La automedicación parece ser un fenómeno bastante generalizado y puede acarrear numerosos problemas de salud. Una especialista afirma que buena parte de las molestias y dolores podría reducirse con cambios de hábitos.
Los antibióticos, calmantes y antiácidos gozan hoy de una publicidad avasallante que promete y cumple. Son efectivos para calmar dolores y molestias, sí; pero su uso prolongado o crónico los vuelve completamente peligrosos para la salud.
La nutricionista, Lic. Luz Geréz Carabajal señala que esta vía “rápida” al alivio puede alterar lo que se conoce como microbiota. Es decir, “el conjunto de bacterias que colonizan la piel, el aparato digestivo, incluida la boca, y el aparato genital”, según detalla el Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (Madrid).
Cuando se trata de problemas estomacales, uno de los fármacos más conocidos es el Omeprazol. Los gastroenterólogos suelen recetarlo en casos específicos para un debido tratamiento. Pero autorregulado por el paciente, puede empeorar cuadros y desarrollar o agravar una enfermedad.
“Si uno no consulta al médico, va y se automedica con omeprazol y lo toma como si fuera un caramelo, puede traer aparejado consecuencias negativas”, afirma antes de destacar la importancia del buen funcionamiento de la microbiota.
“Nosotros estamos hechos por más de 300 billones de microorganismos que forman parte de nuestra barrera de defensa y que están involucrados en el cuerpo por completo: desde la piel, desde la boca, desde el intestino y desde la zona vaginal o genital”, enumera.
Todos estos sistemas que pueden ser dañados por uso reiterado de medicamentos, dada su capacidad para “romper el equilibrio de la microbiota”, que se traduce, a su vez, en un deterioro de la barrera de defensa. “Entonces, uno queda expuesto a cualquier patógeno circule en el medio”, sintetiza.
Hay que agregar que las condiciones climáticas del medio en que vivimos también tienen un impacto en la salud y en lo que se consume a diario. “Estamos en una época complicada por el clima, porque no es estable; hace mucho calor, llueve… Estamos expuestos a captar cualquier agente patógeno y enfermarnos, por eso aumentan las infecciones cuando uno toma medicamentos de forma prolongada y no aconsejado por un médico”, plantea.
Geréz Carabajal plantea que los malestares, como la acidez, la inflamación y el reflujo –tan manifestados en la actualidad por los pacientes– podrían encontrar solución en un cambio de hábitos. Habla más bien de otro “estilo de vida” para no reducirlo a la alimentación.
No obstante, en este campo que es el suyo, sostiene que es primordial “evitar aquellos alimentos que son irritativos para la mucosa gástrica, como los alimentos procesados, el alcohol, los fiambres, los embutidos, los lácteos enteros; o todo lo que es cafeína o mateína”.
Lo ideal es “cambiarlos por sustancias que son menos irritantes como el té, o el uso del sabor natural de los alimentos”. Eso sí, en esta instancia también hay que estar atento a lo que ofrece el mercado alimenticio, ya que no todo es lo que parece o dice ser.
“Por ahí, la gente piensa que come bien, porque en vez de azúcar consume edulcorante, por ejemplo. Pero, en realidad no es tan así. Uno piensa que es bueno, pero no lee la letra pequeñita del listado de ingredientes, donde dice que el primero es azúcar”, advierte la nutricionista.
Y es que este tipo de productos puede ser desencadenante de molestias estomacales. Y “no solamente eso, sino que puede traer aparejadas deficiencias de nutrientes críticos que se absorben a nivel intestinal”. Entre ellos menciona el hierro y el calcio y, por sobre todo, la B12, “una vitamina importantísima que actúa estrechamente en el sistema inmunológico”.
Aunque los pacientes siempre se sienten tentados de optar por la “solución” más rápida, siempre tiene alternativas mejores. Es preferible “un cambio de estilo de vida” que incluya un buen descanso, actividad física y una alimentación “donde predominen los alimentos reales” en desmedro de los procesados.
“Yo puedo aminorar la sintomatología de forma más saludable sin llegar a que el omeprazol sea un recurso –por así decirlo– crónico; sino que sea siempre y cuando un profesional de la salud lo recomiende por el plazo que lo recomiende y en la dosis que se lo recomiende”, remarca.
La nutricionista consultada sostiene que son las mujeres las que más consumen antiinflamatorios, como el ibuprofeno o ibupirac. No los demoniza, pero nuevamente, advierte que su ingesta debe ser controlada.
A su vez, entiende que son patologías específicas las que pueden ocasionar síntomas para los que se busca una salida rápida. “Por ejemplo, las mujeres que tienen dismenorrea, que generalmente es un gran porcentaje de la población en edad fértil, y cursa con muchos dolores, por ejemplo de ovario; o náuseas, vómitos, en momentos previos a la menstruación o durante”, explica.
“Si bien hay una medicación puntual cuando los síntomas premenstruales o menstruales son crónicos, se puede solucionar, por ejemplo, seleccionando ciertos alimentos que tienen un efecto antiinflamatorio. Se puede seleccionarlos mejor, optar por otra cocción, sacar los procesados, bajar la lactosa y el gluten. Sin darnos cuenta son estrategias desde el área de nutrición que no involucran la medicación y que puede hacer que baje la respuesta estrogénica que es la encargada del malestar”, propone la Lic. Geréz como ejemplo.
Generar nuevos hábitos en los distintos órdenes de la vida resulta a veces muy tedioso. Sin embargo, son irrefutables los estudios científicos que sostienen que la salud va de la mano con una buena alimentación, la actividad física y el descanso apropiado.
En ese sentido, la especialista cree siempre conveniente “invitar a la población a que se concientice en cambios de estilos de vida” y agrega a la lista el “control del estrés” y una debida hidratación con agua. Parece una obviedad, pero observa que hay un “boom” de las bebidas endulzadas y jugos comerciales que se “infiltran” en la mucosa gástrica e inflaman los intestinos.