la Patrulla Urbana. En el camino habría dado a entender que su problema era con la mujer.
Finalmente accedió a que un amigo –integrante de una de las parejas que los habían acompañado- lo acompañara hasta el hospital Padilla, donde estuvo una hora sin tratamiento alguno y finalmente recibió el alta médica.
Luego, todos fueron a comer a un bar cercano al hospital hasta que regresaron al hotel. Amín rechazó la invitación a tomar café con sus amigos. Estos lo vieron subir al ascensor de la mano de su esposa. Nadie imaginaba que el horror estaba a punto de comenzar…
FURIA ASESINA
Nadie sabe qué sucedió en el interior de la habitación 514 del lujoso hotel cuando Amín, experto en artes marciales, cerró la puerta.
Las investigaciones determinaron que atacó a su esposa mientras ella dormía. En su cuello quedaron las marcas de los dedos de él. Así la mató. Nadie en el quinto piso escuchó nada. No hubo gritos ni peleas. Habían pasado pocos minutos de las 2.
Luego, de una forma sádica, perversa, retorcida, utilizó un elemento filoso (un cuchillo, una trincheta o una hoja de afeitar) para sacarle los globos oculares y los puso sobre la cama. Con el mismo elemento le hizo varios cortes en la frente y después comenzó a golpear el cuerpo, que presentaba grandes hematomas en el tórax, en la espalda, en los brazos y en las piernas.
Pero no se conformó con ello, sino que además le provocó profundas heridas en sus zonas íntimas. La habitación quedó teñida de rojo.
Después, arrastró el cuerpo, tirando del largo cabello de María Marta y salió de la habitación. El rastro de sangre les permitió a los investigadores determinar que bajó por las escaleras al 4º piso, desde donde tiró el cuerpo por el hueco hacia el tercero. Caminó hasta allí y siguió tirando de los restos inertes de la muchacha hasta llegar al primer piso.
En ese momento lo descubrió uno de los empleados del hotel y llamó al policía de guardia.
Cuando el uniformado llegó al primer piso se asustó: Amín pateaba el cadáver con violencia. La fuerza que emanaba era inmensa, fueron necesarias cuatro personas para reducirlo.
“No se preocupen, estoy en estado de emoción violenta", les advirtió, como dando a entender que la Justicia no podría juzgarlo. Desde el piso, seguía lanzando patadas hacia donde estaba el cuerpo de su esposa. Su furia asesina era incontenible.
"Por favor, dénme agua; estoy deshidratado”. “Me tragué el anillo. Lo tengo en la garganta”. “El Señor los va a perdonar", eran algunas de las frases que vociferaba Amín.
Sus alaridos se escuchaban desde la calle. "Quiero H2O. Quiero agua. Tengan misericordia", gritaba, a pesar de que le habían administrado tres calmantes por vía intravenosa. Los agentes policiales estaban estupefactos.
MATRIMONIO APRESURADO
María Marta Arias estudiaba Ciencias Económicas y le faltaba muy poco para recibirse de contadora pública. Era la menor de cinco hermanos (tres varones y dos mujeres). Vivía en la ciudad de La Banda.
Fue asesinada un día antes de cumplir tres meses de matrimonio. Ella y Pablo se habían conocido en su adolescencia, cuando ambos estudiaban inglés en la institución Anglo Argentino. Sin embargo, sus vidas tomaron rumbos diferentes hasta que se reencontraron durante el verano de 2006.
Se pusieron de novios en marzo y dos meses después anunciaron que se casaban. Noticia que no fue del agrado de la familia de la joven, pues les parecía una decisión demasiado apresurada. Aun así, la acompañaron en cada paso y brindaron por su felicidad.
Por aquellos días, Amín consumía productos para bajar de peso, a tal punto que bajó cerca de 50 kilos en seis meses (Ver recuadro adjunto)
Por su parte, María Marta padecía lupus y no podía exponerse permanentemente al sol. Sin embargo, luego de casarse, trabajaba haciendo ventas en la calle.
“La pareja se dedicó de lleno a la venta de productos dietéticos. Lideraban todos los rankings de su provincia y a nivel regional. Se comentó que, en esos tiempos, facturaban unos $14.000 mensuales, que en esa época eran más de U$S 4.500. Pero ese éxito generó malestar entre los familiares de ella. Primero, porque trabaja de sol a sol, cuando los médicos le habían recomendado que llevara una vida tranquila. Pero también porque desde que se había casado, se alejó de ellos”, explicó el periodista tucumano Gustavo Rodríguez.
LA PEOR NOTICIA
Los Arias se enteraron del horrible crimen por las noticias de la televisión. La mamá de la muchacha, María Marta Alonso, escuchó en “Crónica” que habían matado a una chica santiagueña en Tucumán y se preocupó porque sabía que su hija menor estaba allá. En vano intentó comunicarse con ella. Ni tampoco en el hotel le dieron información al respecto. Unas horas después, la policía tucumana les confirmó que la víctima de ese brutal homicidio era ella.
Lo que vino después fue lo peor. Los hermanos varones viajaron a la vecina provincia y reconocieron ese cuerpo mutilado que alguna vez había sido el de su hermanita menor. El dolor era desgarrador, pero también la bronca y el enojo con el hombre que hacía casi tres meses había jurado ante Dios amarla y protegerla.
EL GRAN SIMULADOR
Además de todo el horror por el modo tan cruel en que María Marta fue asesinada, los investigadores se encontraron con una sorpresa. “La fiscala Adriana Reinoso Cuello no pudo imputarle el agravante del vínculo porque la pareja sólo se había casado por iglesia y no lo había hecho por civil; por lo tanto, legalmente no había una relación de cónyuge. Tampoco existía la figura de violencia de género. Pero sí pudo imputarle el ensañamiento porque los médicos forenses que realizaron la autopsia determinaron que le había extraído los globos oculares y realizado las otras lesiones cuando aún estaba con vida”, explicó el informe realizado por Gustavo Rodríguez.
Dos años después del crimen, el 22 de septiembre de 2009, la justicia tucumana condenó a prisión perpetua a Pablo Antonio Amín, quien intentó simular locura en el juicio oral para lograr su inimputabilidad. Sin embargo, el Tribunal lo consideró responsable por el homicidio de su mujer, a quien asesinó del modo más horrendo en un hotel cinco estrellas de la capital tucumana, por lo que era considerado uno de los asesinos más peligrosos de las páginas policiales.
Si bien Amín había confesado ser el único autor del crimen, durante el juicio comenzó a manifestar conductas llamativas y sus representantes presentaron dos pericias para demostrar demencia. Durante el debate oral, se comportó de "forma incoherente", mientras que en el momento de su declaración habló en otro idioma, presuntamente árabe, y no esbozó ni una frase razonable. Asimismo, dijo ser presidente del club alemán “Bayer Munich” e incluso amenazó al secretario del tribunal diciéndolo: “¿Quieres que te saque los ojitos?”. (Ver recuadro adjunto)
No obstante su aparente locura, otros trece estudios descartaron que sufriera demencia. Por lo que el tribunal de la Sala II de la Cámara Penal señaló que era "imputable" porque puede "comprender la realidad". De esta manera, los jueces Emilio Herrera, Alberto Piedrabuena y Emilio Páez de la Torre desacreditaron los dos informes periciales que indicaban que estaba loco.
Sus defensores, Roberto Flores y Martín Zóttoli, habían solicitado que se lo absolviera y se lo internara en un hospital neuropsiquiátrico. Incluso, uno de ellos recibió durante el juicio una bofetada en la nuca, durante uno de los aparentes ataques de demencia de su cliente.
En tanto, los fiscales Marta Jerez y Daniel Marranzino, y el representante de la querella Mario Leiva Haro, pidieron la reclusión perpetua por homicidio calificado por ensañamiento.
En la evaluación del tribunal pesó el criterio mayoritario de los especialistas, quienes aseveraron que Amín simulaba tener una patología mental y que era perfectamente consciente de sus actos. Por ello, los jueces lo condenaron por unanimidad a cumplir una pena de prisión perpetua.
UN NUEVO AMOR
Amín fue alojado en un pabellón de extrema seguridad, en una celda individual, en el penal de máxima seguridad Villa Urquiza.
Como el crimen de María Marta Arias fue tan atroz y brutal que quedó guardado en anales de la historia policial como uno de los más bestiales y sanguinarios, nadie imaginaba que su asesino podía encontrar una nueva pareja.
Aunque sonaba casi como una burla, el amor tocó sus puertas. Era una mujer con la que compartía charlas y que lo acompañaba en la cárcel durante la única hora semanal de visita que tenía permitido.
La mujer, llamada Carolina, afirmaba estar "enamoradísima" de Amín, aun conociendo todo lo que había sucedido con María Marta.
Ante los micrófonos de LV7 contó que lo conoció a través del Dr. Roberto Flores, su abogado defensor. En agosto de 2008, la mujer consiguió una tarjeta de permiso para visitarlo todas las semanas. Luego de que Amín fuese condenado, dejaron de verse. El contacto lo mantenían a través de llamadas telefónicas y cartas. "Fue ahí cuando me di cuenta que estaba enamorada", explicó.
En 2011 se volvieron a ver y el amor tomó aún más fuerza. Carolina asegura que fue Amín el que dio el primer paso: "Me escribió una carta y una canción, y me dijo que le gustaría tener algo conmigo. Me contaba que le hacía muy bien y que cuando yo me iba se ponía mal. Me confesaba que yo era el combustible de todos sus días; que me quería como amiga, mujer y una vida junto a mí".
Carolina le pidió perdón a la familia de María Marta, y también “pido piedad para él, que no lo sigan juzgando por lo que hizo".
Cuando se le consultó sobre el futuro de la pareja, la mujer aseguró: "Con Pablo nos vamos a casar. Nos comprometimos en el penal, con alianzas de acero quirúrgico". Sin embargo, ese amor quedó trunco y la pareja terminó separándose.
Años después, Amín conoció a una peluquera que fue a visitar a otro interno. Para sorpresa de todos, se casó con ella por civil, a fines de diciembre de 2018. El 31 de diciembre se celebró la ceremonia religiosa en el Penal, con la presencia de familiares y amigos de la novia, quien se vistió de blanco. Incluso hubo una celebración detrás de los muros carcelarios.
Un tiempo después, fruto de esa relación, Amín se convirtió en el papá de una niña.
Aunque Pablo Amín había encontrado el camino de la redención a través de un nuevo amor, nada podrá hacer olvidar la brutalidad con la que asesinó a María Marta Arias y la forma macabra en que mutiló su cuerpo.
BENEFICIADO POR LEY
El 9 de agosto de 2010, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Tucumán ratificó el fallo condenatorio contra Amín, dejándolo firme. Aun así, fue apelado al máximo tribunal de justicia. Finalmente, el 20 de septiembre de 2011, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con disidencia de Eugenio Zaffaroni, entendió que Pablo Amín debería permanecer en prisión durante los próximos 30 años. O sea, que debería estar tras las rejas hasta 2037.
Sin embargo, luego de casarse, Pablo Amín solicitó el beneficio de las salidas transitorias
Si bien la Ley 24.460 establece expresamente cuáles son los delitos en los que los condenados no pueden gozar de salidas transitorias, esta normativa no era aplicable para Amín. En efecto, la ley señala que el permiso no puede concederse a “los que fueron penados por homicidio agravado previsto en el artículo 80 del Código Penal”, o sea aquella persona que “matare: a su ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no convivencia”.
Además, no fue condenado con el “agravante” del vínculo, pues la boda con María Marta fue solo por la Iglesia. Por lo tanto, legalmente, ella no era considerada su esposa y su tiempo de convivencia fue por escasos tres meses.
En la actualidad, todos los condenados a prisión perpetua tienen que cumplir una pena de 35 años de manera efectiva, y no pueden recibir ningún beneficio. Tal es así que el Código Penal sufrió una modificación más en 2017, cuando se sancionó en el Congreso Nacional la "Ley Petri". Esta reforma implicó la ampliación de la lista de delitos cuyos condenados no podrían acceder a la libertad condicional e incorporó los homicidios agravados, entre otros.
Sin embargo, esta ley entró en vigencia el 28 de julio de 2017, casi diez años después del crimen de María Marta Arias.
Por lo tanto, no es aplicable para Pablo Amín, ya que él está condenado y tiene el derecho a que se le aplique la ley más benigna.
OPOSICIÓN FISCAL
El 10 de mayo de 2023 la justicia tucumana realizó la audiencia de pedido de salidas transitorias que solicitaba Amín.
En representación del Ministerio Público Fiscal, intervino el Dr. Gonzalo García, por la Unidad de Ejecución de Sentencias, quien dijo que “hay informes psicológicos, psiquiátricos y sociales, que son contundentes y que indican que no está apto para salir. Lo que señalan es que se trata de una persona que no controla sus impulsos. Desde 2013 que dejó de medicarse por decisión propia”.
A la vez, señaló que “no están dadas las condiciones para que este Ministerio Público dé una recomendación favorable para que el detenido pueda acceder a este beneficio. No hay un informe psiquiátrico que afirme que Amín está apto para regresar a la vida libre”.
En el mismo sentido, indicó que necesitaban que “un profesional nos diga si las salidas de Amín no van a representar un peligro tanto para él como para terceros”. Esto es porque “hay informes que indican que presenta un trastorno paranoide con ideas delirantes”.
Por lo cual, aseveró que “consideramos desfavorable la concesión del beneficio hasta tanto un profesional nos ilustre en el tema”.
En ese momento, la jueza Ana Iacono resolvió un cuarto intermedio para que se realice una nueva audiencia en la que esté presente el médico psiquiatra y la psicóloga que atienden a Amín.
Precisamente, en la nueva audiencia celebrada el 17 de mayo, Carlos Corrado, el médico psiquiatra que atiende a Amín aseguró que “en estos momentos y desde hace muchos años no presenta delirios”.
Consultado sobre “la peligrosidad o potencial peligrosidad”, el profesional señaló que “me parece que si bien cabe, no se va a dar en las próximas 12, 24 o 48 horas”. Al contrario, dijo que “esto se puede dar a lo largo de los meses o años y, en el caso de Amín, tiene una especie de control en su señora o en mí”.
Aun así, expresó que “podemos detectar si tiene un humor sombrío, si tiene preocupaciones y se puede intervenir a tiempo y revertir la situación”. “Si la pregunta es, ¿si va a volver a matar? Yo digo que no”, aseguró el psiquiatra.
Además de ello, mantendría una excelente conducta tras los muros y “realizado numerosos programas de readaptación”. (Ver recuadro adjunto)
Por otro lado, se supo que su pedido estaba fundado en que quería retomar el contacto con su hija y su esposa, pues la menor ya no iba a visitarlo a la cárcel, dado que la mujer no quería que la criatura pasara por las requisas previas al ingreso al penal.
Pese a la oposición del Ministerio Público Fiscal, finalmente la jueza le brindó el beneficio de salidas transitorias. Por lo tanto, Pablo Amín pudo salir del penal dos veces por mes, durante tres horas.
¡VIVA LA LIBERTAD CARAJO!
Pablo Amín y María Marta Arias no pasaron por el Registro Civil, pues él no creía en las normas legales, sin embargo, pasaron por el altar de la parroquia Santiago Apóstol, en la ciudad de La Banda, donde su unión fue bendecida a los ojos de Dios. Como no estaban casados ante la ley, el agravante de su crimen fue solo por alevosía, no por el vínculo que los unía. En octubre de 2007 tampoco se hablaba de femicidio, tipificación que se incorporó al Código Penal recién en 2012, a través de la Ley 26.791.
Hoy, a sus 42 años, tiene salidas transitorias y camina por las calles como un hombre libre. Para la ley, ya no es “loco” ni padece de una supuesta locura. Asesinó a María Marta Arias de un modo inhumano, pero hoy está en libertad, y comparte su vida con su nueva esposa y la familia que formó con ella.
Lo que dijo la Corte Suprema acerca de que tendría que estar en la cárcel al menos hasta 2037 quedó en el olvido. Para la justicia, tiene derecho a salir en libertad, por el tiempo transcurrido tras las rejas y su buen comportamiento en el penal. Su crimen pareciera no tener importancia. Al parecer, se curó mágicamente de todos los problemas de salud mental que padecía y hoy está libre. Parodiando al presidente Milei: “¡Viva la libertad carajo!”.