22 de diciembre, 2024
Emprendedor

Bajo la necesidad de sumar ingresos y con una vasta experiencia en cocina, Guillermo Tolosa y su familia hicieron de sus empanadas un clásico de cada domingo.

En septiembre de 2016, Guillermo Tolosa y su familia se embarcaron en un proyecto gastronómico que tenía como único fin generar ingresos extras. Como hoy lo hacen muchas familias santiagueñas, se lanzaron a la elaboración y venta de empanadas con una receta bastante particular. Estaba convencido de que las mejores que había probado eran las de su suegra, quien no tenía mayores inconvenientes en enseñarle, salvo que su técnica no contemplaba medidas exactas de los ingredientes. Al entonces potencial emprendedor, se le ocurrió empezar a cuantificar la materia prima que ella usaba para obtener al fin su receta.

Una vez resuelto el tema, junto a su esposa, Sonia y sus tres hijas, Lourdes, Guadalupe y Luciana, comenzaron el negocio bajo el nombre de “Locos x las empanadas”. Desde entonces, cada domingo venden entre 40 y 60 docenas a clientes fieles y los que se suman.

Por el momento le dedican solo un día a la semana, ya que todos los miembros de la familia tienen sus empleos o actividades de estudio durante los días hábiles. No obstante, la empresa familiar incursiona también en el servicio de catering y ya tuvo un exitoso debut en un evento social.

Para Guillermo este es un desafío muy grato; ya que, más allá de su curiosidad y su autodidáctica para la cocina, hace algunos años atrás estudió gastronomía junto a la mayor de sus hijas. Así con sus conocimientos, más los secretos de cocina de la familia y la experiencia que adquirieron, nada puede salir mal.

En diálogo con LA COLUMNA, el emprendedor del barrio América del Sur cuenta sobre los inicios de este proyecto, cómo se organizaron para trabajar cada fin de semana, como suelen hacer frente a las crisis y cuáles son susanhelos a futuro.

-¿Cuándo y cómo empezaron este negocio familiar?
-Yo soy docente, trabajo en la escuela para adultos dentro de la cárcel. Por septiembre del 2016, más o menos, teníamos la idea generar ingresos extras y ahí empezamos con esto. 

-¿Ya tenías conocimientos sobre cocina?
-Yo siempre fui un autodidacta. Siempre me interesó la cocina, pero nunca me animé a lanzarme de lleno. Con el tiempo, se me dio la oportunidad. (En 2019) Mi hija me dice: “¿por qué no estudiamos cocina?” Y entramos a estudiar aquí en el Instituto IGA. Y, bueno, nos recibimos de cocinero profesionales en 2022. 

A mí siempre me gustaron las empanadas y las que hacía mi suegra, para mí, eran las mejores. Cuando hacía, ahora ya no hace. Un día la traje y le dije: “vieja, ¿por qué no me enseñas a hacer las empanadas que vos haces?”. Y ella me dice: “Ay, hijo, pero yo no peso nada, ¿cómo te voy a enseñar?”. Y bueno, yo le digo que antes de poner el puñadito pimentón en la olla, lo ponga en una bolsita y yo lo peso; lo mismo con los otros ingredientes… Y así saqué la receta. 

-¿Tu hija mayor es la única que se dedica a la cocina?
-La única que ha estudiado conmigo, la del medio estudia instrumentación quirúrgica Y la más chica está estudiando la Licenciatura en Nutrición y tiene su propio emprendimiento de pastelería saludable.  

-¿Les gusta trabajar en familia? ¿Se complica a veces?
-A mí me gusta, pero a veces es complicado porque la cotidianidad del trato diario lleva a tener ciertos roces. Pero en general es lindo porque vos también puedes confiar plenamente, en este caso, en mi señora o en mis, hijas. 

Tenemos una meta en común, un objetivo en común, que es ayudar en la economía familiar y brindar un buen servicio. Eso me interesa mucho, porque no en todos lados te n un buen servicio. 

Decías que ahora trabajas con tu esposa, pero que ambos tienen sus propios empleos. ¿Cómo se organizan para el emprendimiento? 
-Nosotros, vendemos empanadas solamente el día domingo. Comenzamos con el trabajo los miércoles tempranito, que es cuando se empieza a sancochar la carne. Seguimos picando cebolla, pimientos... Digamos que, desde el miércoles hasta el viernes tenemos cocinadas las pastas. El día sábado se arman las empanadas, se dejan en la heladera y se cocinan el domingo. 

Nosotros trabajamos por pedido de clientes y vienen a buscar o mi hija, la del medio, es la que hace los repartos el día domingo. El sábado se arman las empanadas, entre todos

-En base a todos los conocimientos que tienen, ¿pensaron vender algo más que empanadas?
-Ahora estamos empezando con lo del catering es para fiestas, para eventos. Hace poco pude comprar un carro gastronómico y lo hemos adaptado para poder cocinar ahí empanadas, pizzas y tacos. 
Lo estamos ofreciendo recién, hemos tenido un solo evento.

-¿Cómo les fue?
-Bien, gracias a Dios, muy bien. Le ha gustado a la gente. Hemos ido con el carro, nos hemos instalado en la finca y se ha brindado ahí el servicio. 

-También incursionaron en la cocina para diabéticos…
-Hace aproximadamente seis, siete meses comencé con eso, pero no funcionó. El tema con eso era que yo ofrecía comida saludable apta para diabéticos, porque no toda la comida saludable es apta para diabéticos. 

Yo soy diabético y, muchas veces, a pesar de ser cocinero, muchas veces no tengo ganas de cocinar. Claro. Y buscaba algo que yo pueda comer, que no me haga mal, que no me aumente los niveles de azúcar y no encontraba algo que me satisfaga. Entonces dije: “¿por qué no hacer algo así?”. Me di cuenta de que nadie ofrecía eso y la comida “saludable” que ofrecían tenía muchas cosas que no puede comer el diabético. 

Hace bastante tiempo que están en esto de la gastronomía; supongo que han atravesado varios periodos de crisis... ¿Cómo hicieron para sortearlos?  

-Yo soy una persona que piensa que la gente siempre tiene para gastar en comida. Siempre separa parte de sus ingresos, de su economía para la gastronomía. En mi caso, sí hemos atravesado crisis. Y bueno, hemos ideado con diferentes tipos de promociones, más allá de descuentos por cantidad.

Hubo una época en que implementamos la promoción de la “catorcena”. En vez de vender docenas de empanadas, vendíamos catorce y eso nos ha dado resultados. Esa idea no surgió de mí, sino de un muchacho de una estación de servicio. Me dijo: “¿es cierto que tus docenas son de catorce?”. Y bueno, ahí, charlando con mi señora, se nos ocurrió aprovechar esa idea e implementarla.

Así, con un poco de ingenio popular, sorteamos la crisis. Siempre se busca precios para tratar de que la ganancia no se diluya o no se pierda y tener mayor venta.

-¿Cómo les gustaría ver al emprendimiento en el futuro?
-Lo ideal sería poder abrir un local en algún lugar que sea bien comercial y poder ofrecer desde ahí los productos. Eso para mí sería lo ideal, pero como estamos ahora, la verdad que no me quejo; estamos bien, amoldados... Nosotros trabajamos en mi casa, es algo muy artesanal y familiar.

-¿Cuál podrías decir que es el secreto para sostener un proyecto de este tipo?
-La constancia. Y tener fe y entender que “el sol sale para todos”. No fijarse tanto en la competencia, porque mucha gente quiere hacer algo y dice: “no, pero hay muchos haciendo empanadas”. Sí, hay muchos. Pero hay mucha gente que consume empanadas también. 

Y aparte, tener que salir a competir lealmente, como digo yo, con calidad, pelear por tu precio, porque hay mucha gente que te vende empanadas hoy en día. Por ahí, veo que venden empanadas a $3,500 la docena. Eso ni siquiera cubre mis gastos, los costos por docena…

Nosotros mantenemos siempre la calidad. La empanada que comes este domingo, va a ser la misma que comas el domingo que viene, y el que sigue, y las veces que compres. Yo manejo la receta como si fuera una receta repostera, que es todo pesadito, medido… siempre de la misma forma. Respetar eso también es parte del secreto, si se quiere, para mantenerse vigente: mantener la calidad y el sabor, el mismo sabor. 

-¿Cuántas empanadas hacen por domingo? ¿Cuál es el promedio de ventas?
-Actualmente estamos entre las 40 o 60 docenas por domingo. Y eso ayuda bastante a la economía de la familia.

-¿Qué consideras que se podría hacer desde el Estado para darles una mano?
-La verdad que no he conseguido, porque por ahora nunca he pedido nada al Estado. Pero yo pienso que falta mucha capacitación en la gente. La formación de las personas es muy importante. Hoy en día creo que hay una crisis en los oficios, porque desde hace muchos años que nos dedicamos más a pensar en profesionales, profesionales universitarios, y como que se ha descuidado un poco el tema de los oficios. También es importante que el Estado brinde apoyo financiero, programas de financiación para la compra de herramientas e insumos...