11 de diciembre, 2025
Actualidad

El avance de las casas de apuestas como espónsor de clubes de fútbol instala un debate social y cultural. Mientras las camisetas lucen marcas de casinos digitales, adolescentes sufren las consecuencias de un acceso sin control.

En el fútbol argentino, los espónsors ya no se limitan a las marcas deportivas o las empresas tradicionales. En los últimos años, las casas de apuestas online se convirtieron en protagonistas visibles: sus logos ocupan la parte frontal de las camisetas, se repiten en carteles publicitarios en los estadios y hasta forman parte de las transmisiones oficiales. Lo que se presenta como inversión en el deporte encierra un fenómeno social complejo: el vínculo entre el juego online y el consumo precoz de menores de edad.

Morena, de 15 años, es un caso que grafica el impacto. Vive en el conurbano bonaerense, le gusta el fútbol y sigue a su club por redes sociales. A través de publicidades que aparecían en las cuentas oficiales del equipo, descubrió una aplicación de casino virtual. Sin controles efectivos de edad, creó un perfil en segundos y empezó a jugar. En apenas un fin de semana, gastó el aguinaldo que su madre había depositado en una billetera virtual familiar. “Me decía que era solo por diversión, que podía recuperar lo perdido, hasta que me di cuenta de que había gastado todo”, relata.

El caso de Morena deja una huella. Su madre, tras recuperar el control de la billetera virtual, intentó denunciar la situación. “Me dijeron que era imposible rastrear lo perdido, que mi hija había aceptado los términos al registrarse. Pero tenía 15 años, no dimensionaba lo que hacía”, cuenta entre la bronca y la resignación.

El fenómeno abre un debate urgente. ¿Hasta qué punto el fútbol argentino puede sostenerse sobre el financiamiento de empresas que promueven un consumo riesgoso para los adolescentes? ¿Y qué rol deben asumir los clubes en la prevención?.

 

CIFRAS

Las cifras advierten que el problema no es aislado. Según un informe del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos, el 19% de los adolescentes argentinos entre 12 y 17 años reconoció haber jugado online al menos una vez en el último año, pese a que es ilegal para menores. De ellos, un 7% admitió hacerlo de manera semanal. A nivel global, Unicef alerta que uno de cada diez adolescentes ya muestra conductas de juego problemático, y en países de la región como Chile y Brasil los porcentajes de menores que acceden a plataformas de apuestas superan el 20%.

Por ahora, en Argentina el mercado de apuestas online se expande sin freno, sostenido por la fragmentación legal entre provincias y la escasa fiscalización que casi nunca llega al usuario final. Afuera de la cancha, jóvenes como Morena pagan el precio de un juego que no eligieron del todo, pero que los atrapó desde la publicidad oficial del deporte que más aman.

En otros países, el tema ya generó regulaciones estrictas. En el Reino Unido se limitó la presencia de casas de apuestas en camisetas y transmisiones deportivas para reducir el impacto en menores. Aquí, en cambio, cada gol televisado sigue mostrando los logos de un negocio que multiplica ganancias mientras siembra riesgos en la adolescencia. (Por Licenciada en periodismo, Soledad Etchegoyen).

 

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