06 de febrero, 2025
Actualidad

Juan Villalba tenía 25 años cuando tuvo que salir a marchar por justicia para su hermana. El peor de sus recuerdos son las imágenes que muestran la forma atroz en que la policía levantaba los restos de Patricia en La Dársena.
Dice que hace poco vio el documental  de Netflix “María Soledad: El fin del silencio”, una historia que por su trascendencia política, tiene un gran paralelismo con el llamado “doble crimen de La Dársena”. Los hechos aparecen como algo muy lejano que las nuevas generaciones desconocen por completo.
Ese es justamente uno de los más grandes temores de su familia: el olvido colectivo. Juan dice que hoy, cuando alguien se refiere al asesinato de su hermana, para “las generaciones actuales es como que nada ha pasado, esto queda muy allá”. Era una de las grandes preocupaciones de sus padres, Olga y Juan Domingo Villalba, quienes varias veces se lo plantearon.
“Mi mamá y mi papá siempre decían: ‘la gente se ha olvidado’”, dice el hijo menor del matrimonio. Él intentaba animarlos con un “no, pasa que cada 10 años se renueva la generación, se lo recuerda menos, pero sí lo recuerdan”. En ese terrible 2003, él tenía otra mentalidad distinta a la de ahora que es padre de dos adolescentes.
Independientemente de las idas y venidas y de la decisión judicial final, Juan considera que como familia hicieron todo lo posible para que el caso se esclarezca. Aun así, cada 6 de febrero sienten “volver al primer día”. “Para nosotros ha sido un cambio total, porque lo que le ha pasado con mi hermana no ha sido una muerte natural”, expresa.
El 18 de noviembre de 2023, Juan, su hermana Karina, y su madre, enfrentaron la pérdida de Juan Domingo. En todos estos años intentaron “retomar” sus vidas –por decirlo de alguna manera-, pero cada aniversario era una lucha por superar.
Cada 6 de febrero, los hermanos de Patricia debían estar muy atentos a Olga. No era extraño que sufriera alguna descompensación, mientras recordaba el horror.  Hoy padece de una enfermedad y los años le impiden ubicarse en las fechas correctamente, pero no olvida todo lo que tuvieron que pasar.

“A MEDIAS”
Para Juan, “la justicia ha trabajado medias” y claramente fue por la presión de las manifestaciones a las que la gente se sumó de manera esporádica. Veintidós años después del crimen, de los que fueron a prisión ya todos cumplieron su condena, pero con beneficios.  
“Más allá de sus buenos comportamientos, han sido asesinatos. Yo creo que el violador y el que asesina no tiene que tener privilegios. Además, no ha sido un solo asesinato, era gente que apretaba y servía al poder en ese momento, porque era lo que hacían”, plantea. 
Entre las palabras de Juan se puede apreciar que siempre hubo ánimo de justicia, no venganza. “Creemos que si la justicia de aquí no va a ser justa, confiamos en que el Señor se encargue. Yo siempre anhelo que ellos hayan cambiado si van a estar en libertad, que salgan bien para la sociedad, que no vuelvan al mismo ‘trabajo’ para su vida. Pero bueno, eso no depende de nosotros”, dice. 
Desgraciadamente, ve que en materia judicial, las cosas no cambiaron tanto como hubiera querido. “Nosotros queremos que se cumplan las condenas en Argentina, porque si no cualquiera va a matar, a delinquir”, comenta.

“SE NOS HA ACUSADO”
Además de fortaleza y coraje para sostener por años una lucha por la verdad, tuvieron que hacer frente a las injurias en su contra. Juan recuerda que hubo una época en la que se los acusaba “de muchas cosas”, como por ejemplo, acomodarse en la política. 
“Yo siempre he trabajado en la parte privada”, explica aferrado a las lecciones que don Juan Domingo le dejó de trabajar siempre honradamente.

LAS SECUELAS
Juan recuerda que su hermana y su sobrina padecieron por años el temor a la violencia y a todo por lo que había pasado Patricia. 
 “Hay un daño en todo sentido porque te cambia totalmente la vida. Yo, en aquel momento no tenía hijos, hoy sí y no es que les digo que no salgan ni nada pero bueno, siempre les digo que tengan mucha cautela. Hoy están con los celulares, más comunicados, pero en aquel momento era más difícil, era totalmente distinto. Mi sobrina y mi hermana han sufrido, vamos a decir, la parte esa emocional y quizás hay vestigios… De hecho, que mi hermana no salía, uno tenía que llevarla y traerla y estar pendiente, capaz  estar de ‘guardia’ y ciertas cosas que a un joven no le hace nada bien, ¿no? Pero no quedaba otra”, rememora.

¡A NO OLVIDAR!
Lamentablemente, los Younes Bashier y los Villalba nunca fueron reconocidos de algún modo. A no olvidar que la lucha por justicia por Leyla y Patricia fue la que liberó a Santiago del Estero de un gobierno nefasto, con tanto por ocultar.
“Nosotros lo único que sabemos es que esto ha servido para un cambio institucional”, señala Juan. Ve que la provincia experimentó muchísimos cambios en infraestructura; lo que hace cada vez más difícil –para los ajenos al caso- reconocer todos los sitios por los que marchaban con la bandera en pedido de justicia.
Ante el paso del tiempo, considera que sería oportuno reconocer todo lo que hicieron para que la causa avanzara judicialmente, aun con un poder gigante en el frente. “Especialmente para no olvidar cómo se han dado los hechos, del encubrimiento que ha habido. Cómo será el asunto que hasta el día de hoy se niega que los hijos del poder tienen que ver en esto”, lamentó.

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